Essaouira, símbolo y ejemplo de tolerancia

Essaouira y sus alrededores ofrecen numerosas actividades interesantes para los turistas que deseen visitar esta joya de la costa atlántica marroquí. Aunque, además del surf o los agradables paseos a camello, esta ciudad portuaria también cuenta con una rica historia basada en la convivencia pacífica entre las distintas religiones. Historia que puede servir de ejemplo para el presente con el fin de lograr sociedades más unidas y tolerantes.

En sus tranquilas calles, hogar de numerosos cariñosos gatos callejeros, se esconden detalles que revelan ese legado de armonía y respeto que hoy más que nunca es necesario recuperar.

Essaouira es un modelo de convivencia pacífica entre confesiones, algo que se puede percibir en la arquitectura de la ciudad. Por ejemplo, es común observar los símbolos de las tres religiones abrahámicas en lugares concurridos, como ocurre en Bab el-Marsa, la entrada a la ciudad desde el puerto, también conocida como la puerta de la tolerancia por lucir la media luna islámica, la estrella de David judía y la concha de Santiago, símbolo que identificaba a los cristianos de la localidad.

Este respeto se percibe incluso en lugares de culto. Por ello, en Essaouira es normal ver una concha de Santiago o una estrella de David sobre las puertas de las mezquitas, algo que nos recuerda la importancia de respetar a las demás religiones antes de practicar la nuestra.

Al igual que ocurre en muchas ciudades de Marruecos, Essaouira posee un importante legado judío que las propias autoridades locales y estatales se esfuerzan por mantener y promocionar. En esta ciudad encontramos, por ejemplo la casa de la memoria, conocida como Bayt Dakira, un lugar simbólico y pedagógico que busca preservar la herencia judeo-marroquí.

Con saludos que entremezclan el árabe y el hebreo -“Salam Lekoulam” y “Shalom Alayjoum”- este espacio ubicado en el barrio judío o Mellah nos abre sus puertas y nos recuerda la importancia de tender puentes basados en la tolerancia y coexistencia con el fin de construir sociedades más abiertas.

Bayt Dakira fue inaugurada en 2020 por el propio rey de Marruecos, Mohammed VI, quien estuvo acompañado por el asesor real Andre Azoulay, judío marroquí oriundo de Essaouira. Dentro de este complejo, que en el pasado fue la casa de una familia de comerciantes judíos, se encuentra la sinagoga Slat Attia, así como objetos religiosos que utilizaba la comunidad judía de la ciudad. También se incluye una torá del siglo XVII que el rey Mohammed VI donó a Bayt Dakira de su colección privada.

Además de ser un ejemplo y símbolo de esa tolerancia religiosa, la localidad costera siempre ha sido un punto clave del Reino. En el pasado, Essaouira era el punto de partida de las largas caravanas de hasta 1000 dromedarios que tenían como destino Tombuctú, en el corazón del desierto.

La ciudad portuaria continuó teniendo un peso relevante hasta la llegada de los franceses, época en la que dejó de ser la capital económica de Marruecos. Esto provocó el empobrecimiento de la ciudad y la emigración de muchos de sus ciudadanos hacia ciudades más grandes.

No obstante, con el paso de los años, Essaouira ganó popularidad entre los hippies, que se sintieron atraídos por los paisajes naturales y la tranquilidad de la zona. Igualmente, la música, sus festivales y galerías de arte han hecho de la ciudad en un foco cultural clave que cada día gana más popularidad.