El primer ministro de India, Narendra Modi, ha dado instrucciones a su ministro de Ciencia y Tecnología, Jitendra Singh, y al presidente de su agencia espacial, Sreedhara Somanath, para que definan una hoja de ruta encaminada a construir una estación espacial propia en 2035.
El jefe del gobierno de Nueva Delhi también ha expresado su deseo de ver caminar por la superficie de Luna en 2040 a la primera pareja de astronautas indios. Es el segundo paso para demostrar a propios y extraños que la nación más poblada del mundo y con enormes desequilibrios sociales está comprometida con la exploración del espacio ultraterrestre.

Una y otra son las grandes ambiciones que Narendra Modi ha fijado en la reunión de alto nivel que ha mantenido a mediados de octubre con los principales responsables del ecosistema espacial gubernamental. Ante la cúpula nacional del sector del espacio ha reiterado su decidida apuesta por mantener al país entre las principales potencias del mundo.
El mandatario ha expuesto su confianza en las capacidades tecnológicas de India, a tenor de los triunfos obtenidos en agosto por la agencia espacial de India (ISRO) con la misión lunar Chandrayan-3: el suave alunizaje en agosto del módulo de superficie Vikram ‒de cerca de 1,5 toneladas‒ y del rodaje por la superficie de su vehículo Pragyan, de seis ruedas y 26 kilos. Y por la correcta puesta en órbita en septiembre del telescopio de observación solar Aditya L1, dedicado a estudiar el viento y las llamaradas solares.
Así es que, arropado por la reciente cadena de éxitos, Narendra Modi ha reafirmado su compromiso con los principales proyectos espaciales de la nación. De manera prioritaria, con el programa indio de vuelos tripulados, cuyo gran paso inicial debe ser la primera misión tripulada Gangayaan ‒nave celeste, en español‒, clave para poder habitar la estación espacial que la ISRO debe ensamblar a 400 kilómetros de altura, antes de poner los pies sobre la Luna.

Completar un lanzador pesado para vuelos tripulados
Como resultado inmediato de lo tratado en el conclave, el jefe del Ejecutivo ha ordenado “apuntar a nuevos y ambiciosos objetivos”, lo que incluye “crear la Estación Espacial India para 2035 y enviar al primer indio a la Luna para 2040”, resalta el comunicado oficial de la oficina del primer ministro.
Con más de nueve años al frente de la nación, Modi brinda un renovado impulso a los planes de la ISRO. Quiere lograr para India la plena autonomía en el diseño, desarrollo y fabricación de lanzadores pesados, capsulas tripuladas y astronaves para reabastecer a su futura estación espacial. Si lo consigue, lo que es cuestión de tiempo y recursos económicos, tecnológicos y humanos, India evitará quedar descolgada de la nueva carrera espacial que libran Estados Unidos y China.

Los dos grandes hitos estratégicos vinculados con el espacio exterior que asume el gobierno de Nueva Delhi buscan emular las metas que ya ha logrado Pekín, la indiscutible potencia espacial de Asia. Hay que recordar que el primer astronauta chino voló al espacio en octubre de 2003, hace ya 20 años. Fue el piloto de caza Yang Liwei, entonces teniente coronel de la Fuerza Aérea.
Pekín mantiene en órbita desde principios de la década el complejo espacial Tiangong, trabaja para que sus astronautas pisen la Luna antes de 2030 y allí quiere construir una base internacional de investigación. Sus astronautas suman casi medio centenar de hombres y mujeres, de los que cerca de una veintena ya han viajado al espacio. Tres de ellos siguen a bordo de su estación espacial, situada entre 350 y 400 kilómetros sobre nuestras cabezas.
India, en cambio, cuenta sólo con cuatro astronautas entrenados por Rusia, todos ellos pertenecientes a su Fuerza Aérea, cuya identidad mantiene en secreto. Pero antes de que viajen al espacio o la Luna con plenas garantías de seguridad, la ISRO debe ultimar el desarrollo de un lanzador pesado de nueva generación, que la agencia denomina NGLV, del inglés Next Generation Launch Vehicle.

Primer ensayo del sistema de escape
De 75 metros de altura, un peso al despegue de 700 toneladas, tres etapas de propulsión, nuevos motores semi criogénicos y parcialmente reutilizable, las primeras pruebas del NGLV se plantean para 2030. En paralelo, conlleva la construcción de una nueva gran plataforma para su despegue, que se ubicará en el centro espacial Satish Dhawan, localizado en una isla del Índico del estado de Andhra Pradesh, al sur del país.
Pero mucho antes de que el NGLV se haga realidad, la ISRO tiene una inmensa tarea por delante: poner a punto la versión tripulada de su actual cohete LVM3 ‒antes llamado GSLV III‒, de 43 metros de altura y del orden de las 640 toneladas de peso al despegue. El proyecto marcha con retraso. Debía estar concluido en 2022 para despegar con una tripulación india, pero la COVID-19 y otros problemas lo impidieron.

Así es que el vuelo inaugural al espacio de los primeros astronautas indios se ha reprogramado para 2025, con lo que India se convertirá en la cuarta potencia en contar con plena autonomía para enviar tripulaciones al espacio exterior, tras Rusia, Estados Unidos y China. Los trabajos preliminares ya han comenzado y hay previstos cuatro vuelos de prueba de la capsula tripulada Gaganyaan. El primero, codificado TV-D1, se ha llevado a cabo el 21 de octubre para evaluar el sistema de emergencia y escape de los astronautas.
Se activa en el caso de que el lanzador, repleto de combustible, con los astronautas a bordo y posicionado en la plataforma de despegue o en los momentos iniciales del vuelo, presente alguna grave anomalía que pueda hacer explotar el vehículo y ponga en riesgo la vida de los tripulantes. Una pértiga con cohetes posicionada en lo alto de Gaganyaan se dispara y extrae a los astronautas de la zona de peligro. En el ensayo de hace cinco días no había astronautas en su interior.

Narendra Modi no ha olvidado la parte científica que conlleva ser una autentica potencia espacial. En la reunión del 17 de octubre ha solicitado un programa para misiones interplanetarias. En concreto, un calendario “para enviar un orbitador alrededor de Venus” y otro para “posar sobre Marte” un módulo de superficie que investigue los secretos que oculta el Planeta Rojo.