El día que estalló la II Guerra Fría

Hacía algunas semanas que se venía anticipando el riesgo que se estaba corriendo de un regreso a la Guerra Fría que durante varias décadas nos mantuvo en vilo. Pues, a poco que intentemos frenar la imaginación, podemos decir que estalló este martes, en una intensa jornada en torno al primer aniversario de la incomprensible y brutal guerra que están disputando Ucrania y Rusia. Por la mañana, el agresor, Vladimir Putin, el belicoso presidente ruso, enfatizó en su esperado discurso sobre el estado de la Nación que Rusia luchará hasta el final y vencerá.
Y peor aún, lanzó sus bravatas políticas fundamentadas en la acusación de que la guerra, que ya lleva contabilizadas muchas decenas de miles de muertos, ha sido culpa de Europa y de la OTAN. En represalia, anunció que rompe el Tratado que ya desde los tiempos de la Unión Soviética establece un límite al desarrollo de las armas nucleares; un Tratado que tras varias renegociaciones cobró especial valor en 2010 cuando fue firmado bajo las siglas START por el presidente norteamericano Barack Obama y el entonces presidente ruso Dimitry Medvedev, que ocupaba el cargo en espera de que Putin pudiera aspirar constitucionalmente a otro mandato.
Posteriormente, el Tratado fue ampliado y firmado de nuevo en 2021 por Biden y Putin. Imponía un límite de 1.500 ojivas nucleares a cada país y de 700 misiles balísticos para su transporte en bombarderos y submarino. Tenía su vigencia hasta 2026. La ruptura anunciada por Putin encubre toda una amenaza de bombas atómicas que no discrimina entre tácticas, de menor alcance o incluso estratégicas, que sin duda afectarían a países fronterizos con Ucrania. Unas horas antes, el presidente francés, Emmanuel Macron, había anunciado que pondría su arsenal nuclear a disposición de la OTAN si fuese necesario.
En la primera impresión, se especulaba sobre la indignación que le había producido a Putin la visita, preparada en secreto, que Biden realizó a Ucrania y la declaración de apoyo incondicional de los Estados Unidos y la Alianza a la defense de Ucrania. El presidente norteamericano, ya desde Polonia antes de su regreso, no se arredró ante la amenaza lanzada por Putin. Reaccionó con rapidez y contundencia: reiteró su apoyo inquebrantable a Ucrania y acusó abiertamente a Rusia y a su presidente de crímenes de lesa humanidad, el término que la autoridad de las Naciones Unidas atribuye a las atrocidades cometidas durante un conflicto armado siguiendo instrucciones superiores.