
Hay colas de espera, largas listas, para una cirugía en los hospitales. El sistema sanitario público está colapsado, rebasado por la emergencia del SARS-CoV-2 pero la invasión de Rusia a Ucrania ha hecho que la prioridad no sea la salud sino atender la guerra. Más gasto militar a pesar de las necesidades médicas de la población.
Más para armas, más para expandir el personal militar, mientras la infraestructura hospitalaria adolece de deficiencias y el personal sanitario nuevamente empieza a reducirse.
Gabriela Bermúdez lleva varios meses esperando por una cama libre, en Hematología del Hospital Carlos de Haya en Málaga, requiere de un trasplante de células madre con la esperanza de vencer al cáncer de útero que le ha provocado metástasis. Cuenta cada minuto pendiente del timbre del teléfono. No suena y ella desespera.

A finales de febrero de 2020, tras varios días de hemorragias de ir y de venir al Hospital Materno Infantil de Málaga, al sur de España, bajo sospecha de una metrorragia provocada por la menopausia y tras dolores intensos, entró a urgencias en el Carlos de Haya. Le encontraron un tumor maligno.
Tres días después fue operada de emergencia. Durante su recuperación, España declaró de forma inédita un estado de alarma, desde el 14 de marzo hasta el 21 de junio. Pero su calvario para salvar su vida recién acababa de comenzar y ahora además tenía que hacerlo en medio de una pandemia con los hospitales desbordados de pacientes.
Le aguardaban largos días de radiaciones y una lista de espera para un trasplante de células madre que es la última esperanza para vencer una enfermedad tan dramática.
Ella ha logrado no contagiarse del SARS-CoV-2 aunque cada brote, con las diferentes cepas, lo vive de forma incierta y temiendo que la nueva variante pueda ser más letal.

Aun así no pierde su sonrisa: “Tengo fe. Los médicos me tratan muy bien y todo depende de que haya sitio para que yo pueda seguir tratándome. A veces no quiero ni contar los días para no intranquilizarme más”, dice con la voz nerviosa.
Y mientras termina 2021, los fallecidos por COVID-19 superan los 6 millones en el mundo; el nuevo año ha iniciado además con una nueva cepa más contagiosa: Ómicron.
Bermúdez pasa el tiempo haciendo vídeos de terapia de superación para transmitir positividad, tiene que lidiar ahora con proteger su salud de una cepa más virulenta en momentos en que España sigue reduciendo su gasto en inversión sanitaria: del 7,6% del PIB en 2020 a 6,9% en 2021 y 6,6% en 2022 con 5.434 millones de euros. Un gasto per cápita de 114,88 euros por habitante.
La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) habla de un déficit de más de 7.000 médicos y 5.000 enfermeras necesarios en el país ibérico sobre todo en tiempos de pandemia.
Lo de España no es más que el rostro de otros países que, además, con la invasión de Rusia a Ucrania en la madrugada del 23 al 24 de febrero de 2022 han vuelto a poner sobre de la mesa la maquinaria militar.
A finales de diciembre de 2021, de acuerdo con el Ministerio de Defensa de España, el gasto militar real de los Presupuestos Generales del Estado para 2022 subió a 22.796 millones de euros, un crecimiento del 5,75% en unos presupuestos militares de récord histórico. La inversión en armamento subió 16,2%. Un gasto per cápita de 479 euros por habitante.
Más armas que hospitales. Más equipo militar que médico y el mundo sigue sumido en una pandemia con Ómicron causando contagios exponenciales, con muchos países que en 2022 han decidido apostar más por gasto defensivo.
A nivel global, en el sector sanitario, hay cierto desasosiego porque en un principio se creyó que la urgencia provocada por el SARS-CoV-2 pondría como prioridad de los gobiernos el fortalecimiento de la infraestructura médica pública mediante mayores inversiones en equipo, más gasto en personal sanitario y médico, así como canalizar mayores inversiones hacia la investigación científica relacionada con vacunas, tratamientos y medicamentos.

