Opinión

Caos en la política interna de los Estados Unidos

AFP/MANDEL NGAN - Capitolio de Estados Unidos en Washington, DC
photo_camera AFP/MANDEL NGAN - Capitolio de Estados Unidos en Washington, DC

El conflicto recrudecido en el Oriente Próximo tras la agresión terrorista contra Israel está distrayendo la atención internacional del caos existente en la política interna – y podría decirse que sin precedente - de los Estados Unidos. 

La Cámara de Representantes lleva dieciocho días sin presidente, el tercer cargo después de Biden y la vicepresidente Harris en la línea de sucesión y en el funcionamiento de la Administración Federal.

De hecho, el problema comenzó en febrero, cuando las elecciones intermedias celebradas en noviembre habían concedido la mayoría al Partido Republicano, en el que el expresidente Donald Trump sigue contando con un grupo afín que ha marcado una división entre sus congresistas. El principal candidato a la presidencia de la Cámara, Kevin McCarthy, necesitó entonces más de una decena de votaciones para conseguir los 218 votos para ser proclamado.

Lo consiguió in extremis, pero su mandato fue agitado y breve. El pasado 3 de octubre sus propios partidarios le obligaron a dimitir: era el primer presidente de la Cámara que se veía en ese trance en la historia de los Estados Unidos. Las negociaciones entre los representantes de los dos partidos comenzaron aquella misma tarde, pero dieciocho días después, sin éxito. La crisis abierta es grave reconocen tanto los políticos como la prensa. 

Se trata de un cargo crucial para las principales iniciativas presidenciales, como la ejecución de la ayuda de 106 millones de dólares que Biden ha prometido a Ucrania e Israel para las guerras contra Rusia y el grupo terrorista palestino Hamás que están manteniendo. Y lo mismo cabe decir de todas las leyes importantes y algunas apremiantes, como la de una prórroga presupuestaria para evitar la actividad de la Administración Federal.

Todos los intentos para nombrar a un nuevo presidente han fracasado. La obstinación del grupo de congresistas republicanos que apoyan a Trump en sus pretensiones para la reelección son un obstáculo añadido a la pequeña diferencia que existe entre el número de congresistas de los dos partidos. El primer aspirante que fracasó en el intento, Esteve Scalise acabó por abandonar después de varias votaciones y en estos momentos el trumpista Jim Jordan, de Ohio, continúa obstinándose en conseguirlo después de cinco intentos frustrados.

Tras su tercera derrota, Jordan convocó una conferencia de prensa en la que defendió la necesidad urgente de poner fin al caos institucional creado y renunció claramente a retirarse. Su argumento, compartido por todos en Washington, es que el vacío creado no puede prolongarse, pero los analistas y conocedores de las tensiones internas que existen en el Capitolio, las posibilidades de que lo acabe consiguiendo son escasas. La crisis tiene muchos matices, pero la causa principal es la división existente entre las filas del Partido Republicano.