El Ministerio de Ciencia aporta 932 millones para apoyar los programas de la ESA en los que participa la industria nacional

Estas son las cestas en las que España ha puesto los huevos de su nuevo esfuerzo espacial

PHOTO/MICI - La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, la secretaria general de Ciencia, Teresa Riesgo, y el presidente del Consejo del Espacio, Miguel Belló, han fijado en París las inversiones de España en la ESA durante 2023-2025

Mientras toda la comunidad espacial nacional está expectante ante la inminente creación de la Agencia Espacial Española, el Ministerio de Ciencia e Innovación ya ha comprometido sus principales inversiones durante el trienio 2023-2025.

Serán 932 millones, a razón de poco más de 310 millones anuales, que se ejecutan en el marco de la Agencia Espacial Europea (ESA), el escenario prioritario de cooperación en el que España vuelca la mayor parte de sus intereses científicos, industriales y tecnológicos relacionados con el ámbito ultraterrestre. 

Así lo ha rubricado la titular de la cartera de Ciencia e Innovación, Diana Morant, en el conclave ministerial celebrado en París a finales de noviembre por las 22 naciones de la ESA. A la ministra Morant la acompañaban la secretaria general de Ciencia, Teresa Riesgo, y el presidente del Consejo del Espacio, delegado permanente de España ante la ESA y comisionado del PERTE Aeroespacial, Miguel Belló. Con ellos, un reducido equipo del Centro para el Desarrollo Técnico e Innovación (CDTI) encabezado por Juan Carlos Cortés, director de Espacio, Grandes Instalaciones y Programas Duales.

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Los 932 millones ya comprometidos suponen un 9,4% de incremento respecto a la inversión efectuada en noviembre de 2019 durante la cumbre de Sevilla, que fue de 852 millones. Para 2023 y los siguientes dos años, los casi 1.000 millones se reparten en una docena de cestas, agrupadas en dos grandes capitulados. 

Uno es de carácter obligatorio, al que cada país contribuye en función de su PIB: el programa científico, al que España aporta 239 millones y lidera el componente principal del satélite Arrakihs, que pretende descifrar la formación de la materia oscura; las actividades básicas (121 millones); y el sostenimiento de la base espacial de Kourou (37), en la Guayana francesa. Todo lo anterior asciende a 497 millones, el 43% del compromiso total del Gobierno.

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Primeros pasos para un segundo PNOTS

El segundo capítulo está compuesto por una diversidad de programas opcionales, que cada país suscribe o no de forma voluntaria con el volumen de inversiones que considera oportuno. De todos ellos, la cesta en la que más huevos ha puesto España es la dedicada a observación de la Tierra, con 172,4 millones de euros, el 18,5% del total nacional.

Es así porque las capacidades de la industria nacional en el citado ámbito son “excepcionales, tanto en el plano estrictamente espacial, como en la vertiente de equipamientos en tierra y aplicaciones”, recalca Miguel Belló. La mayor aportación (75 millones) se asigna a los nuevos satélites Sentinel de vigilancia y seguridad medioambiental de la constelación Copernicus. La segunda en importancia (40 millones) al desarrollo Aeolus-2, satélite para medir los vientos en todo el mundo y mejorar las previsiones meteorológicas.

Los seis programas restantes se reparten 57,4 millones. Uno de ellos es Truths, una plataforma que capitanea el Reino Unido para medir la radiación solar entrante y la reflejada desde la Tierra hacia el espacio. Ya participan varias industrias españolas y se ha resuelto contribuir con 2,4 millones, el 10% de su presupuesto. Otro es un nuevo programa que, a criterio de Miguel Belló, “es de mucho interés”: desarrollar un gemelo digital de la Tierra, en el que España pone 5 millones sobre la mesa.

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Es apropiado señalar que, por su importancia estratégica, la observación desde el espacio es una esfera de actividad muy ligada con el PERTE Aeroespacial. Ese es el motivo por el que España ha asignado 10 millones a la ESA para que prosiga con un estudio de viabilidad encaminado definir un sistema espacial electro-óptico nacional de alta resolución. 

El Ministerio de Ciencia e Innovación no quiere abandonar el desarrollo de un sistema de observación, a ser posible de uso comercial y militar, con el que dar continuidad al ya concluido Programa Nacional de Observación de la Tierra por Satélite (PNOTS). Fue suscrito en 2007 entre los Ministerios de Industria y Defensa, y en origen estaba integrado por el satélite Paz ‒de tecnología radar‒ y por el electro-óptico de nombre Ingenio.

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Gran apuesta en la evolución de la constelación Galileo

Paz está en órbita desde febrero de 2018 y Defensa ya trabaja en su sustituto. Pero Ingenio quedó destruido en noviembre de 2020, junto con el francés Taranis, cuando el cohete europeo Vega sufrió una anomalía en pleno vuelo de ascenso tras su despegue desde la base espacial de Kourou. Una vez creada la AEE, lo probable es que el Gobierno asuma la decisión de poner en marcha un PNOTS II o equivalente.

El segundo puesto en volumen de inversión son los programas de exploración del cosmos, a los que España asigna 103 millones. De ellos, 47 millones van a misiones tripuladas a la Estación Espacial Internacional y a la órbita cislunar, en cooperación con Estados Unidos (Lunar Gateway). Y se continua con la misiones robóticas a Marte, como Mars Sample Return ‒en colaboración con la NASA‒, para traer a la Tierra muestras de suelo marciano. Y ExoMars que, por la suspensión de la cooperación con Rusia, obliga a la ESA a intentar un acuerdo con la NASA para despegar en 2028.

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El tercer lugar lo ocupan los sistemas de transporte espacial, a los que se consagran 91 millones, un incremento notable respecto a los 59 que se asignaron en Sevilla. La industria española tiene un papel importante en los lanzadores europeos Ariane 6, al que se destinan 41,1 millones, y Vega (18 millones), tanto en la parte de sus estructuras (Airbus Space Systems España), como de sus equipamientos electrónicos a bordo (Airbus CRISA y Sener Aeroespacial) “cuyas responsabilidades queremos que aumenten”.

También se apuesta por estar presente en los programas que abordan nuevas tecnologías: continuar con el proyecto Themis de lanzador reutilizable (6,5 millones) y formar parte de Boost (6 millones), son programas de micro lanzadores en el que ya están implicadas varias empresas españolas, entre ellas PLD. Y se continua con el proyecto del futuro demostrador de avión espacial europeo Space Rider, al que se adjudican 5 millones. 

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La delegación española en la reunión de ministros de la ESA de París ha calificado de “muy relevantes” los nuevos programas de comunicaciones y navegación vía satélite. Uno es Leo PNT, una constelación en órbita baja que, para el presidente del Consejo del Espacio “es el futuro de Galileo”, el que se denomina GPS europeo. La industria nacional goza de importantes capacidades en este ámbito y con 45 millones se ha apostado por liderar o coliderar el proyecto. 

Otro es Moonlight, al que España encamina 10 millones ‒un 5% del programa‒ y que, con financiación público-privada, pretende ofrecer servicios de comunicaciones y posicionamiento a los proyectos institucionales, comerciales y privados de retorno a la Luna. La NASA y la agencia espacial japonesa (JAXA) ya han mostrado su interés por el proyecto.

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