Niare es una jueza maliense especializada en la lucha contra la trata en un país que mantuvo el delito sin legislar hasta 2012

Oumou Niare: "Luchar por las mujeres es un deber moral"

photo_camera GUILLERMO LÓPEZ/ATALAYAR - Oumou Niare en Madrid

Oumou Niare, es magistrada del Tribunal de Gran Instancia de la Comuna III de Bamako (Malí). Se trata de mujer africana con un gran compromiso con las mujeres de su país y su comunidad. No sólo por su trabajo como jueza, sino también por su labor en las asociaciones de mujeres de Malí. Accedió a su puesto en la judicatura maliense en 2002, y en 2004 empezó a trabajar como fiscal adjunta en la capital del país, Bamako. Se trataba de una época en la que Malí seguía sufriendo las heridas de su pasado, sobre todo la esclavitud, ahora bajo la forma del tráfico de mujeres que floreció con las pequeñas industrias del oro al sur del país. Malí, sin una legislación que permitiera luchar eficazmente contra la trata de personas, se convirtió en el escenario de atroces actos cometidos contra los seres humanos. A esa situación se le sumó la particularidad de Mali como país: la gran extensión del territorio hace de las fronteras malienses unas muy porosas. Consciente de todas estos problemas, Niare decidió que dedicaría sus esfuerzos como jueza a luchar contra las trata de seres humanos y a la vida asociativa para las mujeres rurales de Mali.  

En octubre de 2021, Oumou Niare formó parte de una delegación de mujeres africanas que visitó Madrid con el programa RAISA de la AECID. 20 líderes de África y del Mediterráneo se reunieron en España para compartir sus puntos de vista y crear vínculos que les permitieran trabajar juntas en el futuro.  

¿Cómo ha cambiado la justicia maliense con respecto a la trata de personas en los últimos 20 años? 

Mi primer trabajo fue como fiscal adjunto en el tribunal de gran instancia de la comuna III del distrito de Bamako. Ahí es donde me enfrenté realmente por primera vez a los casos de trata de personas y tráfico de migrantes. Lo que hay que saber es que en aquella época no había leyes y era muy difícil reprimir algo que no existía en nuestro arsenal jurídico. Fue muy complicado porque tuvimos que ser inventivos. No diría que inventásemos la ley, pero tuvimos que buscar en los artículos del código penal lo que podría corresponder a las condiciones para la consideración de un delito como la trata o el tráfico de migrantes.  

También hay que saber que desde el año 2000 hay una fiebre del oro en Malí. Esto ha hecho que muchos extranjeros lleguen a Malí para dirigirse a las zonas mineras, sobre todo mujeres nigerianas que han llegado como víctimas de la trata. Algunas de ellas se atrevían a venir a denunciar, pero no tenían respuesta por parte de la justicia maliense. Había una barrera lingüística con la policía, con la administración de justicia, con los magistrados. En mi caso, tuve la suerte de hacer parte de mis estudios en Estados Unidos, por lo que tengo la oportunidad de hablar inglés, y en ese momento me dije que tenía que luchar por ellas.  Porque no tienen voz. 

oumou-niare-mali

Así que establecí un sistema de trabajo en ese momento con mi fiscal. Tuvimos que crear un punto de atención para las víctimas de trata y del tráfico de inmigrantes.  En aquel momento, era un tema del que los magistrados malienses sabían muy poco, así que también tuvimos que formarlos.  El siguiente punto era tener una ley para reprimir la trata. Pero mientras tanto, mientras no había ley, había que buscar delitos que pudieran corresponder de forma similar, como ya he explicado.  Y, afortunadamente, encontramos en su día, en el código penal, delitos como la agresión o el secuestro, que existen y que sirven para este cometido. Este es el arsenal legal que se utilizó durante años. Hasta que, en 2012, justo después del golpe de Estado, tuvimos la suerte de contar con una mujer magistrada al frente del ministerio de Justicia: Sanogo Aminata Mallé. A partir de ese momento, las asociaciones de mujeres, de las que también formé parte, pudimos intercambiar mucho con la nueva ministra y terminamos obteniendo una ley especial contra la trata en 2012.  

Sanogo Aminata Mallé la convirtió en su caballo de batalla, porque la ley fue promulgada, pero no era conocida en absoluto, ni por el público, ni por el poder judicial, ni por la policía. Fue necesario hacer entonces un gran trabajo para cubrir todo el país con esta nueva ley. Las magistraturas del Estado están dispersas a lo largo del territorio de Malí, que es muy extenso. Por lo tanto, no todos los magistrados de Malí tienen las mismas oportunidades, recursos o facilidades.  Un magistrado que trabaja en Bamako y un magistrado que trabaja en Gao o Tombuctú, por ejemplo, no tienen los mismos medios para estar al tanto de la evolución del derecho y de la promulgación de las leyes. Así que lo convirtió en su caballo de batalla. Decidió que esta ley debía hacerse pública en todo Malí. 

¿Puede hablar de estas víctimas? ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son los culpables de esta situación ? 

