El búlgaro renuncia por “razones personales”

La ONU confirma que Mladenov no será finalmente el enviado especial para Libia

photo_camera AP/ADEL HANA - Nickolay Mladenov

El diplomático búlgaro Nickolay Mladenov ha comunicado al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, que no podrá encargarse del puesto de enviado de Naciones Unidas a Libia el próximo año debido a "razones personales y familiares", según señaló un portavoz de la entidad supranacional.

Nickolay Mladenov ha desempeñado la labor de enviado de la ONU para Oriente Medio desde 2015, encargado de la difícil tarea de mediar entre Israel y Palestina; una misión que toma ahora una especial relevancia tras la firma de los Acuerdos de Abraham por los que varios países árabes han establecido vínculos diplomáticos con el Estado israelí, bajo el auspicio de Estados Unidos. Recientemente, Mladenov se despedía de su cargo de enviado para Naciones Unidas en Oriente Medio confiando en que se solucione el problema e instando a los líderes palestinos e israelíes a trabajar juntos para “volver a la senda de las negociaciones". "El conflicto entre ambas partes ya ha durado demasiado", manifestó el diplomático búlgaro. 

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la semana pasada la propuesta de Guterres de nombrar a Mladenov como mediador de Libia y al noruego Tor Wennesland para suceder a Mladenov como enviado a Oriente Medio. Pero ahora el político búlgaro renuncia a su nuevo puesto por motivos personales. 

Mladenov le dijo a Guterres el lunes que cuando termine su actual rol como enviado para Oriente Medio el 31 de diciembre renunciará a las Naciones Unidas y "no podrá asumir el cargo de enviado especial para Libia... por razones personales y familiares", como reconoció el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, a diversos periodistas. 

La enviada en funciones de Libia, Stephanie Williams, continuará en el puesto, dijo Dujarric. Mladenov debía reemplazar a Ghassan Salame, quien renunció a su cargo como enviado de la ONU para Libia en marzo debido al estrés.

Esto supone un revés para la misión diplomática en Libia, país que sufre una cruenta guerra civil desde 2014 que enfrenta el Gobierno de Acuerdo Nacional del primer ministro Fayez Sarraj, radicado en Trípoli, contra el otro Ejecutivo oriental de Tobruk aliado al Ejército Nacional libio del mariscal Jalifa Haftar, en un escenario generado tras el derrocamiento de Muamar El Gadafi en 2011. 

Libia se ha convertido en un escenario de juego de intereses políticos donde participan varias potencias extranjeras interesadas en la posición geoestratégica de la nación norteafricana y en sus recursos petrolíferos. El Gobierno tripolitano recibe el sustento militar de Turquía y financiero de Qatar, además de ser reconocido por la ONU desde 2016 y apoyado por Italia; mientras, el Ejército Nacional de Haftar recibe el soporte de Araba Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto (rivales estos de Qatar en el plano internacional), Francia y Rusia. 

La ONU siempre ha intentado lograr la salida de los mercenarios que luchan en territorio libio. Sobre todo, los enviados por Turquía, que incluyen combatientes a sueldo procedentes de Siria adscritos a grupos ligados en el pasado con entidades terroristas como Daesh o Al-Qaeda, como han apuntado diversos analistas; y los enviados por Rusia dentro de la compañía privada Wagner, que sirve a los intereses del Kremlin ruso. 

En octubre, los dos principales bandos enfrentados, el Gobierno de Acuerdo Nacional y el Ejército Nacional de Libia acordaron un cese del fuego. Y, posteriormente, llegaron conversaciones desarrolladas por representantes políticos y militares de ambas facciones en Suiza, Egipto, Marruecos y en la propia Libia para acercar posturas y llegar a acuerdos sobre organización institucional y reactivación de actividades como la energética. Unos diálogos que han tranquilizado en parte la situación y que han servido para ir poniendo las bases para una futura paz, aunque continúa el enfrentamiento. 

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