La sombra de unas quintas elecciones planea sobre Israel
Israel, de resaca electoral, sigue sin tener un bloque vencedor claro. Con el 97% de los votos escrutados y con un 67% de participación, la más baja desde las elecciones de 2013, el bloque de Netanyahu formado por el Likud, el Shas, el Judaísmo Unido de la Torá y el Partido Religioso, habría obtenido 59 escaños junto con Yamina, a dos de la mayoría.
El Likud, partido del actual primer ministro Benjamín Netanyahu, se ha erigido como el principal partido del país, en las cuartas elecciones en menos de dos años, con 30 escaños. Mientras que su principal opositor, Yesh Atid, liderado por Yair Lapid, y con la mayoría de los votos ya escrutados, ha conseguido 18 escaños, situándose como la segunda fuerza política dentro de Israel.
El bloque anti-Netanyahu, un grupo variopinto de facciones de izquierda, derecha y centro, también se ha quedado a las puertas de la mayoría. La gran sorpresa viene del Partido Raam (Lista Árabe Unida) que en un principio parecía no superar el umbral electoral del 3,25%, pero los resultados actuales le dan cinco escaños, mientras que a la Lista Conjunta seis.
El Comité Electoral Central ha adelantado que los resultados preliminares de los colegios electorales se anunciarían a lo largo del día. Pero aún es necesario esperar a que el Comité empiece a contar unos 450.000 sobres dobles, es decir, papeletas de diplomáticos, militares y contagiados de coronavirus y ciudadanos en cuarentena. Por lo que los resultados no serán definitivos hasta el viernes por la tarde.
Estas elecciones vienen marcadas por la entrada al Parlamento de Sionismo Religioso, un grupo supremacista judío, fuertemente racista y antiárabe, que podría tener la llave para formar Gobierno. Asimismo, la atención también se centra en lo que pueda hacer el partido de Yamina, partido de la derecha radical de Naftali Bennett, y el partido islamista Lista Árabe Unida, encabezado por Mansour Abbas, que aún no han declarado su apoyo a ninguno de los dos bloques.
A pesar de que el ganador aun es impredecible, Netanyahu se atrevía a ratificar su victoria a través de Twitter donde escribía "una victoria gigantesca". Pero a las 2h30 de la madrugada, y como consecuencia de la cambiante situación, el primer ministro alentaba a formar "un gobierno estable de derechas" y a "evitar unas quintas elecciones", en un discurso sin apenas público y de tan sólo 10 minutos de duración.
Por su parte, el líder de la oposición, Yair Lapid, avisó de que "Netanyahu no tiene 61 escaños, pero el bloque del cambio sí", en un discurso ante activistas de su partido Yesh Atid. Asimismo, llamó a los partidos del bloque anti-Netanyahu y prometió coordinar juntos sus próximos pasos.
Israel vuelve a estar ante una encrucijada, donde la formación de Gobierno se basará en pactos con una amalgama de partidos donde, por ahora, ningún bloque posee una mayoría clara. Netanyahu depende en gran parte de sus “aliados naturales” los ultraortodoxos así como de la decisión que pueda tomar su antiguo socio, Bennett. La sombra de unas quintas elecciones ya sobrevuela entre la sociedad israelí, que ve como nuevamente, formar un Gobierno va a resultar una carrera de obstáculos.
Quizás lo más destacable de los resultados es el auge de la extrema derecha judía del Partido Religioso Sionista, que entra con fuerza con seis escaños esenciales para forjar una mayoría. Y es que el crecimiento demográfico de los judíos ultraortodoxos y ultrarreligiosos provoca un aumento de la presencia de estos partidos en el seno del Parlamento, en contraposición del voto árabe que sigue descendiendo.