Una sesión de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo evidencia la deriva represiva del Gobierno de Abdelmadjid Tebboune

Argelia endurece la represión interna: “El respeto de los derechos humanos va hacia atrás”

PHOTO/EUROPEAN PARLIAMENT - Sesión del subcomité de Derechos Humanos de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Unión Europea sobre el Estado de Derecho en Argelia, 21 de marzo de 2023

“Mis amigos en Argelia están en prisión”, denunció desde Bruselas el activista argelino Saïd Salhi. El mensaje del vicepresidente de la Liga para la Defensa de los Derechos Humanos, disuelta por el régimen por su condición de organismo opositor, fue inequívoco: “La represión se ha endurecido significativamente desde 2019”. Sus palabras, pronunciadas en una sesión del subcomité de Derechos Humanos de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, evidenciaron la campaña sistemática de hostigamiento contra la oposición puesta en marcha por el Gobierno de Abdelmadjid Tebboune

La detención en diciembre del periodista independiente Ihsane El-Kadi hizo saltar las alarmas de los organismos en defensa de los derechos humanos y la libertad de prensa. Y el caso de la reconocida activista política Amira Bouraoui, que se vio obligada a cruzar de forma ilegal la frontera con Túnez para evitar ser encarcelada en Argelia, agravó los síntomas de la cruzada interna contra las voces críticas. Bouraoui encontró exilio en Francia, pero la mayoría no ha tenido la misma suerte. Unas 300 personas continúan en prisión por motivos políticos. 

La campaña coincide con un acercamiento sin precedentes entre Argelia y la Unión Europea, motivado por las necesidades energéticas de los Veintisiete. El Alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, viajó a Argel la semana pasada para estrenar esta “asociación renovada con la Vecindad Meridional”. El jefe de la diplomacia europea priorizó en su conversación con Tebboune el tema de las exportaciones de gas y petróleo, y el control de los flujos migratorios. La cuestión de las detenciones contra periodistas y figuras destacadas de la sociedad civil quedó relegada a un segundo plano. 

Said Salhi

Pero el subcomité de Derechos Humanos de la Comisión de Exteriores dedicó un espacio en la mañana del martes para discutir la deriva represiva del régimen argelino. Bernard Guetta, el eurodiputado francés de Renaissance, el partido del presidente galo Emmanuel Macron, moderó una sesión en la que intervinieron el mencionado Saïd Salhi, la analista del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (IESUE), Dalia Ghanem, y el presidente del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Argelia (CNDH), Abdelmadjid Zaalani. 

Guetta, hermano del popular DJ y productor musical David Guetta, advirtió al comienzo del precario estado en que se encuentra la libertad de prensa en Argelia: “Sigue estando estrictamente controlada, y cada vez más”. El socialdemócrata esloveno Matjaž Nemec, nombrado recientemente jefe de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con el Magreb, llamó por su parte a Argelia a respetar el Estado de Derecho y los derechos humanos, un asunto que, según el eurodiputado, debe mejorar. “Cuentan para ello con la ayuda de la Unión y el Parlamento Europeo”, apuntó. 

“Para entender lo que está pasando en Argelia es importante entender la naturaleza del sistema argelino”, dijo Ghanem. “Argelia es un régimen híbrido en el que se mezclan elementos democráticos con elementos autoritarios”. La analista describió Argelia como un autoritarismo competitivo, que concede a la oposición cierta capacidad de contestación política en materia electoral, legislativa o judicial, pero sin permitirle acceder al poder. “Por eso, cuando la sociedad civil cruza la línea roja, se la reprime, se la ignora o se la ataca. Esto hace que el sistema asociativo se encuentre muy limitado”, explicó la analista. 

Dalia Ghanem

Este sistema, sin embargo, no está predeterminado. “Podemos asistir a una mayor apertura o a una mayor represión”, matizó Ghanem durante su alocución. En el marco del Hirak (Movimiento), las protestas multitudinarias que estallaron en 2019 en contra del expresidente Abdelaziz Buteflika, el actual mandatario, Abdelmadjid Tebboune, pareció interesarse por el primer enfoque. “Quería entablar un diálogo —reconoce la analista—. Desde entonces, 76 personas han sido liberadas. Pero hay más de 300 que todavía están en la cárcel por sus opiniones políticas”. 

