
Turquía se ha definido asimismo durante décadas como un puente entre culturas: entre el cristianismo y el islam, entre la cultura occidental y la oriental. Sin embargo, la realidad actual corrobora lo que Huntington afirmaba en la década de 1990: «un puente es una creación artificial de dos realidades sólidas, pero no forma parte de ninguna. […] es una confirmación de que el país está desgarrado»1.
Desde la creación de la Turquía moderna la sociedad turca ha estado dividida en dos grandes corrientes: el kemalismo laico y el islam político. El laicismo ha sido siempre apoyado por las fuerzas armadas turcas, las clases sociales mejor formadas y las élites urbanas, mientras que Anatolia y sus zonas rurales se han mantenido siempre fieles a las tradiciones turcas abrazando el islam político. Este difícil equilibrio se mantuvo hasta la llegada al poder del partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP por sus siglas en turco) en el año 2002. Desde entonces, y a través de cambios constitucionales en 2017, Turquía ha evolucionado de la mano de Erdoğan hacia un Estado más nacionalista, menos democrático y más islamizado. Esta evolución se suma a dos conflictos casi permanentes como son el movimiento Gülen2 y los kurdos34.
A pesar de todo, Turquía está tomando decisiones en el ámbito internacional forzada por la situación cambiante en Oriente Medio, Irán, el Mediterráneo oriental y su afán de convertirse en una potencia regional. Estados Unidos está realizando una retirada progresiva de la región por su reorientación estratégica hacia Asia e intenta dejar en manos de sus dos principales aliados (Arabia Saudí e Israel) la defensa de sus intereses. Turquía no quiere desaprovechar esta situación lo que le obliga a competir con Rusia e Irán.
Veamos a continuación cómo son las relaciones de Turquía con los principales actores internacionales de la región y que la empujan hacia un laberinto de complicada salida.
Turquía mantiene unas relaciones con Irán que podríamos definir como «ni contigo ni sin ti». Como herederos de antiguos imperios, los dos países mantienen una rivalidad en influencia y gestión de los recursos naturales de la región siendo Irak y Siria el tablero de juego.
Ankara busca la seguridad de su frontera sur con Siria e Irak, así como encauzar el petróleo del norte iraquí hacia Europa a través de territorio turco. Irán necesita otra salida a su petróleo diferente al estrecho de Ormuz y, para eso, necesita o bien a Turquía o bien la creación de un corredor que una Irán con el Mediterráneo a través de las regiones chiitas y kurdas de Irak y Siria. Este corredor permitiría la construcción de un oleoducto paralelo a la frontera turca y el apoyo permanente a Hezbolá. Y es aquí donde surge la verdadera competencia con Turquía y más concretamente en el Kurdistán iraquí.
En la década de los 90, Ankara apoyó con armamento al Partido Democrático Kurdo de Irán que, basado en el Kurdistán iraquí, buscaba la independencia del Kurdistán iraní. De igual forma, Teherán apoyaba económicamente y con armamento al partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en turco) que también tenía sus santuarios en las montañas de Qandil. Por lo tanto, la influencia sobre esta región iraquí es vital para ambos países: mantener sus minorías kurdas bajo control y presionar, en su caso, a su vecino.
Como consecuencia, tanto Turquía como Irak han apoyado decididamente a la Región Autónoma del Kurdistán (KRG, por sus siglas en inglés) dentro de Irak, con la intención de gestionar sus enormes recursos energéticos y controlarla económica y políticamente. Si bien puede parecer paradójico este apoyo a una entidad política kurda, hay que tener en cuenta que ambos países se posicionaron claramente en contra cuando el KRG apostó por su independencia en 2017. Sin embargo, KRG tampoco es políticamente homogéneo y tanto Turquía como Irán buscan sus aliados internos.

Los intereses de Turquía en KRG son variados. La influencia turca en una de las regiones más ricas de Irak permitiría contrarrestar los intereses iraníes en el país tras la retirada de las fuerzas norteamericanas. Turquía mantiene la base militar de Bashiqa desde 2015 en el KRG con varios objetivos5: adiestrar fuerzas Peshmergas, perseguir al PKK y prevenir la influencia de Irán. Para el gobierno de KRG, el apoyo militar de Turquía es vital para poder contrarrestar la influencia de las milicias chiitas presentes en la región y que, tras la liberalización de Mosul, intentan influir en el devenir de la región. Esta presencia militar ha supuesto un roce constante entre Ankara y Bagdad como demuestra la protesta iraquí en 2015 ante el despliegue de un millar de militares y decenas de carros de combate6.
