Rusia-Ucrania: el conflicto que se resiste al olvido

Ucrania Rusia

En lo que va de año, las relaciones Rusia-Occidente se han ido degradando, ya de por si pésimas. A la desastrosa visita de Josep Borrell a Moscú de principios de año y el encarcelamiento y huelga de hambre del opositor Alexei Navalny se le ha unido este mes otro frente: la reactivación del conflicto entre Ucrania y las regiones separatistas del Donbás – área al este de Ucrania, industrial y limítrofe con Rusia- apoyadas por Moscú. El reinicio del conflicto -que empezó el 26 de marzo cuando se rompió el alto el fuego en vigor desde julio del año pasado- ha coincidido con el despliegue ruso de un gran número de tropas cerca de las regiones separatistas y con ejercicios en la región de Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia. Esto ha alarmado a la UE y la OTAN, que han expresado su apoyo a Kiev, que ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de entrar en ambos. 

¿Se recalentará el conflicto entre Ucrania y el Donbás?, ¿estamos ante un nuevo frente en las tensas relaciones entre Occidente y Rusia?, ¿sería factible que Ucrania se integre en la OTAN y en la UE como consecuencia de la renovación de los combates?

Empecemos por el origen del conflicto ucranio

La guerra se inició como consecuencia de las protestas que sacudieron a Ucrania a finales del 2013 cuando el Gobierno del entonces presidente Viktor Yanukovich se negó a firmar un acuerdo de asociación entre Kiev y la UE. Aunque en Occidente se puso el foco en pintar la dicotomía entre un pueblo “occidentalizado” y una élite gubernamental prorrusa, la realidad es mucho más compleja. Ucrania es producto de la turbulenta y compleja historia del este de Europa. A lo largo de su historia, lo que hoy es Ucrania estuvo controlada por austrohúngaros, polacos y rusos -los cuales dejaron su impronta-, además de contar con una rica identidad nacional basada en una lengua e historia común, cimentada en mitos como el de Vladimir el Grande. Como resultado, nos encontramos con un país que combina ciudades centroeuropeas como Lvov con centros industriales de estilo soviético como Jarkov. Más allá del contraste urbano, esta dualidad identitaria da como resultado un conflicto de lealtades entre ser ucraniano (hablar ucranio y ver Ucrania como un pueblo y una nación) o ser ruso (hablar ruso y sentir apego por Rusia, más allá de la URSS). El sentimiento de adhesión a Rusia fue lo que originó el conflicto, pues los habitantes del Donbás no compartían el europeísmo de las protestas del Maidán, dando como resultado la toma armada de sedes del Gobierno ucraniano y la decisión de separarse de Kiev. Lo demás es bien conocido: hubo guerra a lo largo del 2014 y principio del 2015, hasta que la tregua de Minsk paró el combate. Sin embargo, esto no significó el cese de las hostilidades, pues se sucedieron una serie de frágiles treguas entre los contendientes, rotas por intercambios artilleros, las detonaciones de minas y disparos de francotiradores, con ambas partes acusándose mutuamente de haber sido la causante del reinicio de las hostilidades. 

Este es el contexto en el que se ha desarrollado la reciente reactivación del conflicto ucranio. Sin embargo, las novedades ahora son la presencia de un gran número de tropas rusas cerca de las fronteras ucranianas y la narrativa desplegada por Volodimir Zelinski -el joven presidente de Ucrania- de recabar apoyo de Occidente, llegando a pedir la inclusión de su país en la OTAN y en UE, ambos procesos congelados pero muy controvertidos. En el caso del primero, si bien es cierto que Ucrania es uno de los seis países que cuenta con el estatus de Enhanced Opportunity Partnernship1  -el máximo nivel de confianza que la OTAN da a los países no miembros- y que, desde el inicio del conflicto, las relaciones entre la OTAN y Kiev han subido de nivel, en apoyo político y militar, una hipotética (aunque lejana) incorporación de Ucrania a la Alianza empeoraría la frágil relación con Rusia. De hecho, podría dar lugar a una escalada en el conflicto del Donbás, con Moscú combatiendo de manera abierta. Para Rusia, la incorporación de Kiev a la OTAN es una línea roja, como demostró en el 2008 con Georgia en el conflicto por las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. Esta decisión fue propiciada por el anuncio de la OTAN en la Cumbre de Bucarest del año 2008, donde abría la puerta a la incorporación de Ucrania y Georgia en la Alianza, si bien a largo plazo2.  Para Moscú, más allá del hecho identitario (defensa de las minorías rusas en ambos países), y de considerar a ambos países como parte de su esfera de influencia, la incorporación de ambos países le privaría de disponer del mar Negro y del mar de Azov como sus únicas aguas libres de la inclemencia del hielo. Esta lógica explica la relevancia de la península de Crimea, especialmente del puerto de Sebastopol, en la doctrina militar rusa y, por ende, su ocupación en 2014. 

Respecto a la Unión Europea, si bien el tema se abordó en la reunión que mantuvo Zelenski con Macron el 16 de abril3 , lo cierto es que, a fecha de hoy, la UE no se plantea la inclusión de nuevos miembros. La corrupción de la administración ucraniana y su débil economía siguen siendo un lastre para su incorporación. El conflicto con Rusia también es un obstáculo, especialmente a la luz de la frágil relación entre la UE y Moscú y la hostilidad moscovita a la inclusión de Ucrania en la UE. 

En conclusión, la reactivación del conflicto del Donbás añade otro frente a la delicada relación entre Occidente y Rusia. El origen se debe a un pulso de identidades, entre sentirse ucraniano o ruso, pues a lo largo de su historia, lo que hoy es Ucrania cambió de manos, además de contar con una historia e identidad propia. Fue el sentimiento de apego a Rusia lo que motivó el actual conflicto. Lo novedoso ha sido el desplazamiento por parte de Rusia de un gran número de tropas cerca de la zona de acción y cómo Kiev ha aprovechado esta crisis para avanzar su deseo de incorporarse a la OTAN y la UE. Ambas opciones son vistas con hostilidad por Rusia, por sus implicaciones geoestratégicas. Habrá que ver cómo se desarrolla la desescalada, especialmente si Putin y Biden se reúnen para resolverlo, ya que ambos son los principales padrinos de las facciones en conflicto. 

Referencias bibliográficas
  1. Los otros países son Australia, Finlandia, Georgia, Jordania y Suecia
  2. Véase NATO - Official text: Bucharest Summit Declaration - Issued by the Heads of State and Government participating in the meeting of the North Atlantic Council in Bucharest on 3 April 2008, 03-Apr.-2008 (Especialmente el punto 23). 
  3. Au cœur des échanges entre Emmanuel Macron, Angela Merkel et Volodymyr Zelensky, l’épineuse « désescalade » avec la Russie (lemonde.fr)