El Gobierno de India que lidera el primer ministro Narendra Modi rivaliza con la China de Xi Jinping en todos los campos del escenario económico, político, diplomático y militar en los que le es posible, entre los que se incluye el dominio espacial.
Y si Pekín tiene sobre la superficie lunar varios vehículos robotizados, Nueva Delhi no quiere ser menos y su Organización de Investigación Espacial o ISRO ‒acrónimo de Indian Space Research Organization‒ tiene en camino a su astronave Chandrayaan-3. Sus dos objetivos principales son posar sobre nuestro satélite natural el módulo de superficie Vikram y conseguir que el pequeño vehículo de seis ruedas de nombre Pragyan que viaja en su interior pueda descender y explorar sus alrededores.
De 3.895 kilos de peso al despegue, la sonda Chandrayaan-3 se encuentra ahora en una trayectoria de transferencia de la Tierra a la Luna, a cuya órbita llegará en los primeros días de agosto, según las previsiones de la ISRO. En las siguientes fechas describirá sucesivas orbitas descendentes y a partir del 17 de agosto soltará el módulo Vikram, que volará en solitario. Cuando se encuentre a unos 100 kilómetros del suelo lunar, lo que ocurrirá el día 23, los técnicos indios darán la orden de iniciar el descenso automático para intentar convertir a India en la cuarta nación en tocar la Luna.

Narendra Modi seguirá con suma atención el crítico proceso de arribada de Vikram a la superficie de Selene, ya que no pudo ver en directo el despegue de Chandrayaan-3 a bordo del lanzador pesado de diseño y producción nacional LVM-3. Ocurrió el 14 de julio a las 10:05 hora peninsular, las 14:05 en horario local, entre los aplausos de miles de indios apostados en los alrededores del Centro Espacial Satish Dhawan de la isla de Sriharikota, estado de Andhra Pradesh, al sureste del país.
El primer ministro se encontraba ese día y a esa misma hora en París, junto al presidente Emmanuel Macron, en calidad de invitado de honor del desfile del día de la Fiesta Nacional de Francia. En la tribuna de autoridades, el jefe de Estado Mayor de la Defensa francés, general Thierry Burkhard, fue quien informó del éxito del lanzamiento a Narendra Modi, quien en plena parada militar tuiteó que Chandrayaan-3 “lleva las esperanzas y sueños de nuestro país”. Y así es.

Con las bendiciones de la Administración Biden
La situación más probable es que Vikram ‒de 1.750 kilos‒ consiga que sus cinco retrocohetes amortigüen su velocidad de caída a menos de 2 metros por segundo, unos 7,2 kilómetros por hora. Si es así, sus cuatro soportes de apoyo deben resistir el impacto contra el suelo en las cercanías de cráter Manzinus U, en el Polo Sur lunar.
Los ingenieros indios han dotado a Vikram de un altímetro radar y otro laser para poder calcular su altitud sobre el terreno durante su descenso sobre la Luna. También incorpora una cámara para ver el suelo en detalle y evitar que pueda chocar o posarse sobre una zona inclinada o una roca.
Si la ISRO logra su meta, el país más poblado del mundo se convertirá en la segunda potencia asiática y la cuarta mundial en tocar la Luna, tras Rusia, Estados Unidos y China. En caso contrario, sumará un nuevo y segundo fracaso al obtenido con Chandrayaan-2, que el 6 de diciembre de 2019 se estrelló contra la superficie lunar tras producirse una anomalía en su software de navegación y perder el control cuando estaba a 2,1 kilómetros del suelo.

El Gobierno de India quiere dejar sentado que sigue muy de cerca los pasos de China, que el 14 de diciembre de 2013 se convirtió en la primera nación asiática y tercera del mundo en alunizar con su sonda Chang’e-3 de 1.200 kilos y su vehículo de seis ruedas Yutu, de 140 kilos.
Chandrayaan-3 ha partido hacia la Luna con las bendiciones de la NASA y de la Administración Biden. El 21 de junio, unas tres semanas antes del vuelo, el Gobierno de India a través de la firma de su embajador en Washington, Taranjit Sandhu, se adhirió a los acuerdos Artemis por los que Nueva Delhi hace suyos los principios que ha definido Estados Unidos para guiar los pasos de la cooperación en la exploración espacial.

Rusia y Japón volarán en agosto a la Luna
La astronave Chandrayaan-3 fue desarrollada por la ISRO y está conformada por dos estructuras. Una es el módulo de propulsión de 2.148 kilos, responsable de posar a Vikram ‒de 1.752 kilos‒ sobre el suelo lunar. Será entonces cuando desplegará una rampa sobre la que descenderá el pequeño vehículo de seis ruedas de nombre Pragyan, de 26 kilos, que está alojado en el interior de Vikram.
Los técnicos indios han programado la misión para que esté operativa al menos 14 días terrestres, el equivalente al periodo de luz solar en una jornada lunar, que son 28 días terrestres. Sin un sistema de calentamiento para que Vikram y Pragyan puedan sobrevivir al intenso frio de las noches lunares, ambos vehículos podrán generar energía eléctrica para el funcionamiento de sus equipos a bordo siempre que sus paneles solares reciban la luz del Sol.

Vikram lleva tres cargas científicas: una sonda para medir los iones y electrones del plasma cerca de la superficie; un experimento para determinar las propiedades térmicas de la superficie lunar cerca de la región polar; y un sismógrafo para delinear la estructura de la corteza y el manto lunares.
El rover dispone de dos cámaras de navegación para que los técnicos en tierra puedan visualizar su marcha por la superficie lunar. También incorpora un espectroscopio y un espectrómetro de rayos X para conocer y registrar la composición química de los minerales que componen el suelo y las rocas alrededor del lugar de alunizaje.

Pero la fiebre por la Luna sigue en lo que resta de verano. El jefe del departamento de planetología nuclear del Instituto de Investigación Espacial (IKI), Igor Mitrofanov, ha confirmado que Rusia tiene programado lanzar el próximo 11 de agosto desde el cosmódromo siberiano de Vostochny su módulo de descenso Luna 25, de 1.750 kilos. Y Japón tiene previsto hacer despegar el 26 del mismo mes desde su base de Tanegashima su misión SLIM, un módulo de 590 kilos que también debe posarse sobre Selene.