La pandemia sigue transcurriendo, pero pocos cambios ha habido desde entonces, sin que hasta la fecha a nivel mundial se logre un Pacto Internacional de Pandemias como lo intenta la OMS buscando el consenso de más de un centenar de países.
La crisis de los contagios por coronavirus ha desnudado las carencias del sector salud, la merma del personal médico –que ya se conocía de sobra en varios países emergentes– y sobre todo ha sacado a flote la incapacidad que al respecto existe en los llamados países industrializados o en los más desarrollados. Ni siquiera Suiza, Alemania, Islandia, Noruega o Dinamarca han podido evitar diversos señalamientos por quedar rebasados ante el número de pacientes que han necesitado ingreso hospitalario y primordialmente una cama en Cuidados Intensivos con un respirador disponible.
A lo largo de la pandemia han hecho falta hospitales, camas, respiradores, equipo médico, personal de atención primaria, médicos, enfermeras, ambulancias y trabajadores en urgencias y en atención telefónica. Ningún país por muy pobre o rico ha quedado indemne de estas deficiencias.
No obstante, la prioridad pasa por incrementar los gastos en Defensa en un momento en que el rearme ha regresado el fantasma de la Guerra Fría como una amenaza para la estabilidad y para la paz.
Una Guerra Fría 2.0 con diversos actores en liza a varias bandas con Estados Unidos como protagonista confrontado con distintos países en el renglón de la geopolítica, geoeconomía y en la seguridad global y regional.
Ya el 5 de enero, Corea del Norte dio una probadita al mundo como si fuese un mensaje de año nuevo con el lanzamiento de un misil hipersónico que encendió todas las alarmas en Japón, Corea del Sur y por supuesto en la Unión Americana.
Pero no ha sido el último: el pasado 11 de enero, el dictador norcoreano Kim Jong-un supervisó la prueba de otro misil balístico que, según la prensa nipona, cayó en el Mar del Este o Mar de Japón. En total, lleva siete misiles solo en un mes.
Hay un claro rearme en un grupo de países. En 2021, el gasto mundial en armamento incrementó 2,3% y no ha dejado de subir en los últimos dos años, que son además los más complicados de los que se tenga memoria reciente y en 2022 subirá 2,5%.
Hay una política bastante cuestionable, según William Hartung no es entendible que en un momento tan crítico siga aumentando el gasto militar mundial tratado como una prioridad inminente por encima de una serie de amenazas y desafíos evidentes como la pandemia, el cambio climático, la injusticia racial y económica.
Para el responsable del Programa de Armas y de Seguridad del Centro para la Política Internacional, la ONU fracasa en cada intento por frenar el gasto militar a favor de programas en pro del desarrollo sostenible.
“De todo el dinero gastado en armamento militar, en lo que llevamos de pandemia, bien podría haberse utilizado en inversiones a favor de una mejor salud pública, de protección al ambiente y de programas para reducir la desigualdad”, afirma.
Y 2022 tampoco será distinto no solo Corea del Norte, Estados Unidos, China, Rusia han decidido gastar más en su propia defensa también Japón, Australia, Reino Unido, España, Marruecos y muchos más. Alemania, con la guerra que libra Rusia en Ucrania, modificó su tradicional política de gasto en Defensa casi siempre sobre del 1,57% del PIB.

El canciller Olaf Scholz anunció una subida hasta alcanzar el 2% del PIB y una partida extraordinaria de 100.000 millones de euros para inversiones en equipo militar.
Al estadounidense Joe Biden le llovieron presiones de sus propios miembros del Partido Demócrata para que en el Presupuesto de 2022 redujera su gasto militar y privilegiara el rubro de sanidad. Tras dilatados meses de discusiones y luego de los informes del Pentágono y de la CIA que ubican a China como el mayor riesgo para la Unión Americana, el Congreso finalmente aprobó un incremento del 5% en Defensa para el año fiscal recién iniciado.
Con el mandatario Biden, el presupuesto militar escala hasta los 760.000 millones de dólares, lo que representa un gasto per cápita en este renglón de 2.296,07 dólares.
Al menos 7.100 millones de dólares irán destinados a mejorar la capacidad de las Fuerzas Armadas norteamericanas desplegadas en el Pacífico con especial preponderancia en la zona del Indo-Pacífico; y 300 millones de dólares para la alianza militar de soporte a Ucrania.
La aprobación de la Ley de Autorización de Defensa Nacional contempla la creación de una comisión independiente a fin de evaluar la situación en Afganistán y la retirada de las tropas.

