Ucrania, tras tres años de invasión, vive sus horas más decisivas

Las negociaciones bilaterales, entre Estados Unidos y Rusia, para poner fin a una guerra que recién cumplió tres años no solo son vistas como aislacionistas e irreales, sino también como indignantes y peligrosas: Trump pretende repartirse Ucrania, como botín de guerra, con el dictador ruso, Vladimir Putin.
En el único punto que hay consenso entre Europa y Washington es que todos quieren un alto el fuego; después está el asunto más espinoso: ¿cómo lograr un acuerdo de paz que impida nuevos movimientos bélicos por parte de Putin para apropiarse del resto de Ucrania o bien evitar que invada a otros países?
Las negociaciones para el alto el fuego negociadas por la Casa Blanca ya cuentan con la primera imposición de Putin: que sean realizadas en Riad, capital de Arabia Saudí.
Desde que la Corte Penal Internacional dictó una orden de arresto contra el dictador ruso, los viajes de Putin han sido muy escasos y solo ha viajado a Irán, a China; a diversas exrepúblicas soviéticas y, a finales de 2023, visitó Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. En especial, siempre se ha ufanado de llevarse bien con el príncipe heredero Mohamed bin Salman.
El pasado, 18 de febrero, se reunió en Riad un equipo de primer contacto de ambas delegaciones, la estadounidense y la rusa, con Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, y Serguéi Lavrov, titular de Exteriores de Rusia, a la cabeza de ambos equipos.
Un evento preparatorio del próximo reencuentro de Trump con Putin, en el que cada uno terminará de afinar los puntos calientes, que, de uno y de otro lado, fueron puestos sobre de la mesa en Riad acerca del alto el fuego en Ucrania.
Los que pide Putin no son pocos: 1) levantar todas las sanciones a Rusia; 2) el restablecimiento de Rusia en el sistema de pagos internacional; 3) la vuelta de Rusia como actor preponderante al G7 bajo el formato G7 más Rusia que ya operaba antes de que Rusia se apropiase de Crimea en 2014 (y que, por supuesto, es de Ucrania); 4) la salida de Zelenski del Gobierno y para ello exige que en menos de seis meses sean celebradas elecciones; 5) Rusia no cederá, ni intercambiará, ni un ápice del 30 % del territorio de Ucrania que para Putin es ya territorio ruso consagrado en la Constitución rusa; 6) no quiere negociar con Zelenski, ni con los representantes de la Unión Europea, en la misma mesa que él y Trump; ni acepta tropas europeas o de la OTAN, bajo un formato disuasorio, ni como garantía de paz, en territorio ucranio; y, 7) por si fuera poco, exige la capitulación de Kiev que, además, al declararse vencida deberá pagar a Rusia una cantidad económica que no está todavía estimada por concepto de los gastos bélicos inherentes a la invasión.
Son algunas de las exigencias de Putin, entre las que desde luego reitera que lo que queda de Ucrania será neutral, sin Ejército y sin ingresar en las filas de la UE, ni mucho menos en la OTAN. Falta delinear la nueva frontera ucrania y sus controles fronterizos y, tomando en cuenta que Kiev perdería su salida hacia el mar de Azov y al mar Negro, prácticamente su mercado de exportaciones e importaciones por la vía marítima estará en manos de la Administración rusa, que controla precisamente Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.
Por si faltase algo, también están las ambiciones de Trump sobre la ya quebrada economía ucrania que lleva soportando tres años repeliendo al invasor y viendo cómo bajo las bombas mueren civiles y es destruida tanto su infraestructura civil, como energética y militar.
La factura por pagar que la Casa Blanca ha endosado a Zelenski es de 500.000 millones de dólares, que el presidente norteamericano quiere cobrarse explotando y apropiándose de las tierras raras y de otros minerales que tiene la parte ucrania que no quedaría en manos de Rusia.
Trump quiere explotar a Ucrania
Hace unos días, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, visitó Kiev y entregó un borrador de acuerdo solicitando la cesión del 50 % en concepto de propiedad de los minerales de tierras raras.
“No permití que los ministros firmasen un acuerdo relevante porque, en mi opinión, Estados Unidos no está listo para protegernos a nosotros ni a nuestros intereses. Nunca he dicho que estoy cerrado a un acuerdo estratégico en la materia, pero debe ser ante todo a cambio de garantías de seguridad para Ucrania”, remarcó Zelenski.