Turquía y KRG tienen interés común en disminuir la influencia del PKK en Irak y Siria. El KRG adiestró 5000 kurdos sirios (Rojava Peshmerga) para contrarrestar la influencia ganada por las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en turco), consideradas como un brazo armado más del PKK. Sin embargo, una presión excesiva sobre el PKK podría hacer que la población kurda retirase su apoyo al actual gobierno de KRG.
Una mayor autonomía económica de KRG respecto al gobierno central en Bagdad ayudaría a Turquía en su búsqueda por diversificar sus fuentes de energía consiguiendo una mayor independencia energética de Rusia e Irán. De hecho, en 2014, KRG empezó a exportar petróleo directamente a Turquía a través del oleoducto que atraviesa la región, iniciando un conflicto interno con Bagdad con altibajos permanentes7. Sin embargo, hay que tener en cuenta, como se ha comentado con anterioridad en relación al referéndum de 2017, que Turquía nunca apoyará una independencia ni de facto ni de iure de KRG.
Por otra parte, Irán firmó un acuerdo con KRG para tender un oleoducto desde los pozos de Erbil a Irán, aunque el Gobierno central de Bagdad lo ha impedido.
Irán y Turquía también tienen intereses comunes en KRG. Uno de ellos es combatir los santuarios del PKK y del Partido por una Vida Libre en Kurdistán iraní (PJAK). Sin embargo, Ankara es consciente de que Teherán podría estar dispuesta a apoyar al PKK con la condición de éstos pongan freno al PJAK que ha adquirido capacidades y experiencia en su guerra contra el Dáesh, y mantengan abierto para Irán un corredor en Siria a través de las zonas controladas por las YPG.
Este corredor uniría Siria y la región iraquí de Sinjar (de mayoría zaidí y con gran implantación del PKK) con Irán. Ello permitiría a Teherán llevar su gas y petróleo al Mediterráneo Oriental a través de Irak y Siria en lugar de a través de Turquía. Este asunto es de vital importancia para Ankara por tres razones. Primero, por el impacto económico negativo que tendría al no cobrar los derechos de tránsito. Segundo, porque «libera» a Irán de la dependencia de Turquía para llevar el petróleo y gas hasta el Mediterráneo. Y tercero, porque el oleoducto Irak-Turquía sería vulnerable a los ataques del PKK.
La demostración más palpable de que Turquía no permitirá dicho corredor fue el lanzamiento de la operación militar Fuente de Paz en octubre del 2019. Con el doble objetivo de empujar a las fuerzas del YPG lejos de la frontera y reasentar a refugiados sirios provocando un cambio demográfico en el área8.
A todo lo anterior, hay que sumar la gestión turca de las cuencas del Tigris y Éufrates. Ambos ríos nacen en Turquía y discurren, particularmente el Éufrates, por Siria e Irak hasta su desembocadura en el golfo Pérsico. La importancia del Éufrates es tal que Turquía aprovecha el 30 % del caudal para su consumo interno, mientras que Siria se abastece del 85 % e Irak del 100 %9. Desde hace décadas, Turquía está intentando desarrollar las regiones más desérticas en Anatolia a través del gran proyecto hidráulico Guneydagu Anadolu Projesi (GAP). Este macroproyecto contempla la construcción de un total de 22 embalses y 19 centrales hidroeléctricas, lo que le permitiría ejercer el control sobre el 88,7 % de las aguas del Éufrates y el 52,8 % de las aguas del Tigris, aunque en la actualidad se estima que solo está finalizado en un 70%10.
En una región con grandes extensiones desérticas y gran crecimiento demográfico, la gestión de las cuencas de los ríos le da a Turquía un instrumento muy importante de negociación sobre Siria, para que no apoye a los independentistas kurdos, y sobre Irak, para mejorar su acceso al petróleo de KRG.
Los países del Golfo ven a Turquía como un socio necesario dado su condición suní y el tamaño de su economía y de sus fuerzas armadas. Este apoyo es particularmente importante ante el expansionismo iraní en Siria e Irak. Sin embargo, el impulso dado por Erdoğan al islam político y su decidido apoyo a los Hermanos Musulmanes provocan una gran desconfianza. Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Egipto los consideran una organización terrorista que amenaza sus actuales sistemas de gobierno.
