El Ejército ruso continúa sin dar tregua a los territorios del sur y el este de Ucrania, y después de varios días de ataques especialmente intensos en las proximidades de Mariúpol y Jersón, hoy le llegaba su turno a la ciudad de Odessa. La “perla del mar Negro”.
Ya el pasado Sábado Santo –en el calendario ortodoxo– los ciudadanos de la localidad quedaban conmocionados tras un bombardeo contra edificios residenciales que dejaba cerca de una decena de civiles muertos. “Para la Pascua, muchas familias habían regresado a Odesa. Durante semanas se habían escondido de un inminente ataque ruso en el campo o en el oeste de Ucrania. Pero esa ciudad en el sur de Ucrania se había librado durante mucho tiempo de los bombardeos rusos, así que muchos pensaron que estaban a salvo”, contaba el estudiante ucraniano, Oleksi Mijailo, para el medio DW.

Sin embargo, la nueva ofensiva rusa en la región parece tener un propósito diferente. El bombardeo del Ejército del Kremlin contra el estratégico puente levadizo de Zatoka, varios kilómetros al sur de Odessa, no es otra cosa que un intento de Moscú por aislar los territorios separados del resto del país por el estuario del río Dniéster. De este modo, el tráfico que diariamente cruzaba el río a través del puente ha tenido que ser desviado, de forma temporal, por la carretera internacional E87. Un trayecto que, durante más de 7,5 kilómetros transcurre sobre territorio transnistrio, en Moldavia.
Photos of the bridge in #Zatoka, #Odessa #Ukraine after the missile strike. pic.twitter.com/tuGLFWDrwf
— Richard Jones (@Richard12545678) April 26, 2022
La importancia de este desvío no sería trascendente de no ser porque, tan solo en las últimas 24 horas, la república moldava de Transnistria –república casi independiente ‘de facto’ – ha sufrido una serie de ataques terroristas que han disparado las tensiones. “Según la información de la que disponemos, los intentos de escalada están relacionadas con fuerzas internas de Transnistria que quieren comenzar una guerra y están interesadas en desestabilizar la situación”, declaró Maia Sandu, presidenta de Moldavia, durante una rueda de prensa.

El asesor presidencial ucraniano, Mijaíl Podolyak, por su parte, acusó a Rusia de intentar “desestabilizar” la región moldava. “Entendemos claramente que este es uno de los pasos de la Federación Rusa”, expresaba el presidente Volodímir Zelenski. “Y está claro por qué: para desestabilizar la situación en la región, para amenazar a Moldavia. Les muestran que, si Moldavia apoya a Ucrania, habrá ciertas consecuencias”.
El puente de Zatoka, además, representaba para Kiev una de las únicas rutas ferroviarias todavía bajo su control total. Desde el comienzo del bloqueo portuario en las cosas del mar Negro, este paso se había erigido como un paso prometedor para las comunicaciones con los territorios más occidentales de la región de Odessa, así como para las exportaciones ucranianas hacia otros países como Rumanía o Bulgaria.

Mientras, al sureste del país Moscú no ha dejado pasar ni un día más, y –según ha afirmado Petro Andryushchenko, un asesor del alcalde de Mariúpol– este miércoles ha reanudado los ataques contra la acería de Azovstal. El último bastión de la resistencia ucraniana en la localidad de Mariúpol, donde se encuentran refugiados cerca de 1.000 civiles y varios soldados del Ejército de Kiev, y donde según fuentes del batallón Azov hay más de 400 heridos en estos momentos. Con esta renovada ofensiva oficial, Putin ha puesto fin a un alto el fuego unilateral que anunció a comienzos de esta semana, y que apenas sí ha tenido alguna repercusión real.
Y en tanto que los ataques siguen sucediéndose en muchas regiones de Járkov, Izium, Lugansk o Jersón, las autoridades internacionales advierten de que las prácticas de asedio urbano empleadas por Moscú en Mariúpol podrían extenderse a otras ciudades. “La cruel lógica de estos cercos es la de que el atacante ve demasiado costoso luchar y decide matar de hambre al ejército defensor, y con ello a mujeres y niños”, ha advertido el excoordinador de asuntos humanitarios de Naciones Unidas, Jan Egeland, durante una rueda de prensa organizada por la Asociación de Corresponsales de Naciones Unidas (ACANU).

“Es una carrera contrarreloj por ayudar al este y sur de Ucrania, donde la lucha se está intensificando y desafortunadamente no hay tantos testigos de ello como los que hubo en Kiev”, afirmó Egeland.
Además, durante la noche de este martes, las tropas rusas lanzaron “tres misiles contra Ucrania para que volaran directamente sobre los bloques de nuestras plantas de energía nuclear”: Zaporiyia, Khmelnytska y Yuzhnoukrainsk, denunciaba a través de un video el presidente Zelenski. Algo que ha sucedido pocos días después de que el director general de la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Mariano Grossi, advirtiese sobre los niveles de radiación en la planta de Chernóbil, al norte del país.
“El nivel de radiación, diría, es anormal. Hubo algunos momentos en que los niveles aumentaron debido al movimiento del equipo pesado que las fuerzas rusas traían aquí y cuando se fueron. Estamos siguiendo ese día por día”, expresó Grossi.

Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha advertido en las últimas horas de que Rusia responderá con un ataque "relámpago" a cualquier injerencia estratégica en lo que ocurre en Ucrania, escenario desde hace dos meses de una campaña militar rusa. “Si alguien, insisto, se dispone a interferir en los acontecimientos en marcha y crea amenazas estratégicas inadmisibles para Rusia, deben saber que nuestros ataques de respuesta serán relámpagos, rápidos”, afirmó Putin durante una intervención ante el Consejo de Parlamentarios en San Petersburgo.