Respecto a los 500.000 millones de dólares que reclama Trump en concepto de indemnización por la ayuda económica y militar concedida por Estados Unidos a Ucrania, Zelenski calificó dicha información de errónea.
“Tenemos cifras sustancialmente distintas. Todo está muy claro. La guerra nos ha costado 320.000 millones de dólares: los contribuyentes ucranianos han pagado 120.000 millones de dólares; y Estados Unidos y sus aliados europeos han aportado 200.000 millones de dólares que están en paquetes de armas. Estados Unidos nos ha proporcionado 67.000 millones de dólares en armas y 31.500 millones de dólares en ayuda financiera directa al presupuesto”, puntualizó Zelenski.
Enfrascados, Trump y Zelenski en este punto económico, la ira del magnate ha llevado a calificarlo de “dictador ucraniano” calentando todavía más el ambiente entre ambos que ya venía caldeado porque Trump ignoró a Zelenski y a los líderes de la UE para su mesa de alto el fuego con Putin en Riad.
Han sido días de mucha agitación en Europa y demasiada preocupación porque los europeos ven con temeridad cómo la sombra alargada de Putin crece sobre de ellos; el dictador solo ha debido tener paciencia y aguardar a que los vientos políticos en Estados Unidos le sean favorables.
Ya ni siquiera sus corifeos del Kremlin son los que atacan a Zelenski y a los líderes europeos, eso lo hace por sí solo el presidente de Estados Unidos en un juego perverso en el que Ucrania es el bocado que será repartido entre dos tiranosaurios.
En España, en un artículo firmado por Alberto Tejedor, para La Razón, se hace referencia a una filtración del borrador norteamericano al que tuvo acceso el diario británico The Daily Telegraph: “Las condiciones impuestas han encendido todas las alarmas en Kiev, hay consternación y pánico. Esto es debido a una serie de condiciones leoninas que se quiere imponer al país invadido y que abarcan desde la explotación de sus puertos e infraestructuras por parte de Estados Unidos hasta el acceso a sus reservas de petróleo, gas y otros recursos naturales”.
Es decir, Trump quiere quedarse algo más que con las tierras raras ucranianas; y, de hecho, plantea formar un fondo de inversión conjunto que garantice que las partes hostiles al conflicto no se beneficien de la reconstrucción de Ucrania. En la filtración, The Daily Telegraph remarca que Estados Unidos recibiría el 50 % de los ingresos recurrentes de Ucrania por la extracción de recursos así como el 50 % del valor financiero de todas las nuevas licencias concedidas a terceros; y, otorga a Estados Unidos el derecho de retención sobre dichos ingresos, esto es, Washington tendría prioridad en el cobro incluso antes que Ucrania pueda usar esos fondos para su propio desarrollo.
Y, por último, todas las futuras licencias de explotación de recursos quedarían bajo derecho de preferencia norteamericana lo que garantizaría acceso prioritario sobre cualquier comprador.
El periódico británico abordó que Washington pretende imponer a Ucrania condiciones similares a las que se aplican a los Estados derrotados en la guerra; son incluso, más severas que las sanciones financieras impuestas a Alemania y a Japón, tras su derrota en 1945. “Si se acepta este acuerdo, las demandas de Trump representarían una proporción mayor del PIB ucraniano que las reparaciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles de 1919”.
¿Qué pretende realmente Trump con el famoso alto el fuego en Ucrania que él llama paz? ¿Por qué tiene tanto interés en terminar con el conflicto bélico? Solo le mueve la ambición y el interés supremacista. No quiere enviar tropas a Ucrania, pero sí a sus multinacionales tras negociar con Putin la partición de Ucrania: el 30 % para Rusia más Crimea y el resto para las multinacionales norteamericanas. De hecho, Marco Rubio, en su reunión con Lavrov en Riad, preparando el inminente encuentro entre Trump y Putin, propuso que Rusia quede eximida de cualquier responsabilidad financiera por la destrucción causada en Ucrania.
Trump no solo quiere colonizar Gaza con las multinacionales norteamericanas construyendo resorts de lujo en lo que ha llamado “Riviera de Gaza”, también pretende que sus multinacionales, tras un acuerdo signado con Zelenski con todas las condiciones económicas arribas descritas, sean las encargadas de la reconstrucción.