Antonio Gallego Roca
Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
Jorge Luis Borges (Del poema Límites)
Una tarde septembrina del año 2012 en Rabat, a raíz de nuestra común pasión por la fotografía y habiéndonos conocido en un país centroeuropeo, Leila y yo inventamos una tertulia a dos en el hotel Diwan de Rabat para hablar del problema del tránsito subsahariano por Marruecos, charla sazonada con gin tonics y pistachos.
Me cuenta de Alassan, ciudadano de Benín, quien fuera la imagen pura de este periplo. Este habitaba en el conocido barrio de Takadoum, llamado por los marroquíes “el gueto de los africanos”. Mujer de carácter decidido, me invita a ir con ella al día siguiente a adentrarme en esta comunidad subsahariana, sin aparatos de fotografía, únicamente nuestros ojos y sentidos. Recuerdo callejuelas estrechas, personas heridas, hacinados hasta para dormir, llegándolo a hacer incluso de pie. No puedo olvidar los ojos de esos hombres, el humo caliente de los roscos que comimos en la terraza de una de esas viviendas. Leila rozaba mi codo de vez en cuando para fotografiar conjuntamente con la mirada ese desgraciado espectáculo humano.
Siempre me impactó esa visita, donde contrastaba su belleza con el oscuro paisaje. He seguido con entusiasmo su trabajo fotográfico, esos rostros tan bien captados por su sensibilidad y fineza, arrugas y pliegues de la vida sobre un fondo perfectamente mate. Me decía que a veces basta con una sola mirada para adivinar la historia de las personas a quien fotografiaba, y le encantaba la fotografía natural, sin artificios. Desde hace un par de días no he podido dejar de pensar en esa joven marroquí llena de vida y proyectos cuyo afán viajero y creativo le habían llevado hasta Burkina Faso por encargo de Amnistía Internacional. No puedo ni siquiera imaginarla tendida, ensangrentada, herida en un hotel – Splendid - con un nombre idéntico al que suelo frecuentar en la ciudad donde pasamos tan agradables momentos, Rabat, y donde me enteré de tal fatal noticia.
Descanse en paz, Leila Alaoui.