El actual presupuesto militar de Estados Unidos es histórico y pone especial énfasis en el rearme de China y de Rusia y de otros actores con los que tiene rispideces como Corea del Norte e Irán. Como proporción del PIB destina el 3,7% en Defensa.
Un informe elaborado por la consultora Deloitte señala que la industria de Defensa ha estado considerablemente más aislada del impacto global del coronavirus que, por ejemplo, la industria aeroespacial comercial.
“Con el Ejército de Estados Unidos cambiando gradualmente su enfoque hacia Medio Oriente, las compañías de defensa deben enfatizar la creación de capacidades mejoradas en aviones de combate, resiliencia espacial, construcción naval y seguridad cibernética para impulsar el crecimiento”, en opinión de la firma británica.
El Pentágono realizará una fuerte inversión en investigación y desarrollo en varios proyectos como el F-35 Joint Strike Fighter de quinta generación y el B-21 un bombardero de largo alcance. Pero también la inversión irá destinada a equipos militares de alta gama, así como aviones de combate militares no tripulados, defensas cibernéticas, de inteligencia e hipersónicas.
El análisis de Deloitte proporciona información que ubica al gasto militar global en 2020 en 1,98 billones de dólares, muy a pesar de que la economía mundial cayó 4.4% dicho año. Ni siquiera el estancamiento contuvo el gasto bélico.
También China ha elevado su gasto militar con un porcentaje que representa el 1.7% de su PIB, básicamente ha canalizado más de 252.000 millones de dólares para atender sus prioridades estratégicas este año.
A este respecto los analistas de Deloitte destacan que Pekín lleva aprobando año tras año, más y más gasto militar, en una larga carrera ascendente que es bastante llamativa tras décadas de contención.
“El gasto militar de China ha aumentado durante 26 años consecutivos, la serie más larga de años ininterrumpidos debido a sus planes de modernización y expansión, en línea con un deseo declarado para ponerse al día con otras potencias militares líderes como Estados Unidos”, de acuerdo con el informe.
El año pasado, China fue el mayor socio comercial de bienes de Estados Unidos con 559.200 millones de dólares y la Administración Biden ha dudado en atacar a Pekín cortándole el suministro de chips de alta tecnología porque terminaría impactando vía el comercio mundial a las propias empresas norteamericanas.
Lo que no puede obviarse son los crecientes roces geoestratégicos: recientemente Taiwán dio a conocer que aprobó gastos adicionales militares por 8.600 millones de dólares destinados a fortalecer sus capacidades de defensa contra China luego de que el año pasado, Taipéi compartiese un informe al Pentágono, en el que reflejó diversas incursiones dentro de su espacio aéreo por parte de 970 aviones de combate chinos por diversos períodos de tiempo.

Dentro de las prioridades de contención de Taiwán están desarrollar misiles de crucero Wan Chien, nuevos sistemas de drones de ataque, la adquisición de un sistema costero de misiles antibuque y un sistema de combate de barcos guardacostas.
Otro que ha seguido la tónica de más gasto militar es Rusia: los gastos militares en el presupuesto federal 2022-24 aumentarán 15%, con unos 43.000 millones de dólares más destinados al ejército y 2.690 millones de dólares para armamento. Y el presupuesto trienal incluye 10.000 millones de dólares adicionales.
Hay críticas de la oposición al presidente Vladimir Putin por considerar que en momentos en que la economía rusa requiere de una inyección económica para crecer y mantener una estabilidad, los programas sociales no son del todo atendidos; en cambio, no mengua el gasto militar a pesar de que la economía cede. En una década el gasto militar ruso ha superado los 300.000 millones de dólares y Putin, con la invasión a Ucrania, ya hace cálculos para aumentar la inversión en nuevo armamento.
También Japón: el Gobierno del primer ministro Fumio Kishida contará con un presupuesto militar récord para 2022 con 47.200 millones de dólares; en los próximos meses adquirirá nuevo y mejorado equipo militar sobre todo ante las crecientes tensiones concentradas en esa parte de Asia no solo por las maniobras militares de misiles de Corea del Norte también ante el músculo mostrado por China en la región. Hay tensiones en el Mar de Japón, el Mar de China Oriental, el Mar de China Meridional y el Pacífico Occidental y el Indo-Pacífico.
Justo el día de Reyes, el premier Kishida sostuvo un encuentro virtual con su homólogo australiano, Scott Morrison, para sellar la alianza mutua a fin de fortalecer un nuevo pacto defensivo y de colaboración frente a las amenazas chinas en el Indo-Pacífico.
A su vez, la Unión Europea (UE) tiene sobre de la mesa la intención de crear un Ejército Europeo para velar por su propia defensa más allá de la OTAN y de la Unión Americana. Este año el encuentro de la Alianza Trasatlántica será en Madrid, 29 y 30 de junio.
En los últimos meses han sucedido crecientes tensiones entre España y Marruecos confrontados desde diversos frentes por su posición ante el Sáhara Occidental, la crisis migratoria en el Magreb y los recientes cierres de fronteras a propósito del coronavirus. El gobierno de Argelia rompió relaciones con Rabat lo que incluso ha motivado el cierre del gasoducto Magreb Europa.
Abdellatif Loudiy, titular de Defensa marroquí, confirmó un incremento del 6% en el gasto militar de su país, para ubicarse en 5.200 millones de dólares; representa una proporción del 4% en el PIB de su país.
El escenario de tensiones y roces internacionales pesa en las estrategias de seguridad de los países como si en la actual guerra biológica no fuese suficiente con 6 millones de fallecidos por coronavirus acumulados hasta ahora. La tropelía de Rusia lo va a cambiar todo: los países aumentarán más sus gastos militares en una psicosis colectiva por protegerse. Gabriela Bermúdez tendrá que seguir esperando por una cama y como ella, cientos de miles de personas en todo el mundo. La gente requiere más y mejor atención médica… más hospitales y menos armas.