Los residentes en zonas afectadas por el seísmo se sorprendieron por la aparición de importantes caudales de agua

Manantiales de agua brotando en la región de Al-Haouz después del terremoto

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Después del potente terremoto de magnitud 6,8 que mató a más de 2.500 personas, los habitantes de la región han sido testigos de un raro fenómeno geológico cuyo impacto se califica de positivo para los pueblos afectados y la economía local.

En medio de la tragedia del seísmo que azotó varias zonas de Marruecos el mes pasado, los residentes de muchas de estas regiones se sorprendieron por la aparición de nuevos manantiales de agua, así como por la resucitación de otros manantiales que se han quedado secos durante años.

Mientras que los habitantes de las zonas afectadas por el seísmo lidiaban con los escombros en busca de supervivientes y cuando aún cicatrizaban sus heridas, se dieron cuenta de que al mal que les hizo el terremoto le ha acompañado un bien inesperado: son cascadas y manantiales de agua que han surgido en Al-Haouz y Ouarzazate regalando a la población una fuente de agua cerca y de fácil acceso.

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En el camino entre Taroudant y Marrakech, a unos 1.500 metros de altitud, la carretera ubicada en la cordillera del Atlas, recientemente despejada, es ahora atravesada por un torrente de agua pura. Todos los habitantes de la región han constatado desde hace un mes, la aparición de estas llegadas de agua a lo largo de la ruta que pasa por la montaña.

Según los habitantes de la zona, “normalmente, para tener tanta agua, es necesario que llueva mucho. Sin embargo, este flujo de agua inesperado surgió gracias al terremoto”. Después de largos años de esperar la lluvia para salvar la vida de la fauna y la flora de la región, nadie pudo imaginar que un desastre natural podría llevar el milagro de los manantiales de agua que han premiado la paciencia y la solidaridad de los campesinos.

Cabe mencionar que Marruecos ha experimentado una grave sequía durante años consecutivos de escasez de lluvia, en muchas de sus regiones; incluidas las afectadas por el terremoto en las regiones de Al-Haouz, Chichaoua, Taroudant, Ouarzazate y Azilal. Aún más, el año pasado fue el peor de los últimos seis años de estrés hídrico, así como el peor año de sequía para el país en 40 años.

En estas zonas montañosas acostumbradas a las sequías estivales, la aparición del agua se ve a menudo como una bendición, pero debido a los daños materiales causados por el seísmo, todavía se requiere tomar varias medidas para conseguir aprovechar de estos flujos de agua de la manera más conveniente; con el fin de reequilibrar la oferta y la demanda de servicios de agua a través del buen manejo de estos recursos hídricos.

El terremoto más mortífero en Marruecos en más de 60 años, liberando su energía en ondas subterráneas, había provocado un cierto cambio de caudal por afectar la estructura del subsuelo de las zonas siniestradas. Lo cual causó grietas en las aldeas montañosas; dando lugar al surgimiento de manantiales de agua y la recuperación de fuentes desaparecidas hace años.

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Especialistas en geología estructural explican este fenómeno como consecuencia directa del seísmo que ha hecho sacar el agua almacenada en rocas porosas a través de las grietas y las fracturas; y liberarla a la superficie topográfica. De esta manera, los manantiales de agua pura en las rocas fluyen continuamente hacia el valle del paso de Tizi-n-Test que cruza el Alto Atlas.

Pese al agua que se volvió más abundante, el terremoto destruyó también los campos agrícolas. De hecho, es necesario reconstruir estos cultivos y adaptar los sistemas de riego al nuevo caudal. Mientras tanto, los agricultores esperan la rehabilitación de sus pueblos para volver a trabajar. 

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Por el momento, el futuro de estos manantiales depende de las reservas de agua que poseen y de las lluvias que conocerá este invierno. No obstante, el surgimiento de estos flujos de agua cambiará probablemente la vida de la gente de estas zonas afectando la economía local por el cambio que experimentaron estos manantiales. La razón es que, invirtiendo la trayectoria del agua subterránea, el terremoto ha abierto unos y ha provocado el cierre de otros.

En todo caso, no se puede negar que estas fuentes y manantiales aliviarán el sufrimiento de muchas áreas remotas donde a la gente le costaba mucho viajar largas distancias para acceder a su agua potable y sus alimentos.

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