En la guerra de Siria, los países del Golfo han visto como Turquía ha antepuesto su interés en evitar un estado kurdo independiente en Siria a la defensa de la oposición árabe-suní a Al Assad. Además, consideran que dio demasiado respaldo al Ejército Sirio Libre (FSA, por sus siglas en inglés) dominado por los Hermanos Musulmanes y con vínculos con grupos islamistas como el Frente Nusra11.
Además, los países del Golfo acusan a Turquía de armar a grupos islamistas en Misrata y Bengasi en Libia. También sus intentos de romper el bloqueo de Gaza son vistos como un respaldo explícito a Hamás, cuyos orígenes están unidos a los Hermanos Musulmanes12.
Catar es el país que mejores relaciones tiene con Turquía, particularmente por el apoyo casi incondicional recibido de Ankara tras la crisis diplomática en el Golfo de 201713. Su buena relación es debida a la misma visión que tienen del papel que ha de jugar el islam político en la región. Tras las Primaveras Árabes, ambos países celebraron la victoria de los Hermanos Musulmanes en Egipto y Al-Nahda en Túnez alineada ideológicamente con el primero. Al igual que Turquía, Catar también apoya a grupos islamistas en la guerra de Siria, no solo vinculados ideológicamente a los Hermanos Musulmanes sino también a Al-Qaeda. Ambos países también van de la mano en el conflicto libio como demuestra el pacto alcanzado el pasado agosto para la construcción de campos de entrenamiento en la ciudad de Misrata.
Esta estrecha relación política se materializó también en el ámbito de la seguridad mediante la celebración de ejercicios militares, el establecimiento de un mando conjunto y el envío de personal turco a la base militar Tarik Ibn Zeyad (en honor al invasor de España en el año 711). Esta cooperación continúa y Erdoğan informó en noviembre de 2019 de la construcción de una nueva base Khalid bin Walid aumentando el contingente turco hasta 5000 militares14.
Las relaciones con el Egipto actual no son las mejores. Erdoğan apoyó abiertamente al líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, cuando ganó las elecciones de 2012. Al año siguiente, tuvo lugar el golpe de estado de Al-Sisi quien los declaró
organización terrorista, ilegalizando sus actividades políticas y sociales, y encarcelando a sus líderes principales.
Cuando varios líderes de la Hermandad se refugiaron en Turquía y en Catar, Doha se plegó a las presiones del El Cairo expulsándolos y cerrando la emisora Al Jazeera Mubasher, ubicada en Egipto, y acusada de ser altavoz de los Hermanos Musulmanes. Sin embargo, Ankara no cedió a las presiones egipcias acogiendo a los principales líderes de la Hermandad, lo que supuso que Egipto expulsara al embajador turco. Cuando Morsi murió, en 2019, durante uno de los juicios en los que fue acusado, Erdoğan lo calificó de «mártir»15.
Desde entonces, las relaciones entre ambos países han seguido empeorando. Al-Sisi pretende limitar la influencia del islam político en toda la región, lo que le ha llevado a enfrentarse a los intereses turcos tanto en Libia, apoyando a facciones enfrentadas, como en Gaza. Considera que el apoyo político a Hamás y la construcción de infraestructuras en la Franja de Gaza, solo llevará a fortalecer políticamente a la organización terrorista16.
Turquía acusa a Egipto de apoyar el intento de golpe de Estado de 2016. De hecho, Egipto, que ocupaba un asiento rotatorio en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, vetó una resolución que pedía «a todas las partes a respetar el Gobierno turco elegido democráticamente»17. Además, el parlamento egipcio solicitó que el Gobierno reconociera el genocidio armenio, tema especialmente sensible en Turquía.
Libia es otro escenario donde se juegan los intereses turcos. Ankara, con apoyo de Catar envió tropas, drones y ha entrenado a milicias sirias en apoyo del Gobierno libio reconocido por la ONU. Enfrente se encuentra el general Hafter apoyado por Arabia Saudí, Emiratos, Francia y Rusia. Aunque ambos bandos son considerados islamistas la diferencia está, de nuevo, en la relevancia del movimiento de los Hermanos Musulmanes en el gobierno apoyado por Turquía.
Con esta intervención, Ankara ha conseguido frenar el avance de Hafter, pero también un acuerdo con Trípoli que delimita las zonas económicas exclusivas en el Mediterráneo Oriental. Con ello, Turquía aspira a tener derechos en aguas por donde podría transitar el gasoducto East Med como se verá más adelante.
