Opinión

Hacer un Elon Musk

photo_camera Atalayar_Elon Musk

A los de mi generación, que es la misma que la de Elon Musk, no nos gusta tanto el riesgo, somos más bien conservadores si de invertir dinero se trata; aunque el empresario sudafricano nacionalizado estadounidense y canadiense no entra precisamente dentro de dicho molde. 

Muchos de sus proyectos empresariales son innovadores, arriesgados, vanguardistas, visionarios y un tanto locos, debo confesar que a mí no me seducen… sin embargo, el magnate tiene un éxito arrollador entre los ‘millennials’ y sobre todo un tirón peculiar entre los más jóvenes de la llamada Generación Z.

Le consideran un héroe, un modelo a seguir y a imitar, al menos mi hijo Julián, de 19 años, se siente atraído por las empresas tan diversas que ha cofundado y menciono solo algunas: Tesla, PayPal, Hyperloop, SolarCity, hasta la obsesión con SpaceX de conquistar planetas y hasta de colonizarlos. 

No han sido pocas las veces que los medios de comunicación emiten noticias de fallos en las pruebas o en las presentaciones de los vehículos de Tesla; estoy recordando el bochorno aquel del auto blindado de alta capacidad, el llamado Tesla CyberTruck, que terminó con el cristal roto en plena presentación ante el público y diversos inversores convocados para corroborar la alta gama de su blindaje. 

Eso pasó en noviembre de 2019, pero, todavía el año pasado, un vehículo de la compañía, un Model 3, atropelló a un falso peatón en una prueba de frenado automática

Tesla Inc. para ser una empresa tan joven (fundada en 2003 en Palo Alto, California) ya tiene varios modelos de sus flamantes vehículos eléctricos descatalogados, al menos un hecho para llamar la atención; sobre todo, para un comprador que adquiera un coche bajo el riesgo de quedar pronto fuera del catálogo.

Tampoco han pasado desapercibidas las constantes explosiones de sus cohetes hacia Marte o hacia la Luna, que retrasan el sueño de Musk de los viajes turísticos espaciales. 

Cada vez que fracasa uno de sus vehículos eléctricos o explosiona uno de sus cohetes, Musk quema dinero… miles de millones de dólares y con inversores no siempre complacientes, ¿a quién le gusta perder dinero?

A colación

Musk sabe del poder de las redes sociales y que es seguido, admirado e imitado, sus fans lo adoran no es de extrañar que acuda a su cuenta de Twitter a veces para compartir tonterías que solo sirven para inquietar a los accionistas; por un tuit, un día, la compañía perdió un 10% en bolsa. 

Su extravagancia más reciente tiene que ver con el bitcoin, la criptomoneda sigue sin tener un estatus legal reconocido a nivel mundial, opera sin una regulación prudencial y con un riesgo intrínseco a su propia volatilidad: la persona que invierte en bitcoins asume totalmente el riesgo. 

Por eso extraña muchísimo el anuncio de Musk -a los cuatro vientos- sobre que invertirá 1.500 millones de dólares en bitcoins; como era de esperar, el mercado sobrerreaccionó y los bitcoins han saltado a un valor de 46.000 dólares y podrían llegar hasta los 50.000 dólares. 

El peligro es que le secunden millones de incautos, pequeños inversores ambiciosos, crédulos y desesperados, porque, en medio de la pandemia, creen que tendrán una oportunidad dorada para ganar mucho dinero en el corto plazo, como si desde el cielo estuvieran regalando bitcoins.

Los negocios en pirámide siempre van mal: como pasó con el fondo de inversión de Bernard Madoff, que terminó en un gran fraude y quebranto; y las criptomonedas siguen el mismo esquema.

No hay, además, un seguro de depósitos con las criptomonedas, ¿a quién le reclama el inversor que le devuelvan su dinero? Y, ¿acaso se conoce alguna sucursal física para reclamar o bien se sabe el nombre de las personas que están detrás de las monedas virtuales?

Temo porque otros quieran hacer un Musk y confíen con los ojos cerrados y lo secunden para después terminar desplumados; el propio Banco Central Europeo ha advertido reiteradamente del peligro de una burbuja.