Teherán teme que la situación se vuelva incontrolable y se plantea, por primera vez, sentarse a hablar

Irán abre la puerta al diálogo tras la incorporación de los trabajadores petroleros a las protestas

photo_camera PHOTO/AFP - Una imagen obtenida por AFP fuera de Irán, muestra a personas reunidas junto a una motocicleta en llamas en la capital, Teherán, el 8 de octubre de 2022

Las manifestaciones en Irán entran en un nuevo escenario que abre la puerta del optimismo para la sociedad iraní. Tras semanas de protestas que han sido enfrentadas por una violenta represalia de las fuerzas del Estado, Teherán ha decidido valorar la opción de sentarse a negociar y admitir ciertos errores, algo inaudito en el Ejecutivo de Ebrahim Raisí. El detonante de este giro de guion ha sido la entrada en las manifestaciones de los trabajadores petroleros, algo que desde el Gobierno de Irán ven como una importante amenaza al control que llevan aplicando desde el estallido de las reyertas.

La entrada de estos trabajadores es, según los observadores, un punto de inflexión en el devenir de las protestas. Hace 40 años, el paro de estos fue el momento clave que causó el colapso del régimen del Sah, dando lugar a la llegada de Ruhollah Jomeiní, predecesor del actual líder supremo Ali Jamenei. Ahora, el país presidido por Raisí abre por primera vez una vía de diálogo ya que creen que, llegado este punto, será realmente complicado acabar con las protestas sin sentarse a hablar con los manifestantes.

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Lo que comenzó catalogándose desde Teherán como una conspiración extranjera ha terminado por despejar todas las dudas. Y esas dudas se han asentado en el seno de un Gobierno que teme por su control. Así lo ha reflejado una de las figuras más cercanas a Jamenei, Gholamhossein Mohseni Ejei, presidente de la Corte Suprema de Irán, quien ha sido el primero en ofrecer el diálogo a los protestantes. Ese primer paso es apreciado por los observadores como una clara muestra de preocupación, ya que ven muy complicado terminar con las manifestaciones mediante la represión policial, como habían hecho en anteriores ocasiones, y si ven obligados a seguir otro camino.

La sociedad iraní no está dispuesta a seguir bajo el yugo de la dictadura Ayatolá y lo dejan claro en cada jornada de protestas desde el asesinato de Mahsa Amini cuando permanecía bajo custodia policial por llevar mal puesto el velo. Esa muestra de fuerza por parte de los iraníes es la que ha obligado a Ejei a asegurar que “deben saber que tenemos oído para escuchar protestas y críticas, y estamos listos para el diálogo”. Además, admitía, en unas declaraciones realmente sorprendentes viniendo de uno de los hombres fuertes del líder supremo, que el sistema político de Irán puede tener “debilidades y fallas”.

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No obstante, no todas las palabras del presidente de la Corte Suprema han servido de autocrítica. También ha querido señalar que, a pesar de “estar listos para escuchar sugerencias y corregir cualquier error”, se debe “hacer una distinción entre las protestas pacíficas y los disturbios violentos”. Una distinción que, por otro lado, las autoridades del país no se detienen a hacer a la hora de responder violentamente en las calles. Y es que lo que antes era, según Jamenei, un “complot profundo, amplio y muy peligroso”, ahora fuerza al Gobierno iraní a dar, por primera vez en mucho tiempo, su brazo a torcer.

Las protestas de los últimos días han alcanzado un nivel de inestabilidad que ha provocado el cierre de la frontera entre Irán y Pakistán. La ciudad de Zahedán, al sureste de Irán, fue testigo de uno de los episodios más problemáticos de esta ola de manifestaciones. Ali Mousavi, jefe de inteligencia provincial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, fue asesinado al recibir un disparo en lo que fue un ataque reivindicado por Jaish Al-Adl, grupo militante yihadista asentado en el sur de Irán. Este fue uno de los sucesos que marcó el rumbo de las protestas que ahora da lugar a un nuevo escenario en el que el diálogo con el Gobierno iraní parece estar más cerca que nunca.
 

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