En 1950, Turquía reconoció el Estado de Israel, siendo uno de los primeros países de la región en hacerlo. En los últimos años, las relaciones entre ambos países han tenido altibajos según han evolucionado tres asuntos principales: la influencia de Irán en la guerra de Siria, la cuestión palestina y la gestión de los recursos energéticos en el Mediterráneo Oriental.
El momento más bajo en las relaciones entre ambos países fue en 2010 cuando Turquía apoyó la Flotilla de la Libertad que trataba de romper el bloqueo naval en la Franja de Gaza impuesto por Israel. El incidente, terminó con el asalto de las fuerzas armadas israelíes y la muerte de varios activistas.
Sin embargo, en el año 2015, Turquía e Israel acercaron posiciones por provecho mutuo. Por una parte, ambos países tenían intereses comunes en la guerra de Siria: derrotar a al-Asad, impedir que el Dáesh se instalará en la región, disminuir al máximo la influencia de Irán y evitar que el caos se adueñase de la región.
Por otra parte, el derribo del avión ruso por Turquía ese mismo año y la consecuente crisis con Rusia aceleró la necesidad de diversificar sus fuentes de energía para disminuir la dependencia del gas ruso, lo que se unió a la necesidad israelí de encontrar nuevos mercados para el gas extraído de sus yacimientos marinos.
En 2016, las relaciones turco israelíes se normalizaron. Israel compensaba a Turquía por los sucesos con la Flotilla de la Libertad y permitía la construcción infraestructuras por empresas turcas en la Franja de Gaza. Por su parte, Turquía renunciaba a juzgar a los militares israelíes que asaltaron la flotilla, se comprometía a que los líderes de Hamas no planearan acciones terroristas en suelo turco y firmaba un acuerdo comercial para la compra de gas18. Además, levantó el veto a que Israel tuviera una oficina de representación en el Cuartel General de la OTAN19.
En cualquier caso, poco duró esta buena relación, pues en 2018 las relaciones se tensaron hasta el punto de que Ankara expulsó al embajador israelí. En mayo de ese año, Estados Unidos trasladaba su embajada a Jerusalén que había reconocido como la capital de Israel unos meses antes. Ello supuso nuevas protestas en la Franja de Gaza que costaron la vida a medio centenar de gazatíes. Además, Turquía mostró su rechazo frontal al plan de paz de Trump para Palestina anunciado en enero de 202020.
Sin embargo, a pesar de todo, Israel y Turquía están interesados en una solución en Gaza. Turquía persigue la influencia política y económica en los palestinos a través de Hamas aspirando a ser un interlocutor entre ambas facciones: Hamás y Fatah. Israel podría ver con buenos ojos el papel mediador de Turquía y no le interesa un desastre humanitario en la Franja de Gaza, por lo que permite a las empresas turcas la construcción de algunas infraestructuras, pero limitando las inversiones para evitar que Hamás lo explote como un éxito propio adquiriendo mayor prestigio entre los gazatíes.
Esta situación ha ido más allá con el establecimiento de relaciones plenas entre Israel y Emiratos Árabes Unidos y Bahréin que puede suponer una oportunidad estratégica para Turquía. Dicho establecimiento de relaciones (y las que presumiblemente vendrán de la mano de Arabia Saudí) fortalece a Estados Unidos, que tras su paulatina retirada de la región deja la defensa de sus intereses precisamente en manos de Israel y Arabia Saudí.
Esta situación supone un fracaso para el pueblo palestino y Ankara ha movido ficha consiguiendo finalmente el acuerdo entre Al Fatah y Hamás, enfrentados política e ideológicamente, para convocar nuevas elecciones. Turquía tiene una gran oportunidad de convertirse en el adalid de la causa palestina reduciendo al mismo tiempo la influencia de Irán en Hamás.
También en el ámbito energético la situación ha evolucionado negativamente. Como se ha comentado ya, en un intento por diversificar sus proveedores de gas, Turquía vio en los pozos marinos israelíes de Leviatán, Tamar y Karish una posibilidad de alejar su dependencia de Rusia, Irán e Irak. Sin embargo, la firma por parte de Grecia, Chipre, Israel y la UE del acuerdo para la construcción del gaseoducto marino East Med, ha llevado a Turquía a «reorientar» sus prioridades, ya que considera una afrenta su construcción: su trazado pasaría por aguas que Turquía considera propias y en las decisiones tomadas no ha participado la comunidad turca de Chipre dejando, por lo tanto a Ankara al margen de las decisiones tomadas. Reforzando esta posición, ha firmado un acuerdo con Libia de delimitación de aguas territoriales que afecta a su trazado. El gasoducto tiene implicaciones estratégicas importantes pues resta importancia al papel de Turquía como «redistribuidor» de gas a Europa.
