Una ratonera en Hong Kong

Continúan las protestas multitudinarias en Hong Kong. Los choques con la Policía se han trasladado al campus de la Universidad Politécnica, donde cientos de estudiantes llevaban atrincherados una semana. La situación de muchos manifestantes es delicada, puesto que el recinto universitario ha sido prácticamente aislado del resto de la ciudad. Los únicos accesos están custodiados por los agentes.
Hasta el momento, no está claro que las operaciones desarrolladas por los policías, pertenecientes al Escuadrón Táctico Especial según la agencia EFE, hayan tenido como objetivo penetrar en el campus para desalojarlo. La estrategia parece consistir, más bien, en agotar la resistencia de los estudiantes, que están prácticamente sitiados.

Esta noche, el barrio universitario ha permanecido iluminado por el fuego de las hogueras. Los choques entre las dos partes han continuado a lo largo de la mañana. En una nota de prensa oficial, la Policía ha asegurado que los enfrentamientos han sido responsabilidad de “agitadores enmascarados”. Según el cuerpo, un grupo de manifestantes violentos ha atacado el cordón de seguridad valiéndose de bombas de gasolina y arcos y flechas caseros.
Los agentes han respondido al amparo de gases lacrimógenos, pelotas de goma y cañones de agua. La Policía ha llegado a afirmar en un comunicado que los estudiantes habían “robado sustancias químicas tóxicas y peligrosas” de los laboratorios de la Universidad. Los disturbios en las zonas adyacentes al campus se han saldado con 38 heridos este domingo, según la Autoridad de Hospitales de la ciudad.

La Policía ha defendido que las cargas han sido solamente el último recurso. A lo largo de esta última semana, miembros del cuerpo han exhortado en repetidas ocasiones a los estudiantes a que se rindiesen de forma pacífica. Algunos han seguido este camino; otros, han intentado romper el cerco sin éxito. Solo en el fin de semana, 154 personas han sido detenidas.
Sin embargo, los manifestantes cuentan una versión de los hechos distinta y acusan a las fuerzas de seguridad de actuar de forma brutal. “Lamentamos mucho que la Policía haya emprendido toda esta operación. No queremos ver otro 4 de junio [fecha de la matanza de Tiananmen] en Hong Kong”, ha declarado a EFE Derek Liu, presidente de la Asociación de Estudiantes de la Universidad Politécnica.

Actualmente, hay entre 500 y 600 personas que han optado por permanecer encerradas en el campus a pesar de lo acuciante de su situación. Se calcula que tres de cada cinco están matriculados en la Universidad. Los manifestantes siguen disponiendo de agua potable, pero la comida empieza a escasear, según testimonios recogidos por la BBC. El panorama aún no es insostenible, pero se agrava poco a poco.
“Todos los hongkoneses deben saber que necesitamos ayuda. No sé cuánto tiempo más podremos aguantar así. Es posible que necesitemos ayuda internacional”, ha declarado Dan, un estudiante de 19 años, a la agencia Reuters. No se conoce cuál es, exactamente, el estado de los manifestantes sitiados, pero los testimonios recogidos por el medio local Hong Kong Free Press no son esperanzadores. “Es la peor crisis de la Universidad desde su establecimiento hace 80 años”, se ha lamentado el estudiante Owian Li. Ha añadido que 40 personas muestran signos de hipotermia, pero que la Policía no está autorizando la entrada a los sanitarios de la Cruz Roja. La afirmación del joven ha sido desmentida rotundamente por el cuerpo de seguridad en una nota de prensa.
¿Qué ocurrirá a continuación? El escenario es incierto. Las autoridades académicas están tratando de ejercer como negociadores entre los estudiantes y la Policía. Teng Yin-gaung, presidente de la institución, se ha comprometido a acompañar a comisaría personalmente a todos aquellos que abandonen el campus voluntariamente para asegurar, de este modo, que sean sometidos a un proceso justo.

Sin embargo, ni unos ni otros las tienen todas consigo. Los agentes no han descartado el uso de munición letal en caso de que los manifestantes no depongan su “actitud violenta”. “El campus se ha convertido en un polvorín más peligroso de lo que podemos estimar”, ha manifestado la Policía.
Los avisos están llegando también desde el poder central chino. “Nadie debería subestimar la voluntad de China de salvaguardar su soberanía y la estabilidad en Hong Kong”, ha sentenciado Geng Shuang, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores. A pesar de que la ciudad disfruta de una autonomía relativamente amplia con respecto al Gobierno de Pekín, su sombra es bastante alargada.

Precisamente, es ese estatus especial, fruto del modelo ‘un país, dos sistemas’, el que los manifestantes hongkoneses temen perder. A los habitantes de la antigua colonia británica se les reconocen derechos y libertades de los que no se benefician los ciudadanos chinos. Las protestas, que duran ya seis meses, estallaron de resultas de una iniciativa del Ejecutivo de Carrie Lam en virtud de la cual podía extraditarse a sospechosos a China continental. El proyecto de ley fue retirado a principios del pasado mes de septiembre, pero las protestas no han cesado. Los excesos de la Policía y la injerencia de Pekín continúan estando en el blanco de las críticas de los jóvenes manifestantes.
La actuación de las fuerzas de seguridad ha sido también sometida a escrutinio por numerosas ONGs, como Amnistía Internacional. Además, el Gobierno en funciones de Reino Unido se ha planteado, por primera vez, imponer sanciones a aquellos actores responsables de haber cometido abusos y violaciones de derechos humanos.

El Ejecutivo de Hong Kong ha sufrido, además, un severo varapalo procedente de su propia administración. Este lunes, el Tribunal Superior de Justicia de la ciudad ha declarado inconstitucional la legislación que anulaba el derecho a manifestarse con una máscara puesta. Sí se mantiene intacto el deber de los ciudadanos de identificarse y, por tanto, descubrirse el rostro si un agente de Policía se lo exige.