Tebboune pide reunirse con Joe Biden

El ballet americano continúa en Argelia. Los encuentros entre responsables argelinos y estadounidenses se multiplican, pero siempre a petición de la administración norteamericana y sus representantes. En poco más de un mes, el ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, visitó Washington el 9 de agosto, invitado (algunos dicen que convocado) por el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken.

A esta visita siguió, el 3 de septiembre, un viaje a Argel del subsecretario de Estado Adjunto, que se entrevistó con el secretario general del Ministerio argelino de Asuntos Exteriores en ausencia del ministro, que se encontraba de gira en el extranjero. Cuatro días más tarde, el 6 de septiembre, en un hecho sin precedentes, el director de la CIA habló por teléfono con el jefe del Estado Mayor del ejército argelino. El miércoles 13 de septiembre, Elizabeth Moore Aubin, embajadora de los Estados Unidos de América, se reunió con el presidente Tebboune en el Palacio El-Mouradia, sede de la Presidencia de la República. Fue un auténtico despliegue diplomático estadounidense en Argelia. Sin precedentes.
La embajadorade Estados Unidos en Argel es muy activa. Ha visitado más de veinte wilayas (departamentos) en los cuatro puntos cardinales del país. Se ha entrevistado con numerosas personalidades políticas y militares, entre ellas el jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Saïd Chengriha. Una visita que plantea muchos interrogantes, dado que no es función de un embajador reunirse con el jefe militar del país anfitrión. Es prerrogativa de los agregados de defensa.
Elizabeth Moore Aubin también visitó a los dos periódicos en lengua árabe que habían publicado una calumnia contra Emiratos Árabes Unidos en El-Khabar y una información sobre la destitución del embajador de EAU y otros cuatro diplomáticos en el portal de Internet En-Nahar. Esta información fue retirada rápidamente y provocó la destitución, a última hora de la noche del 20 de junio, del ministro de Comunicaciones, Mohamed Bouslimani.

Según observadores bien informados, este ballet norteamericano se refiere esencialmente a la solución de la "cuestión del Sáhara Occidental", que Argel mantiene obstinadamente y sigue envenenando las relaciones entre los dos principales países de la región, Marruecos y Argelia, lo que supone una grave amenaza para la paz en la región. Washington parece decidido a poner fin a este asunto, que corre el riesgo de ver a los rusos entrar en liza y dar un nuevo giro a la situación geopolítica del norte de África, aunque Moscú mantenga las mejores relaciones con Rabat.
Aprovechando la insistencia norteamericana en resolver este espinoso asunto, que se arrastra desde hace casi medio siglo, los argelinos quieren hacerse más importantes a los ojos de la administración estadounidense intentando obtener el máximo a cambio de las concesiones que se harán a uno de los aliados más fiables de su adversario marroquí. Es cierto que Washington intenta que Argel admita una realidad que ignora obstinadamente, a saber, la marroquinidad del Sáhara, que se ha hecho realidad gracias a innumerables logros en materia de desarrollo socioeconómico.
El reconocimiento de esta realidad por parte de Argel sería nada menos que una bofetada en la cara, que sería muy mal recibida en un momento en que la diplomacia argelina está sufriendo un revés tras otro. El último revés, que la prensa argelina ignora tras varios días de argucias, es el rechazo de los nigerinos a la mediación argelina en la crisis tras el golpe militar del 26 de julio.
No hace falta ser un genio para adivinar que el tándem Tebboune-Chengriha es reacio a aceptar las propuestas americanas. Es probable que estas propuestas enfrenten a los dos hombres a un año de las elecciones presidenciales. De ahí la necesidad de que el inquilino del palacio El-Mouradia exprese a la embajadora estadounidense en Argel su necesidad de entrevistarse con Joe Biden durante su próximo viaje a Nueva York, donde está previsto que se celebre la Asamblea General de la ONU el 19 de septiembre.

Incapaz de soportar la fatiga de los viajes largos, Tebboune se ve obligado a hacer escalas en el camino de ida y vuelta. Como hizo en su viaje a China, con escalas en Doha a la ida y Estambul a la vuelta. El presidente argelino desea aprovechar su viaje a Nueva York para reunirse con el jefe del Ejecutivo estadounidense.
Será una oportunidad para él, en primer lugar, de añadir a su palmarés un encuentro con uno de los grandes líderes mundiales, después de Putin y Jinping, y de dejar atrás sus fracasos en los BRICS y en la mediación en Ucrania y Níger. Una vez que haya satisfecho su ego, estará deseoso de obtener una garantía de apoyo estadounidense para un segundo mandato, a través del cual colgará la posibilidad de una solución de la cuestión del Sáhara.
Armado con el apoyo norteamericano, Tebboune podría presentar argumentos sólidos a los generales argelinos para que le vuelvan a nombrar por otros cinco años a la cabeza del Estado argelino. Obviamente, los reyes de Argelia nunca rechazarían el apoyo estadounidense, ni siquiera si se lo dieran a través de Tebboune. Es una garantía de que los estadounidenses y todo Occidente seguirán haciendo la vista gorda ante el claro retroceso de Argelia en materia de democracia y libertades individuales.
Los planes de Tebboune no pasan desapercibidos para los estadounidenses. Ni que decir tiene. Así que la decisión de Joe Biden de aceptar reunirse con Tebboune en la Casa Blanca en los próximos días será considerada cuidadosamente en Washington. Los estadounidenses nunca dan nada a cambio de nada y no se dejan engañar fácilmente.