Turquía y Rusia han mantenido siempre una complicada relación. Mientras que, en el plano económico, particularmente en el energético, las relaciones son en general satisfactorias para las dos partes, sus áreas de influencia política colisionan principalmente en el mar Negro y en Siria.
A Putin y Erdoğan les une su visión autocrática de la política. Ambos mandatarios han llevado a cabo reformas constitucionales profundas que han limitado libertades democráticas y que les ha permitido disponer de más poder. Y lo han hecho en un contexto económico de crecimiento lo que les ha dado una mayor credibilidad en sus respectivos países. En el año 2010, ambos líderes acordaron establecer el Consejo de Cooperación de Alto Nivel de marcado contenido económico21.
Rusia ve en la Turquía actual una oportunidad para minar las relaciones turcas con la UE y desestabilizar la OTAN. Ante la falta de avance de las relaciones entre Ankara y Bruselas, Rusia se presenta como un mercado alternativo especialmente en agricultura
y construcción22. Esta oportunidad se puso claramente de manifiesto cuando Ankara se negó a unirse a las sanciones económicas de la UE y Estados Unidos contra Rusia tras la invasión de Crimea. Otro de los sectores fundamentales para Turquía es el turismo que representa hasta el 10 % del PIB con casi cinco millones de ciudadanos rusos visitando el país en 201923.
En cualquier caso, es en el sector energético donde los lazos económicos entre Ankara y Moscú son más estrechos. Un ejemplo de ello es que Rusia está construyendo la primera central nuclear en suelo turco: la central de Akkuyu estando previsto que el primero de sus cuatro reactores entre en funcionamiento en 202324.
Turquía representa el segundo mercado importador de gas ruso tras Alemania y Rusia es el segundo suministrador de petróleo a Turquía tras Irak25. Además, se une la posición geográfica de Turquía para poder distribuir el petróleo y el gas a Europa. Así, a principios de enero de 2020, Putin y Erdoğan inauguraron el gaseoducto TurkStream que une los países por el mar Negro y lleva gas a Europa a través de los Balcanes26.

Sin embargo, no todo son acuerdos en el mar Negro. Rusia ha considerado, desde siempre, el acceso a las aguas templadas del Mediterráneo un asunto vital para su existencia como nación. Tras la implosión de la Unión Soviética, Turquía se convirtió de facto en la potencia naval en el mar Negro, reduciéndose incluso la presencia multinacional OTAN, situación que permaneció así hasta la invasión rusa de la península de Crimea en 2014.
Ya en el año 2016, el jefe del Estado Mayor Conjunto ruso, el general Valery Guerasimov dijo que «la balanza del poder naval en el mar Negro se inclinaba ya hacia Rusia»27. Rusia emprendió una modernización de la flota de superficie, submarinos con capacidad de misiles de crucero y medios de reconocimiento, aunque se tiene dudas de hasta donde han podido llegar en este ambicioso plan. Igualmente, está creando una zona antiacceso y denegación de área (A2/AD, por sus siglas en inglés) en Crimea y su sueño es hacerlo en todo el mar Negro.
Esta presión rusa llevó a la OTAN a aprobar en la Cumbre de Varsovia de 2016 la aprobación de una mayor presencia naval de la Alianza. Sin embargo, Moscú sabe que Turquía tiene que seguir manteniendo un papel relevante en la seguridad de dicho mar, pues un exceso de presión llevaría a Ankara a estrechar lazos con sus aliados de la OTAN, lo que iría en contra de los intereses rusos.
Siria es, sin duda, uno de los asuntos más complejos entre Turquía y Rusia. Moscú ha apoyado desde un principio al régimen sirio de al-Asad que ya era un aliado fiable en Oriente Medio, y la guerra le ha dado la oportunidad de aumentar su influencia en la región y su presencia militar permanente en el Mediterráneo Oriental con la base naval de Tartus y la base aérea de Khmeimim.
