El expresidente sudanés justificó el alzamiento militar llevado a cabo al entender que era necesario para sacar al país de la situación en la que estaba

Al-Bashir reconoce su papel de líder en el golpe de Estado de 1989 en Sudán

REUTERS/MOHAMEND NURELDIN ABDALLAH - El expresidente de Sudán, Omar al-Bashir, durante proceso judicial en su país

El expresidente apartado del poder en Sudán Omar al-Bashir reconoció su total responsabilidad y su liderazgo en el golpe de Estado perpetrado en 1989 que le llevó al poder junto a 27 colaboradores, instaurando un régimen señalado por muchos como una dictadura. 

Omar al-Bashir asumió todo tipo de responsabilidad por los hechos desencadenados hace 23 años. "Asumo toda la responsabilidad por los eventos de junio de 1989", señaló Al-Bashir durante una sesión del juicio que se desarrolla en el país africano y que se transmite por la televisión estatal. 

En el proceso judicial, iniciado en 2020, el expresidente sudanés compareció por primera vez ante el tribunal especial y hace frente a acusaciones por socavar el orden constitucional nacional con el alzamiento militar llevado a cabo en 1989. Acudió a la corte judicial desde la prisión de Kober, en Jartum, donde está tras ser declarado culpable por corrupción y enriquecimiento ilícito en otro proceso judicial llevado contra él tras su derrocamiento. 

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Omar al-Bashir argumentó ciertos atenuantes para justificar su actuación posterior al golpe de Estado como la invitación a diversos líderes políticos para restaurar el orden pacífico nacional tras el alzamiento y otros aspectos que catalogó como “éxitos”. “Invitamos a 77 líderes de partidos para dialogar después de los eventos de 1989, con el objetivo de restaurar la paz en el país”, dijo Al-Bashir, quien también añadió que bajo su mandato tuvieron “grandes éxitos”. “Queríamos servir al pueblo sudanés y nuestro objetivo no era el poder”, aseguró el exdirigente. 

El 30 de junio de 1989, Omar al-Bashir llevó a cabo un golpe militar contra el Gobierno del primer ministro Al-Sadiq al-Mahdi y gobernó el país bajo lo que llamó la "revolución de salvación nacional". Al-Bashir asumió en ese momento los cargos de jefe de Estado, primer ministro, ministro de Defensa y jefe del Ejército sudanés, lo que le convirtió en el hombre fuerte de la nación. Tras hacerse con el poder absoluto, el dirigente gobernó férreamente Sudán durante 30 años y fue derrocado por el Ejército en diciembre de 2019 debido a las amplias protestas populares que se produjeron en la nación por la difícil situación interna y por las acusaciones contra el poder por corrupción y autoritarismo. 

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La pena por socavar el orden constitucional al participar y liderar el golpe de Estado de 1989 puede llegar a la pena de muerte. A pesar de lo cual, Al-Bashir justificó su actuación por lo que entendía como una misión para salvar a la nación. "Me dirijo al tribunal y digo que asumo toda la responsabilidad de lo que pasó el 30 de junio (de 1989) y sé que la confesión es la mayor prueba", dijo el exmandatario quien afirmó que reconoce con “orgullo” haber sido “el líder de la revolución de salvación nacional”. "En este tribunal lo digo hoy y con todo el orgullo que soy el líder de la revolución de la salvación nacional (...) La revolución era para salvar el país, en un momento en el que todo el mundo creía que el país estaba perdido y necesita ser salvado", justificó Al-Bashir.

El exdictador también explicó ante la corte judicial que ningún civil participó en el golpe de Estado, el cual fue estrictamente militar, y reconoció que prefirió confesar su autoría y liderazgo en el golpe de Estado ante las pruebas que podrían inculparle definitivamente. Aunque la actitud de Al-Bashir fue de autoafirmación justificando el alzamiento militar y explicando que entendía que era por una cuestión de necesidad nacional. 

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Omar al-Bashir desafió internacionalmente a la justicia ante las acusaciones que le señalaban por corrupción y excesos en su mandato en Sudán. Cayeron sobre él incluso órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional por supuestos crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y presunto genocidio en Darfur, región al oeste del territorio sudanés donde desde 2003 se enfrentaron las fuerzas militares del exdictador y grupos rebeldes de minorías étnicas en unos choques que dejaron centenares de miles de muertos y más de 2,5 millones de desplazados.