En primer lugar, hay que saber que Malí es un país de salida, tránsito y destino para muchos. Por lo tanto, es difícil tratar muchos casos. Algunas mujeres nigerianas solo pasan por Bamako, otras se quedan, muchas van a las zonas mineras... Hay algunas que vienen a prostituirse, pero hay que saber desde el principio que cuando salen de Nigeria, se pone en marcha todo un escenario para poder someterlas. Hay mujeres llamadas 'mama' que reclutan a chicas jóvenes de Benin City, la mayoría de los casos, según las estadísticas. Cuando vienen, se les organiza todo un 'show' para engañarlas y obligarlas a entrar en ese círculo. Se les lleva a un templo, se les hace jurar que no traicionarán a la 'mama'. Y se les obliga a ir a Malí durante un periodo de 4 o 5 años bajo amenazas y coacciones para que paguen una cantidad de dinero durante un tal periodo de tiempo, so pena de que ejecuten a sus familiares si no cumplen su promesa. Les cortan el pelo o las uñas, lo ponen en una bolsa... Es un ritual, una enorme presión psicológica. Llegan petrificadas a Mali, es aterrador.  

oumou-niare-mali

Estas mujeres nigerianas acaban, en la gran mayoría de los casos, en bares o pueblos de las zonas mineras, que, como he dicho antes, aparecieron al sur del país en la década de 2000. Se trata de pueblos habitados principalmente por nigerianos, en los que prácticamente sólo se habla inglés, a pesar de que el francés es la lengua oficial de Malí, pero no de Nigeria. Se tratan de pueblos del sur que se dedican exclusivamente a la extracción de minerales, pero muy a menudo de forma artesanal.  

Así que generalmente los culpables son también personas, hombres, que vienen de Nigeria. Son redes para ser precisos. Estas mismas redes también están implicadas en otros delitos, como las drogas, etc. Muy a menudo llegan a Malí a la vez que las víctimas porque son los que acompañan a las mujeres bajo las órdenes de la 'mama'. Este es el lado malo de la CEDEAO, que incluye la libre circulación de personas dentro de su territorio. 

¿Cómo reacciona la sociedad maliense ante este problema? 

Lo que hay que saber es que la prostitución está muy mal vista en Malí y, por desgracia, con la llegada de estas mujeres nigerianas, se ha convertido en la profesión 'de las mujeres nigerianas'. Por eso, cuando en Malí se habla de proxenetismo y prostitución, se habla de mujeres nigerianas.  Pero hay que decir que también hay malienses que están metidos en este tipo de actividad, a veces van allí para trabajar en las minas, pero también para prostituirse.  Por desgracia, la percepción general de los malienses hacia las mujeres nigerianas es muy mala, y esto es algo que va en contra de nuestros esfuerzos por divulgar y hacerlas ver como las verdaderas víctimas de todo este tráfico, porque ellas son las víctimas. Muy a menudo, los malienses no entienden ni saben que la trata no es voluntaria. Así que también tenemos mucho trabajo a nivel de base, a nivel de la población, a nivel de la administración, y trabajamos mucho con la embajada de Nigeria con la que, afortunadamente, tenemos muy buena relación porque hemos tenido la suerte de encontrar gente 'muy buena' a este nivel, que entiende que es un gran problema y que está dispuesta a ayudarnos.  

Esta cooperación internacional nos permite realizar redadas con la policía maliense, pero también con la Interpol en bares y pueblos de las zonas mineras. Y es entonces cuando recuperamos a las víctimas. Lo hacemos con el apoyo de la embajada de Nigeria. Esto nos permite demostrar que no estamos sólo para echar a los nigerianos de Malí, porque también estamos con su administración.  

¿La situación actual de Malí, que sufrió un golpe de Estado en 2020, tiene alguna repercusión en su trabajo y en el buen funcionamiento de la lucha contra el tráfico?  

Podría decir que en mi trabajo diario, a nivel de justicia, no ha tenido impacto. Pero en mi trabajo en el sector asociativo, sí que ha habido un impacto. Hay que saber que muchos socios técnicos y financieros se retiraron de Malí tras el golpe de Estado de 2020. Me refiero a la administración de Estados Unidos, por ejemplo, a los estadounidenses que habían dado fondos a la justicia maliense para combatir mejor el tráfico. También están muy involucrados en esta lucha.  

En 2010, Malí estaba en la lista roja de Estados Unidos. Como he dicho, fue necesaria la llegada de la ministra, cuando no teníamos ninguna ley, y estábamos en la lista roja de los países que menos combaten la trata y la esclavitud y pudimos revertir esta tendencia desde 2012.  Así que el golpe de Estado tuvo implicaciones indirectas en mi trabajo, y más relacionadas con el exterior de Malí, no con su interior.  

oumou-niare-mali

 ¿Cuál es su sentimiento y cuáles son sus emociones al ser una mujer, en Malí, luchando por las mujeres? 

Para mí es una obligación moral que tengo con estas mujeres. Siempre he dicho que cuando se tiene la oportunidad de educarse, de ir a la escuela, en países como el mío, de hacer estudios superiores, también hay que dar algo a las demás mujeres. Por eso quiero trabajar para las mujeres de mi país, especialmente las de las zonas rurales. Y creo que esto es totalmente necesario. Cuando las mujeres llegan ante un juez, están totalmente perdidas. Hay que trabajar por ellas y con ellas, no sólo a través de los tribunales sino también a través de las asociaciones.   No solo en Malí, sino con todas las mujeres africanas, debemos crear una cadena fuerte, de la que nosotras seamos los eslabones.  
 

Más en Sociedad