Por el contrario, Ankara apoyó con armamento, entrenamiento y financiación a milicias islamistas buscando un cambio de régimen por otro de orientación suní basado en el islam político. Rusia nunca ha visto con buenos ojos este apoyo por los vínculos de estos grupos con las organizaciones terroristas de las repúblicas rusas del Cáucaso28.
Tras la derrota del Dáesh, en 2017, Turquía se ha visto obligada a reconocer a Rusia como la potencia dominante en Siria. Aunque, en 2018, ambos países acordaron desescalar la situación en la región de Idlib, donde se encuentran enfrentadas las fuerzas gubernamentales (apoyadas por Rusia), el Frente de Liberación nacional (apoyado por Turquía) y diversos grupos yihadistas, la realidad en el terreno es muy distinta. El ataque sufrido por fuerzas turcas en febrero de 2020 que causó 33 muertos29 y el movimiento masivo de refugiados hacia la frontera ha obligado a las fuerzas armadas turcas a una mayor implicación, lo que a su vez aumenta el riesgo de enfrentamientos directos entre fuerzas de ambos países.

Turquía y la UE mantienen unos fuertes vínculos comerciales que han llevado a Ankara a ser el quinto socio comercial de la UE y que Europa sea el primer importador de bienes turcos y el primer mercado exportador para Turquía.30
Sin embargo, el proceso de adhesión de Turquía a la UE está parado desde 2005. La paralización de reformas e incluso la marcha atrás de algunas de ellas, el acercamiento a Rusia, la inmigración, la lucha contra el terrorismo, la relación UE-OTAN y el omnipresente problema de Chipre, parece que dan por finalizado de facto dicho proceso.
En los últimos años, la desconfianza se ha instalado en ambas partes. Un ejemplo de ello tuvo lugar con motivo del fallido golpe de Estado de 2016. Los países europeos, principalmente Alemania, negaron muchas de las extradiciones solicitadas por Turquía dando asilo político a varios centenares de ciudadanos turcos, entre los que se encontraban personal militar destinado en cuarteles generales de la OTAN.
En el marco de la OTAN, Turquía siempre se ha comportado como un socio fiable. En su territorio alberga las bases aéreas de Incirlik y Konya, el Mando de las Fuerzas Terrestres de la OTAN (Izmir), un Cuartel General OTAN de Cuerpo de Ejército de Despliegue Rápido (Estambul), instalaciones de radar de alerta temprana y el Centro de Excelencia contra el Terrorismo (Ankara). Desde 1995, Turquía ha participado en todas las operaciones lideradas por la OTAN y fue el único aliado que no redujo su presencia en Afganistán en 2014.
En los últimos meses la tensión entre Turquía y la UE ha crecido considerablemente en el Mediterráneo Oriental. La causa principal es la delimitación de zonas económicas exclusivas con el consiguiente derecho a las prospecciones marítimas en busca de recursos naturales y al propio recorrido del gasoducto East Med. El pasado 15 de septiembre el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad indicó que la postura de Turquía era preocupante, si bien alabó la decisión turca de parar las exploraciones en la plataforma continental griega.
Indicó que la solución del problema pasa por un enfoque global en la región, incluyendo el asunto de la unificación de Chipre, considerando que un buen momento de retomar las conversaciones sería tras las elecciones en la parte turca chipriota en octubre31. No parece una solución ni fácil ni inmediata.
Por su parte, la OTAN proporciona el paraguas defensivo nuclear a Turquía vital ante vecinos que tienen o están intentando tener capacidad nuclear. También los aliados respondieron afirmativamente cuando Turquía invocó el artículo 4º del Tratado del Atlántico Norte, en 2012, desplegando baterías de misiles PATRIOT.
A pesar de todo lo anterior, en los últimos años las relaciones se han deteriorado principalmente por cuatro motivos. El primero es el acercamiento a Rusia que no es bien vista por la OTAN que, recordemos, tiene una presencia avanzada multinacional en los países Bálticos en un intento de disuadir a Rusia. Este acercamiento le llevó a adquirir el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400 incompatible con los sistemas de defensa aérea de la Alianza32, lo que provocó el enfado de los aliados.
El segundo motivo es la reacción europea al fallido golpe de Estado de 2016 como se ha comentado anteriormente. El tercero es la limitada implicación de la OTAN en la guerra de Siria. El 28 de febrero de 2020, Ankara volvió a invocar el artículo 4º del Tratado del Atlántico Norte tras el ataque sufrido por sus fuerzas en Idlib, solicitando apoyo de los aliados y el establecimiento de una zona de vuelo prohibida, lo que hubiera llevado a una confrontación con Rusia, y presionando simultáneamente a Europa con la apertura de fronteras a los refugiados.
