El mundo agudiza su vista porque Rusia está en el punto de mira. Desde que el Kremlin comenzara la invasión de Ucrania, cada decisión se piensa dos veces, y una de ellas es la participación de Rusia en el G20. Indonesia, que actualmente ocupa la presidencia del G20, informó sobre que Vladimir Putin tenía previsto acudir a la próxima cumbre que se celebrará en noviembre en Bali, la primera desde que comenzó la invasión. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, señalaba que aún es “pronto” para ofrecer más detalles sobre las modalidades de su participación.
El presidente indonesio, Joko Widodo, informaba también que habló con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y que lo invitó a participar en la cumbre, a pesar de que Ucrania no es miembro del G20. Indonesia ha mantenido en todo momento una posición neutral y no se ha pronunciado todavía sobre la invasión de Ucrania.

No obstante, la confirmación de Indonesia sobre la participación rusa ha provocado reacciones en todo Occidente. Tanto es así que en la pasada reunión del G20, celebrada el pasado 20 de abril, los ministros de Finanzas de Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, abandonaron la asamblea en protesta por la presencia de Rusia.
Entre ellos, el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, declaró que “la guerra es incompatible con la cooperación”, exhortando a Rusia de abstenerse a participar en este tipo de reuniones. Lo mismo hizo la viceprimera ministra canadiense, Chrystina Freeland: “Las reuniones de esta semana en Washington tienen como objetivo sostener la economía mundial, y la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia constituye una grave amenaza para la economía mundial”.

Por su parte, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, también se sumó a estas protestas y decidió abandonar la reunión. Yellen, junto a otros representantes británicos, anunciaron que tienen previsto boicotear las sesiones en las que participen responsables rusos.
Frente a estas posiciones, el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, replicó que “el G20 siempre fue y sigue siendo ante todo un foro económico”. Además, culpaba a Occidente de la actual situación económica por las sanciones impuestas: “Con las sanciones se restringe artificialmente el aprovisionamiento del mercado, lo que provoca un desequilibrio y una fuerte subida de los precios”, añadía el ministro ruso.

La cumbre del G20 incluye a muchos países, y no todos se han postulado de igual manera frente a la participación de Rusia en la próxima cumbre. Muchos de ellos se han mantenido neutrales como México o Brasil. De hecho, el ministerio de Economía brasileño declaró que Brasil no participó en el boicot.
Otro de los países miembro que se han postulado en esta neutralidad ha sido Argentina. Su canciller, Santiago Cafiero, ha defendido que el Gobierno de Alberto Fernández no apoya la idea de “separar” a Rusia del G20. “Argentina no acompaña la separación de Rusia del G20 porque creemos en el multilateralismo y el multilateralismo se hace con países sentados en la mesa”, afirmó Cafiero, haciendo alegato a que el G20 es “un foro estrictamente económico”.

Esta escalada de las tensiones en el G20 ha aumentado desde la invasión rusa. La ultima cumbre celebrada de esta organización económica fue precisamente en febrero, poco antes a que se cometiera esta invasión. En Yakarta los líderes se comprometieron a coordinarse para una recuperación global “más fuerte”. No obstante, la ofensiva rusa ha ensombrecido el panorama internacional con el aumento de la inflación.
Ahora las posiciones han cambiado y Occidente veta a Rusia de su participación. No obstante, estas posiciones no son nuevas, especialmente con Rusia. El anteriormente llamado G8 expulsó a Rusia por su anexión de Crimea en 2014, y pasó a denominarse G7 con los otros miembros: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
Coordinador de América: José Antonio Sierra.