Sahel, uno de los entornos más duros del mundo

Atalayar

PIE DE FOTO: La desnutrición afecta el desarrollo de casi seis millones de niños en el Sahel.

La región del Sahel se enfrenta a una grave crisis alimentaria, que afecta a nueve países: Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger, Camerún, Nigeria, Senegal, Gambia. Según la ONU, unos 23,5 millones de habitantes, casi la sexta parte de la población, carecen de comida suficiente y al menos 6 millones de ellos precisan asistencia alimentaria de emergencia. Además, la desnutrición amenaza la vida y el desarrollo de 5,9 millones de menores de cinco años.

Pero la crisis nutricional no es el único problema de esta región que se extiende por la franja sur del desierto del Sáhara. Es uno de los entornos más duros del mundo. Unos 145 millones de personas de esta región viven amenazadas por la desnutrición y la escasez de agua. La dificultad de controlar las fronteras, la mala distribución de las rentas procedentes de la explotación de recursos, la corrupción, la escasa integración de las poblaciones nómadas (como los Tuareg) y la falta de capacidad de los Estados para controlar sus vastos territorios, han permitido el desarrollo de un conjunto de serias amenazas para la estabilidad regional y la seguridad internacional. La difícil situación estas comunidades se ve agravada por el impacto del cambio climático, los desastres naturales recurrentes, los brutales conflictos armados y la violencia.

La región del Sahel puede considerarse una de las más pobres del planeta. Varios de los países que conforman esta región están entre los últimos veinte en la lista del Informe sobre Desarrollo Humano 2014.

Por otro lado, las tensiones y los conflictos de los últimos años han causado la destrucción de infraestructuras básicas, numerosas muertes y movimientos poblacionales. Según el Plan Operativo Anual 2015 de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la región comenzó 2015 con alrededor de 2,8 millones de personas afectadas por los desplazamientos forzados. Una cifra que representa un aumento súbito en comparación a 2014, donde la cifra era más próxima a 1.6 millones.

La insurgencia del grupo terrorista Boko Haram en el noroeste de Nigeria, ha causado al menos 17.000 muertos y 2,6 millones de desplazados, lo que ha dado lugar a una crisis humanitaria que se agrava conforme el grupo terrorista recrudece los ataques.

En Malí, a pesar del acuerdo de paz firmado en junio de 2015, la inestabilidad, las extorsiones, la escasez de alimentos, la rivalidad tribal y las luchas entre pastores y granjeros han seguido provocando la huida del país de muchos civiles. El vacío de poder en el este de Malí está siendo otro factor determinante en este flujo de refugiados hacia el país vecino, Níger. la inseguridad continúa reduciendo el acceso de las comunidades a los servicios esenciales.

Ante esta grave situación las agencias de ayuda de Naciones Unidas y sus socios en el Sahel solicitaron fondos por 2.000 millones de dólares para brindar asistencia humanitaria en 2016 a millones de personas afectadas por crisis en nueve países de esta región africana.

El coordinador humanitario de la ONU para el Sahel, Toby Lanzer, subrayó la gravedad de la situación en esa región, “todo lo que la gente enfrenta hoy en el Sahel se suma a la pobreza abyecta y la degradación ambiental grave”. A lo que añadió “tenemos que abordar la situación y debemos hacerlo desde perspectivas múltiples: la arena del desarrollo, la política, la gente que trabaja en el área de seguridad tratando de estabilizar la situación; también la ayuda humanitaria. Todo esto se tiene que sumar”.

Asimismo, Lanzer destacó la necesidad del apoyo internacional para garantizar que millones de personas reciban la asistencia y protección básicas que precisan para sobrevivir y tener una vida digna.

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