Y el cuarto motivo es el realineamiento de las prioridades turcas: actualmente no considera a Rusia una amenaza existencial y sí su conflicto con los kurdos y con el movimiento Güllen. En 2017, Devlet Bacheli, líder del Partido de Acción Nacionalista (MHP, por sus siglas en turco) lo resumió claramente cuando afirmó: «…nosotros no estamos mirando hacia la OTAN sino hacia Qandil [santuario del PKK]. Nos encontramos inmersos en una lucha a vida o muerte con asesinos. ¿Qué medidas ha tomado la OTAN contra el intento de golpe de estado, qué medidas preventivas ha puesto en práctica?».
Durante los últimos años, Turquía se ha visto obligada a tomar importantes decisiones sobre su futuro. Con una sociedad fracturada por el interminable conflicto kurdo y por las consecuencias del fallido golpe de Estado de 2016, Ankara está tomando medidas en el ámbito internacional que afectan a toda la región. Y lo está haciendo con un Gobierno que sigue el islam político, lo que da un sesgo determinado a estas decisiones dejando sin valor el proclamado laicismo de su Constitución.
Dispuesto a oponerse a la asertiva política exterior iraní en la región, tampoco cuenta con el apoyo generalizado de los países suníes. Las relaciones con la UE y la OTAN son cada vez más tensas, si bien es verdad que no interesa a ninguna de las dos partes romper dichas relaciones.
Rusia aparece en la región como un socio necesario para Turquía. Moscú ve una oportunidad de oro en utilizar las aspiraciones turcas de convertirse en potencia regional para desestabilizar la UE y la OTAN, y Ankara necesita de ese «amigo» para poder presionar a sus aliados.
Turquía ha abierto muchos frentes para exportar el islam político y para ello cuenta con el dinero de Catar. Sin el apoyo económico de este último, no habría aguantado una situación económica complicada para el país y difícilmente podría haberse embarcado en la aventura libia o siria. Además, Ankara se está convirtiendo en el adalid internacional de la causa palestina lo que le permitirá tener cierta influencia sobre Israel.
La cuestión es si un país con la mitad del PIB español tendrá músculo político y económico suficiente para salir del laberinto en el que se encuentra.
Ángel José Adán García
Coronel del Ejército de Tierra
1 - HUNTINGTON, S.P. El choque de civilizaciones. Paidós, Madrid, 1997. p.176.
2 - Considerado por el Gobierno turco como el instigador del fallido golpe de Estado de 2016.
3 - Aun considerados como una minoría, los kurdos son el 20 % de la población turca.
4 - Para más información de la situación interna de Turquía consultar ALBENTOSA VIDAL, Jose A. “Turquía: autoritarismo, islamismo y 'neo-otomanismo'” Documento Marco 13/2017, IEEE, Madrid, 2017.
5 - Disponible en: https://ahvalnews.com/turkish-military/significance-turkeys-overseas-military-bases
6 - Disponible en: https://www.al-monitor.com/pulse/originals/2016/10/turkey-iraq-mosul-isis-operation- tigris.html
7 - Disponible en: https://oilprice.com/Latest-Energy-News/World-News/Kurdish-Government-May-Close- 250000-Bpd-Oil-Deal-With-Iraq.html
8 - SANCHEZ TAPIA, Felipe. ¿De qué ha servido la ofensiva de Turquía en Siria? Documento de Análisis 35/2019, IEEE, Madrid, 2019.
9 - Disponible en: https://pmundial.wordpress.com/2008/11/09/irak-siria-turquia-tigris-y-eufrates-escasez- de-agua-en-la-mesopotamia/
10 - AMANCIO ESTEVE, Juan. “La Cuestión Kurda A Raíz Del Conflicto Con Daesh En Siria E Irak”, Global Security, septiembre 2015. Disponible en: http://www.seguridadinternacional.es/?q=es/content/la- cuesti%C3%B3n-kurda-ra%C3%ADz-del-conflicto-con-daesh-en-siria-e-irak#_ftn21
11 - SELIGMAN, Lara “Turkish-Backed Forces Are Freeing Islamic State Prisoners”, Foreign Policy, 14 de octubre de 2019. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2019/10/14/turkish-backed-forces-freeing- islamic-state-prisoners-syria/
12 - CARETTI ORIA, Gonzalo. Antecedentes históricos del islamismo armado en Palestina: el caso de Hamas. Documento de Opinión 53/2018, IEEE, Madrid, 2018.
