
Mientras Europa mira con preocupación hacia la frontera polaco-bielorrusa en lo que muy probablemente se convierta en la segunda crisis de refugiados, en Oriente Medio se ha hecho público un acontecimiento que casi seguro afectará a la seguridad de la región: el reconocimiento por parte de Arabia Saudí e Irán de que llevaban desde abril dialogando para mejorar sus relaciones. Lo que a primera vista parece un mero asunto bilateral es en realidad de suma importancia para la estabilidad de Oriente Medio. Ambos países apoyan a lados opuestos desde Yemen a el Líbano. Este apoyo a sus peones no sólo ha empeorado unas relaciones ya de por sí malas, sino también contribuido a desestabilizar la región, haciendo más probable que grupos terroristas aprovechen esta inestabilidad para causar caos en la región.
Ante este fenómeno, conviene preguntarse qué es lo que ha llevado a ambos países -enemigos políticos y religiosos- a entablar negociaciones. En este aspecto, es de especial relevancia entender la decisión de Riad, pues a primera vista parecía poco probable que tomara este camino. Al contrario que la económicamente débil y sancionada Irán, Arabia Saudí tiene una economía boyante y cuenta con el respaldo de Occidente. Sin embargo, el infructuoso conflicto en Yemen, el tibio apoyo de la Administración Biden a la casa de Saud y el reinicio de las conversaciones nucleares entre Irán y la comunidad internacional probablemente estén detrás de la decisión saudí.
Arabia Saudí e Irán juegan su rivalidad a lo largo y ancho de Oriente Próximo: en Yemen, Arabia Saudí lucha contra los rebeldes hutíes apoyados por Irán; en Siria, Asad tiene el respaldo de Teherán y Riad ha apoyado a la oposición; en el Líbano, Hizbulá es el brazo ejecutor de las ambiciones iraníes en Beirut, mientras que Arabia Saudí respalda al primer ministro suní. Esta guerra de marionetistas no ha hecho más que desestabilizar la región, siendo Siria el ejemplo más funesto. Sin embargo, Irán, que a priori tenía todas las de perder por su delicada situación económica, ha salido mejor parado. Hizbulá está más fuerte que nunca en el Líbano, Asad sigue en el poder y los chiíes tienen peso en Bagdad. La intervención saudí en Yemen, que se suponía rápida, ha creado una grave crisis humanitaria, los hutíes controlan casi todo el país y han humillado a Arabia Saudí, que en el 2019 vio cómo un dron lanzado desde Yemen paralizó temporalmente su producción petrolífera. La resiliencia de Teherán y la futilidad del conflicto yemení probablemente hayan influido en que Arabia Saudí decidiese negociar con Irán con el fin de evitar una guerra costosa en términos de vidas y materiales, donde la mediación iraní seguramente consiga que los hutíes lleguen a un pacto para acabar con la guerra.
El desinterés de la Administración Biden por los asuntos de Oriente Medio puede haber contribuido a empujar a Arabia Saudí a hablar con Irán. Al contrario de Donald Trump, que apoyó sin fisuras a Riad desde oponerse al acuerdo nuclear iraní a no decir nada cuando se descuartizó al periodista Jamal Khashoggi en el Consulado saudí en Estambul, Joe Biden ha mostrado desinterés. Ejemplo de esto son los debates en la Casa Blanca sobre el envío de armas ofensivas a Riad, bajo pretexto de que pueden usarse en Yemen, algo que muy certeramente desagradaría a los Estados Unidos. Tales discusiones no ocurrían cuando Trump era presidente.
La reactivación del diálogo para el acuerdo nuclear iraní, prevista para el 29 de noviembre, también es probable que haya influido en la decisión saudí. Si se consiguiera volver a el statu quo existente antes de la llegada de Trump al poder, es muy probable que Irán se reincorpore a la comunidad internacional. Un Irán sin ambiciones nucleares no sería percibido como una amenaza para Occidente, argumento que sustentaba a Arabia Saudí en su lucha contra Irán. También reforzará el desinterés de los Estados Unidos por la región, lo cual supondrá que Riad no tendrá carta blanca para hacer lo que quiera. Reparar relaciones con Irán aparece como la mejor opción frente al riesgo de perder influencia y relevancia en Oriente Medio.
En conclusión, Arabia Saudí e Irán, archienemigos en Oriente Medio, han entablado conversaciones para mejorar sus relaciones. Mientras que los motivos de Irán para tal fin son bien conocidos, sorprende la decisión saudí. El creciente peso de Irán en la región, la costosa guerra de Yemen, la reactivación del diálogo nuclear con Irán y el desinterés estadounidense han empujado a Riad en esta dirección. Ahora habrá que estar atentos a la evolución de los contactos, que estarán condicionados por el diálogo nuclear.