EL KAFTÁN
El caftán, tradicional prenda de los pueblos árabes, se reinventa con el trabajo de los diseñadores emergentes , los consagrados y también con las exigencias de los clientes, que ya no son únicamente musulmanes. Las telas elegidas hoy , a partir de ricos terciopelos y rasos otomanos de seda e hilos de oro y plata , entroncan con las que se utilizaron hace siglos por los cortesanos de los sultanes como tributo , impregnando las recepciones de la corte de lujo y color . Cuando Yves Saint Laurent viajó a África se topó con esta prenda de más de mil años y quedó fascinado. Su aguja lo convirtió en una leyenda de la sofisticación en Occidente, elevándolo a los altares de las pasarelas.
De las mezquitas pasó a los escaparates de las boutiques más exclusivas. Noor de Jordania o Farah Diba lo pasearon por las revistas de todo el mundo y lograron que todas soñaran con esa prenda sensual y femenina, cómoda y sugerente como ninguna.
Matthew Williamson, diseñador inglés que ha vestido a celebridades como Britney Spears, Kate Moss o Naomi Campbell, fue otro de los que se rindió a su magia y lo introdujo en la alta costura ya como traje de noche, vestido de día o top para playa. D&G, Kenzo, Oscar de la Renta o Etro lo inmortalizaron en la piel de las estrellas sobre alfombra roja de Cannes, convirtiéndolo en tendencia.
La prenda que cae bien en cualquier situación
El caftán es muy versátil. Los diseñadores saben que con unos pequeños cambios en su confección lo pueden convertir en un vestido de cóctel, una túnica veraniega, un elegante y cómodo blusón o un fascinante vestido de noche, y juegan con ello. Puede detenerse en el tiempo y puede ser el más moderno y provocativo del mundo. En Occidente predomina la confección con telas suaves, transparentes, con bordados o pedrería y con estampados transgresores. Cortos o largos, tienen el don de hacer que una mujer se sienta la más sexy del mundo sólo con unirlo a unos tacones de vértigo y un llamativo clutch.
La artesanía como embrión de la industria
El caftán, junto a la chilaba, es una importante fuente de ingresos para los artesanos marroquíes. Casi 400.000 personas se emplean en ofrecer a los millones de clientes que les visitan una amplia gama de modelos que van desde el más tradicional al que puede llevarse puesto, y para todos los presupuestos. Hay caftanes producidos en fábricas de bajo coste y los hay artesanales en cuya confección un par de expertas costureras pueden emplear algunos meses. En España, firmas de ropa como Zara, Mango o Blanco han dado su sitio al caftán low cost, un modo de estar bellas a precios asequibles.