El régimen utiliza cualquier herramienta a su favor para restringir las organizaciones de la sociedad civil. “En 2011, Argelia fue uno de los países de la región con mayor número de asociaciones. Pero ¿qué poder tienen?”, se preguntó irónicamente la analista. En ese periodo, el Gobierno permitió cierto pluralismo, pero fue limitando la democracia. “Se han intentado silenciar a las voces de la oposición”, explicó. “Y la pandemia ha servido como excusa”. 

Ghanem explicó sobre la represión que “Argelia ya no es lo que era en la década de los 90. La metodología es mucho más sutil, más sofisticada”. Además, el régimen ya había suavizado la acción de las fuerzas de seguridad durante la Primavera Árabe. Por eso, cuando ocho años después las protestas masivas estallaron en Argelia, la Policía permitió las marchas. Aunque, como explicó Ghanem, el Estado “no respondió de una sola forma. Primero, las toleró. Luego, se hicieron algunas concesiones. Pero después dio paso a la represión. El régimen ha combinado todas estas las tácticas, sin utilizar violencia extrema”. ¿Qué queda hoy del Hirak? Ghanem pidió no subestimar a los ciudadanos: “En cualquier momento puede pasar cualquier cosa”. 

Bernard Guetta

Salhi, refugiado en Europa de forma involuntaria por el clima irrespirable en Argelia seis días antes de la disolución de la Liga para la Defensa de los Derechos Humanos —calificada como “organización sionista” en una sentencia judicial—, insistió en que la represión “se ha endurecido desde 2019”, a medida que el Hirak remitía, entre otras cuestiones, por la irrupción de la pandemia de COVID-19. “Ha habido una clausura del espacio cívico y una reducción de las libertades públicas —explicó el activista—. Y se ha señalado como terrorista a todo aquel que no estaba de acuerdo”. 

Salhi repasó todas las modificaciones del código legal adoptadas por el régimen para acallar a la disidencia, que definió como “una política de revancha contra todas las organizaciones de la sociedad civil: sindicatos, abogados, periodistas, etc”. “El Hirak está combatido y criminalizado por parte del Gobierno, que hace todo lo posible para que se olvide”. “Borrell anunció que la UE quería profundizar la asociación de la energía y la seguridad. Pero tiene que haber líneas rojas. La Unión Europea tiene que recordar a las autoridades argelinas que tiene que respetar los derechos y libertades políticas”, pidió el activista. 

El presidente del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Argelia, un organismo adscrito al régimen, cerró el panel. Ataviado con unas gafas de sol, Abdelmadjid Zaalani describió las bondades de la “nueva Argelia” e hizo una defensa vehemente de las instituciones. “Se han producido grandes cambios desde el Hirak. Trabajamos con un espíritu nuevo, con herramientas nuevas”, expresó en alusión a la nueva Constitución, que entró en vigor el 1 de noviembre de 2020.  

Abdelmadjid Zaalani

“Es una gran reforma, pero quizá no sea suficiente”, admitió después. “Estamos avanzando con seguridad, con pasos firmes, hacia la nueva Argelia. Sí, hay errores. Pero ningún país puede pretender garantizar al 100% los derechos humanos. Argelia todavía no es una democracia estable como Inglaterra o América, para eso nos quedan 200 o 300 años…”. Tuvo que matizar sus palabras ante las preguntas de los eurodiputados.

“En 2022 tenemos toda una serie de proyectos de ley, sobre sindicatos, libertad de prensa, lucha contra la droga… en el caso de los sindicatos, el Estado les da libertad organizando la anarquía preexistente, que no servía para defender los derechos de los trabajadores”, explicó Zaalani. “El proyecto de ley sobre la prensa se está debatiendo ahora”. En este epígrafe, defendió las restricciones a la libertad de expresión aludiendo a cuestiones de seguridad nacional, un argumento que las organizaciones en defensa de los derechos humanos se han afanado en desmontar.

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