Francia se sitúa en el centro de la escena marroquí

Gustavo de Arístegui habló en los micrófonos del programa “De cara al mundo” en Onda Madrid sobre la llegada de Emmanuel Macron a Rabat y la firma de una Asociación Excepcional Renovada
El rey de Marruecos, Mohamed VI, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron se reúnen en el Palacio Real de la capital, Rabat, el 28 de octubre de 2024 - PHOTO/ LUDOVIC MARIN / POOL / AFP
El rey de Marruecos, Mohamed VI, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron se reúnen en el Palacio Real de la capital, Rabat, el 28 de octubre de 2024 - PHOTO/ LUDOVIC MARIN / POOL / AFP

El diplomático y experto analista internacional Gustavo de Arístegui analizó en el programa “De cara al mundo” de Onda Madrid el recibimiento en Rabat al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y los 22 acuerdos firmados entre Marruecos y Francia. Además, consideró las relaciones de España con el reino marroquí.

Gustavo, reencuentro y reconciliación por todo lo alto. ¿Qué valoración podemos hacer de todo lo ocurrido en Rabat? Mohamed VI ofreció un baño de multitudes a su llegada al señor Emmanuel Macron, presidente de Francia, en un Mercedes descapotable con miles de personas en las calles.

Quizá haya que hacer un poco de historia de dónde venimos para entender todo. En el primer mandato de Emmanuel Macron le sucedió lo que a casi todos los presidentes de Francia. Se dice que Francia es una democracia que en realidad es una monarquía electiva, puesto que el cargo lleva aparejado muchísimo poder. No es un presidente figurón. Es un presidente con plenos poderes ejecutivos, aunque reciba el nombre primer ministro. Incluso se dice que hay menos pesos y contrapesos que en la democracia estadounidense.

Macron siempre tiende a pensar que la francofonía sigue existiendo con la fuerza que, lamentablemente, no tiene. Y en vez de hacer esfuerzos por mantener relaciones de igual a igual, respetando la soberanía, la independencia y la personalidad de cada uno de los Estados que hablan francés, y, especialmente, por ejemplo, los de África subsahariana, donde Francia está perdiendo influencia a manos llenas, intentó una aproximación a la política del Magreb muy paternalista y consiguió enfadar de manera muy profunda tanto a los argelinos como a los marroquíes.

El enfriamiento de relaciones fue absoluto. Hasta el punto de que las empresas francesas empezaron a tener dificultades para obtener contratos y había un sentimiento de irritación profunda en la opinión pública, incluso en sectores que no son especialmente favorables al Gobierno actual, al Gobierno del primer ministro Aziz Akhannouch y a los partidos de la oposición.

Se llegó a decir que el discurso de Macron, en el que se dirigió directamente a los marroquíes como si él fuera el jefe de Estado de Marruecos después del terrible terremoto del Atlas, fue uno de los momentos más bajos en las relaciones bilaterales desde que Marruecos consiguiera la independencia.

Es importante subrayar que Francia ha intentado por todos los medios acercarse a Marruecos, pero al mismo tiempo estaba intensificando muchísimas relaciones con Argelia. Ya sabemos que es un equilibrio muy complicado. Hubo visitas de Estado mutuas entre Francia y Argelia y eso también acabó congelando más las relaciones.

Es importante señalar que, después de muchísimos intentos por parte de Francia, sólo ha llegado esto en el segundo mandato, en el mandato en el que ya, obviamente, no tiene reelección posible Macron y en el que obviamente tiene que dejar algún tipo de legado, debido a la importancia del país norteafricano. No olvidemos que es una de las comunidades más influyentes en Francia, no sólo por el número de marroquíes, hay más argelinos indudablemente, sino por la calidad de estos.

Muchos franceses de origen marroquí tienen puestos de enorme relevancia. Recordemos que solamente en el Gobierno de François Hollande había tres mujeres marroquíes ministras, incluso dos de ellas nacidas en Marruecos. Los cómicos más importantes, los ingenieros, jefes de empresa, abogados, periodistas, profesores, egresados de las grandes escuelas, con número uno en su promoción, en fin, la lista es interminable.

<p>El primer ministro de Marruecos, Aziz Akhannouch, saluda al presidente de Francia, Emmanuel Macron, antes de su reunión en Rabat el 29 de octubre de 2024 - AFP/ LUDOVIC MARIN</p>
El primer ministro de Marruecos, Aziz Akhannouch, saluda al presidente de Francia, Emmanuel Macron, antes de su reunión en Rabat el 29 de octubre de 2024 - AFP/ LUDOVIC MARIN

¿Piensa que después de lo que ha ocurrido estos días en Rabat Francia puede mover ficha en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para resolver el diferendo del Sáhara? El Ministerio de Asuntos Exteriores francés ya ha adoptado el mapa de Marruecos íntegro, incluyendo los territorios del Sáhara. ¿Piensa que ahí puede haber una presión de Argelia, del Frente Polisario y de Rusia para que en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se dé un paso importante y que se consiga una solución en base a la autonomía para el Sáhara bajo soberanía marroquí?

No lo creo, francamente. Ahora, la capacidad de ciertos países de veto no permitirá un avance en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, tengamos en cuenta que el peso del cambio de posición de Francia no es cualquier cosa. Ha mantenido una posición más promarroquí que propolisario durante muchísimos años, pero de una forma matizada. En la respuesta actual, que es un poco la tendencia generalizada de los países más importantes del mundo, Estados Unidos, Alemania, Italia, Holanda, Bélgica, España, se va a concretar con el cambio de posición francesa o con, digamos, la consolidación de la posición matizada anterior.

