Opinión

Sidi Bouarrakia

José María Bartol Espinosa

Pie de foto: Imagen Sidi Bouarrakia en Tánger

Sabido es que, en el islam no existen los santos. Mis amigos musulmanes me dicen que Alah se basta y sobra en santidad total y absoluta, que para eso es el mas grande. No me recuerdes eso de ‘el mas grande’ que, por desgracia, estamos bien surtidos de ‘Alah uakbar’ (les saco alguna sonrisa). Con este mismo argumento me dicen que por eso Jesucristo no es hijo de Dios… ¿Para qué necesita Dios tener hijos? Con el mismo razonamiento yo les respondo: ¿oye, ahora te dedicas a decir lo que necesita o no necesita Dios? Si a Él le da la gana de tener un hijo, como si tiene media docena. Pues lo tiene y nosotros no somos quien para decirle nada, ¿no te parece ? No se quedan muy convencidos pero al menos se callan.

Siempre he dicho que Marruecos -religiosamente- difiere bastante de la inmensa comunidad musulmana del orbe, la cual debe andar por los 1.600 millones de fieles. Esos ocho siglos de historia común ensamblada con España (tarij-mustarag) que se prolongó otros dos siglos en todo el Maghreb, ha forjado y curtido tradiciones y costumbres comunes de las que ambos pueblos nos debemos sentir orgullosos.

El pasado lunes 19 de diciembre fue la festividad de Sidi Bouarrakia, el Santo Patron de Tánger. Su verdadero nombre era Mohamed Al Haj (el peregrino a la Meca)Al Bakkali contemporáneo del legendario Sultan Alauita Muley Ismail (1672-1727). Bouarrakia está considerado un Santo porque se caracterizó por su piedad y generosidad en lucha contra el colonialismo, al tiempo que era un hombre culto en las ciencias teológicas. Habia nacido en la tribu de Beni Hassan en Tetuán y adoptó el turbante verde como prenda de vestimenta que copió del lejano Irak. Luchó como comandante del Ejército contra los ingleses que tenían tomado Tánger y fue un gran guia espiritual consagrado a la Yijad contra los infieles, murió a comienzos del S-XVIII.

Dos siglos más tarde, se erigió una kobba (especie de túmulo) en honor de su Santidad, más tarde un mausoleo al que comenzaron a peregrinar los fieles musulmanes con procesiones y romerías que estuvieron suspendidas más de 40 años (toda la época de Hassan-II). Ha sido en el 2006 cuando se han reanudado los acontecimientos festivos anualmente.

Mi casa de Tánger toca con el muro del cementerio que lleva su nombre. El pasado lunes, a las cuatro de la tarde, las calles y avenidas se empezaron a llenar de gente, familias enteras con preferencia de madres con la prole de pequeños. Los postes se engalanaron de gigantescas banderas de colores diversos, coches de policía municipal cerrando calles y docenas de agentes apuraban el último paso de vehículos antes de cortar la circulación hacia el cementerio de Sidi Bouarrakia. Se aproximaba el cortejo desfilando anárquicamente, aquí no se ‘anuncia ninguna espada con vivos reflejos’ de la escuela modernista de Rubén Darío. Jóvenes a caballo, ataviados con bellos trajes regionales, otro equino portaba a lomos la ámaria (la jaulade novia) como si de una boda se tratase. Músicos y danzarines por doquier, los típicos marrachies que además de ser la gente más guasona del pais, alegran todo el ambiente con sus músicas. La Dakka marrachia es la típica música maghrebí que invade fiestas, recepciones y bodas. Incluso en el extranjero, cuando se juntan varios músicos, forman rápidamente una banda que constituye el mejor lazo de sentimiento nostálgico para unir los corazones de todos los expatriados con sus raíces marroquíes. Todo es percusión, así el bendir híbrido de tambor y pandereta, la darbuka que, es un timbal, la taarija, el neffar que, es parecida a las vuvuzelas del fútbol sudafricano pero más placenteras de sonido, no pueden faltar varios qraqeb que son como unas castañuelas metálicas a modo de platillos de ruido escandaloso que te arrastra los pies a la algarabia general. Uno del grupo canta de buena voz y el resto repiten el estribillo a coro, una y otra vez. !Todo un esplendoroso espectáculo musical!.

La procesión, desfile ó romería lleva un toro. Se matan cuatro para dar comida a multitud de personas, la mayoría pobres mediante un cus-cus compartido, el que desfila es la última res que se sacrifica en las propias instalaciones del cementerio cuando concluye el cortejo. Se reúnen casi un centenar de personas que, después de cenar temprano, se pasan media noche rezando al Patron de su ciudad con cánticos espirituales de monótona belleza repetitiva cantarina hasta que, los vecinos de Sidi Bouarrakia nos vamos quedadando  dormidos.

Este acontecimiento anual se celebra con gran pompa todos los 19 de diciembre, el desfile concluye en el cementerio del patrón de Tánger. Antes existía un pequeño y viejo recinto, pero hace siete u ocho años se construyó una preciosa mezquita donde termina el cortejo, el nuevo Masyid está a poco más de 100 mtos. de la catedral católica española  Nuestra Señora de Lourdes y a unos 300 metros, (a vuelo de gaviota) de la gran mezquita de Mohamed-V.

Ciertamente el islam no tendrá santos, pero los Tanyagüis sí tenemos un santón honorablemente venerado al que todos llamamos Sidi Bouarrakia.