13 - Esta crisis enfrentó a Catar con Arabia Saudí, Emiratos, Bahréin y Egipto, que condujo a la ruptura diplomática y al bloqueo por tierra, mar y aire. Turquía salió en apoyo de Catar exportando alimentos y aumentando los vuelos de entrada y salida del país, lo que le permitió seguir conectado al resto del mundo.
14 - Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2019/11/erdogan-turkey-qatar-military-base-serves- regional-stability-191125154550144.html
15 - Disponible en: https://www.lefigaro.fr/international/a-istanbul-des-milliers-de-personnes-prient-a-la- memoire-de-morsi-20190618
16 - Hamás es considerada organización terrorista por la UE, Estados Unidos, Israel, Australia, Japón, Canadá, entre otros.
17 - Disponible en: https://www.reuters.com/article/us-turkey-security-un/egypt-blocks-u-n-call-to-respect- democratically-elected-government-in-turkey-idUSKCN0ZW0ZN
18 - Disponible en: https://elpais.com/internacional/2016/10/13/actualidad/1476377038_638348.html
19 - Disponible en: https://www.nato.int/cps/en/natohq/news_130509.htm
20 - Disponible en: https://www.dailysabah.com/politics/2020/02/09/turkey-wont-allow-trumps-mideast-plan- to-be-materialized-erdogan-says
21 - Erdoğan y Putin celebraron 7 reuniones en 2018, junto con 18 llamadas telefónicas oficiales, para discutir las relaciones bilaterales y los asuntos regionales.
22 - En 2017, los proyectos turcos de construcción en Rusia alcanzaron el 20 % de toda la inversión exterior de Turquía. “Turkish Contractors Hopeful as Russia Relaxes Sanctions”, Hürriyet Daily News, junio 2017.
23 - Palabras de bienvenida de Putin en la séptima reunión del Consejo de Cooperación de Alto Nivel. Disponible en: http://en.kremlin.ru/events/president/news/57191
24 - World Nuclear Association. Febrero 2020. Disponible en: https://www.world-nuclear.org/information- library/country-profiles/countries-t-z/turkey.aspx
25 - Disponible en: https://www.dailysabah.com/energy/2019/05/04/turkeys-crude-oil-imports-increase-by- 7830-pct-in-february
26 - Congressional Research Service, febrero 2020. Disponible en: https://fas.org/sgp/crs/row/IF11177.pdf
27 - Disponible en: https://eurasianet.org/russia-claims-mastery-over-turkey-black-sea
28 - Durante las guerras de Chechenia la comunidad circasiana en Turquía presionó al Gobierno turco para financiar a los rebeldes chechenos y ofrecerles los hospitales turcos, lo que supuso, a su vez, que Moscú apoyara a los kurdos. Los circasianos se encuentran ubicados principalmente en las repúblicas caucásicas rusas, aunque Turquía mantiene en su territorio la comunidad más relevante (se estima en dos millones de personas)
29 - Disponible en: https://www.elmundo.es/internacional/2020/02/27/5e58280621efa0c5308b45b0.html
30 - Disponible en: https://ec.europa.eu/trade/policy/countries-and-regions/countries/turkey/
31 - Ver discurso en https://eeas.europa.eu/headquarters/headquarters- homepage_en/85128/Role%20of%20Turkey%20in%20the%20Eastern%20Mediterranean:%20Remarks
%20by%20the%20High%20Representative%20/%20Vice- President%20Josep%20Borrell%20at%20the%20EP%20plenary
32 - Turquía buscó adquirir en una primera instancia el sistema PATRIOT a Estados Unidos. Como la negociación no llegó a buen término Turquía intentó adquirir un sistema chino en 2013, pero por las presiones de sus aliados acabó abandonando esa opción. En 2017 llegó a un acuerdo con Rusi a para adquirir los S-400. Ankara ha informado de su voluntad de comprar una segunda unidad de S-400, pero mantiene sin activar los primeros S-400.Sin embargo, Turquía ha informado que podría tener interés en retomar las negociaciones para adquirir PATRIOT lo que iría unido a la negociación por la adquisición de aviones norteamericanos F-35, programa del que fue despedido al comprar los misiles rusos.