Me gustaría subrayar algo que no se ha dicho suficientemente, y es el reconocimiento del Sáhara de un país que no es muy propicio a este tipo de declaraciones, que es el caso de Estonia, que es un país que, como todos los países bálticos, siente que la autodeterminación fue el elemento central de su independencia de la Unión Soviética y que el gigante ruso es su principal adversario, rival, enemigo potencial, y que, a pesar de eso, a pesar del apoyo que tradicionalmente han prestado los países bálticos a movimientos separatistas a lo largo y ancho del mundo, su reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara es mucho más importante que el peso del país.

<p>Bandera marroquí en la ciudad de Dajla - PHOTO/AIDA</p>
Bandera marroquí en la ciudad de Dajla - PHOTO/AIDA

Y, además, el movimiento se demuestra andando porque, además de esa asociación excepcional renovada, se han firmado 22 acuerdos de colaboración, con créditos franceses, por cierto, en sectores clave del desarrollo, la modernización marroquí, y muchos de esos, de esas inversiones, van a ir al Sáhara, van a ir a Dajla, a El Aaiún... Todavía no se habla de apertura de consulado, como si han hecho otros países, pero ahí el tema económico también respalda todo lo político, ¿no?

En efecto, los 22 acuerdos son muy importantes, pocas veces se han firmado tantos. Sabemos que en las visitas de Estado se firman acuerdos que tardan años en materializarse, pero muchos ya están congelados antes o sectores de interés mutuo para ambos países. No olvidemos que el tren de alta velocidad marroquí, el que va desde Tánger hasta Casablanca, es de diseño y ejecución francesa, tanto las vías como el material rodante, y que en este momento la extensión de ese tren de alta velocidad va a hacerse desde Casablanca a Marrakech y de Marrakech a Agadir, es decir, toda la parte norte del país.

En segundo lugar, se están construyendo dos mega puertos en los que hubiese podido participar empresas españolas y que incomprensiblemente ninguna se ha interesado por los proyectos. Uno es el de Nador, que se va a convertir seguramente en el puerto petrolero más importante del norte de África, aunque Marruecos no produzca petróleo; y, segundo, el superpuerto de Dajla, que va a ser uno de los más importantes de África occidental.

En consecuencia, estos 22 acuerdos van a volver a poner a Francia en el centro de la escena económica financiera inversora de Marruecos, cosa que había sido hasta ahora el caso de España. España había arrebatado el primer puesto como socio comercial e inversor a Francia hace algún tiempo. No se entonará bien en Francia este sorpasso español y me temo que estos acuerdos van a dejarnos a nosotros en breve en el segundo lugar.

Vista de la carretera que conduce al puerto pesquero de Dajla, Sáhara Occidental - AP/MOSAAB ELSHAMY
Vista de la carretera que conduce al puerto pesquero de Dajla, Sáhara Occidental - AP/MOSAAB ELSHAMY

Ahí quizá el problema sea que el Gobierno no puede apostar o no quiere apostar por Marruecos lo que debería, al ser ese socio estratégico que el Gobierno dice. Claro, en su seno tiene cinco ministros que son anti marroquíes, que son los ministros de Sumar, de la extrema izquierda, y que en cualquier momento pueden poner en crisis la estabilidad del Gobierno. En ese sentido, España tiene un problema a la hora de completar o apostar o, si me apuras, rentabilizar, que sería la palabra, sus relaciones con Marruecos.

Además, militantemente anti marroquíes y no olvidemos además que forman parte de grupos políticos que en el Parlamento Europeo son especialmente beligerantes contra Marruecos, es decir, que practican de alguna forma y si se me permite la expresión un tanto a brocha gorda, una especie de racismo político selectivo.

Están criticando siempre el paternalismo europeo hacia países en vías de desarrollo, países de renta media como es Marruecos, especialmente aquellos que son vecinos, aquellos que profesan religión y cultura distinta o aquellos que son obviamente de origen étnico y humano distinto del europeo y, sin embargo, en esto, curiosamente, aplican todos esos criterios restrictivos y un tanto xenófobos a Marruecos de manera selectiva, es decir, que no hay en el caso de la extrema izquierda española e incluso de una parte de la izquierda española un verdadero sentimiento de universalidad o de respeto sin ningún tipo de ambages a todas las razas, sexo o religión, sino que es selectivo en función de quién sea.

Lo mismo ocurre en ciertos países africanos. No vemos a la extrema izquierda del Parlamento Europeo, la extrema izquierda española, preocuparse por los problemas de derechos humanos en China, por ejemplo, ni en Rusia ni en otros países de Asia o de Oriente Medio. Sin embargo, se preocupan por los problemas de derechos humanos en países que ya no los tienen, como es el caso de Marruecos, o no critican, por ejemplo, los problemas que sí hay ahora en Túnez, el caos absoluto en el que se vive en Libia o, desde luego, en Argelia.

Las mujeres en Irán es una cosa especialmente grave, pero más grave todavía es que no se reivindique el papel importantísimo de la mujer en Oriente Medio, no se defienda los derechos de las mujeres en Irán, pero tampoco de los homosexuales, que son ejecutados públicamente en grúas de manera salvaje prácticamente todas las semanas en la República Islámica de Irán.