Biden presidente electo de Estados Unidos y Europa respira

Joe Biden

Han sido noventa y seis horas al filo de la navaja, con los ojos del mundo puestos en  el dramático culebrón poselectoral de Estados Unidos, cada voto contado a favor de Joe Biden, candidato demócrata, era un suspiro de esperanza en una Europa bastante maltratada por el todavía presidente y candidato republicano, Donald Trump.

Por un momento,  llegamos a creer que Trump y su maquinaria de la mentira, serían capaz de robarse a la democracia norteamericana, de llevarse con él toda autoridad moral  y convertir a la mayor democracia liberal en una república bananera. 

La victoria anunciada en cascada por los medios de comunicación norteamericanos, tras darse  a conocer el triunfo de Biden en Pensilvania, ha llenado de euforia a sus electores quienes se han echado a la calle en un histórico 7 de noviembre para celebrar el cambio de ciclo en la Casa Blanca. 

Han sido las elecciones más reñidas en la historia de la Unión Americana, no solo por la rispidez del momento, sino por la división entre los ciudadanos norteamericanos y la personalidad de los candidatos; sobre todo la de Trump.

Ambos candidatos han superado las cuotas de votación en cualesquiera otra elección presidencial: Biden con 74 millones de votos y Trump con más de 70 millones.

La Unión Europea (UE) se ha lanzado a felicitar al presidente electo Biden y a su vicepresidenta electa, Kamala Harris, que hace historia también como la primera mujer en ocupar tan alto cargo de poder político.

Ursula von Der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, escribió en su cuenta de Twitter sentirse muy complacida con la victoria de Biden  y Kamala: “La UE y EU son amigos y aliados nuestros ciudadanos comparten fuertes lazos, estamos listos para trabajar con el presidente electo Biden”.

La OTAN, encabezada por Jens Stoltenberg,  envió un comunicado de prensa a los periodistas y los medios cuyo contenido además de felicitar a Biden y Kamala pide  una Alianza fuerte “porque también beneficia a Europa y a Estados Unidos frente a Rusia, el terrorismo, las amenazas cibernéticas y de misiles y ayudará a balancear el poder respecto de China”.

Desde el primer ministro británico, Boris Johson hasta los mandatarios de Francia, España, Alemania, Irlanda, Grecia, Italia, Austria y hasta Hungría cuyo líder Víktor Orbán es un abierto partidario de Trump.

El húngaro István Hollik, jefe de comunicaciones del partido Fidesz, declaró que “esperaban que la administración de Joe Biden no arruine esos logros comunes por razones ideológicas”.

Kamala Harris

Lo contrario, en España, el presidente Pedro Sánchez, tuiteó que “estamos preparados para cooperar con Estados Unidos y hacer frente, juntos, a los grandes retos globales. El pueblo americano ha elegido a su 46 presidente”.

La UE está ávida de reconducir sus relaciones con su tradicional, de verlo como un actor global fuerte que cree en el multilateralismo, en el respeto a las leyes y normas internacionales y en la inclusión en  los organismos internacionales.

Hay mucho que arreglar: mientras Estados Unidos contaba los votos de su elección presidencial en medio de una bruma de incertidumbre y de suspicacias, en la jornada del 4 de noviembre, en Europa quedó oficializada la salida definitiva de la Unión Americana del Acuerdo de París sobre el clima.

La decisión, anunciada el primero de junio de 2017, por el presidente Donald Trump ha cumplido con todo el proceso administrativo para dar de baja a Estados Unidos de un gran pacto global signado por 195 países y que en su momento avaló la administración del entonces dignatario demócrata  Barack Obama en 2015. 

La esperanza, sobre todo de Francia y Alemania, pasa por lograr la reinserción norteamericana al Acuerdo cuya finalidad es la de recortar entre un 26% a un 28% la emisión de gases de efecto invernadero antes de 2030.

La posición estadounidense, para asumir su responsabilidad y adquirir el nivel de compromiso, frente a la batalla del cambio climático es muy relevante para los próximos años.

En la todavía potencia de la primera década del siglo XXI muchas de sus decisiones de calado geopolítico y geoeconómico pasan por el contrapeso del poder en la Cámara de Representantes y en la de Senadores; los resultados preliminares indican que los demócratas conservarían el control  delegado desde 2018 -si bien cedieron cinco escaños- mientras el Senado seguiría en manos de los republicanos. Prueba del signo de los nuevos tiempos es la elección  de 132 mujeres en el  Congreso.

Para Europa, lo que se ha jugado recientemente en las elecciones estadounidenses va más allá de su política interna,  son cuatro años de una relación con mínimos de entendimiento con la Unión Europea (UE) y de  efectos negativos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Al mismo tiempo, el Tratado Nuclear con Irán, que cuenta con el aval de la UE pende de un hilo tras la orden de salida de Trump por considerarlo poco eficaz; también está pendiente la futura relación de Estados Unidos con Reino Unido ya consumado el Brexit y la estrategia de la nación insular con sus contrapartes europeos.

En vilo igualmente los planes de seguridad y defensa bajo la OTAN para los años venideros, con el Pentágono instalando nuevas bases en Polonia y sacando a su ejército base en Alemania.

No hay que obviar que la UE está en medio del acuerdo de paz propuesto por Trump para Israel y los palestinos  que, además de reconocer a Jerusalén como capital del estado judío como lo hizo el año pasado, tras mover la sede de la embajada norteamericana desde Tel Aviv a Jerusalén,  contempla no otorgar a los palestinos la formación de un Estado, como en cambio sí lo pretende el Consejo Europeo con su política exterior.

En los meses venideros, la UE continuará reafirmando su rechazo al plan de paz propuesto desde la Casa Blanca y en el que estaría detrás Jared Kushner, marido de Ivanka Trump; en contrasentido, varios ministros de exteriores europeos avanzan  un reconocimiento oficial al Estado de Palestina.

Luego está China: hay un claro acercamiento con el gigante asiático no solo comercialmente hablando, sino en el renglón de las inversiones  y con  multinacionales de la tecnología posicionándose fuertemente con negocios en diversos países del continente con la fibra 5G; la postura del Consejo Europeo en defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión igualmente se estrella con las intromisiones que Washington está llevando a cabo en Hong Kong, en Taiwán y en el mar de la China Meridional y que tanto disgusto está provocando en Bejing. 

Al día siguiente de las elecciones norteamericanas se dio a conocer que la administración de Trump había aprobado la venta de cuatro sistemas de armas a Taiwán por un valor de 600 millones de dólares.

Simplemente, bajo la atenta mirada del republicano, hacia Taiwán han sido vendidos diez cargamentos militares en los últimos cuatro años, junto con equipo de vanguardia en defensa.

La Unión Americana ha acelerado su rearme y solidificado su ventaja como proveedor de armamento militar mundial; de acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) el gasto militar en la Unión Americana pasó en 2016 de 600 mil millones de dólares a 732 mil millones de dólares en  la actualidad. 

El futuro inmediato de la carrera armamentista pende del resultado electoral, la baza de Trump es incrementarlo nuevamente para 2021 para ubicarlo en los 740 mil millones de dólares.

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