El aplauso de los borregos

PHOTO/La Moncloa - El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, responde a las preguntas de la oposición durante la sesión de control en el Congreso de los Diputados
PHOTO/La Moncloa - El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, responde a las preguntas de la oposición durante la sesión de control en el Congreso de los Diputados

Si uno busca en la etimología de la palabra “borrego”, en su cuarta acepción aparece “Persona que obedece ciegamente la voluntad de otros”. Y es por ello que dicha palabra y acepción le viene como anillo al dedo al más que bochornoso espectáculo que, una vez más hemos tenido que presenciar cuando, por última vez en esta legislatura, Sánchez ha reunido a su grupo parlamentario al completo (diputados y senadores socialistas), para predicarles otra vez su mensaje justificativo de su personal y grave derrota, libre de toda autocrítica, combativo y exculpatorio al basarlo en mentiras y falacias sobre los resultados obtenidos por el PSOE en las pasadas elecciones regionales y locales. 

No importa que el partido haya perdido la mayor parte de sus canonjías que aún retenía. No importa que dicha derrota sin precedentes lleve al paro forzoso en la SEPE a miles de socialistas que viven de la política y que, además, haya sido motivada por el propio líder y su empeño de hacer de las pasadas elecciones un plebiscito personal al creerse, como todos los sociópatas ególatras, que la mayoría del pueblo le adora, cuando sabe que no puede salir a la calle en ninguna ciudad de España sin que la gente le abuchee y que para aparentar su “empatía” con la sociedad, haya tenido que recurrir a mendaces videos, montados a su imagen y semejanza con gente de su cuerda o duramente adoctrinados a base de lavados de cerebro, mamandurrias, regalos o prebendas.

No es de extrañar el espectáculo ofrecido por el rebaño de borregos que le ha acompañado y vitoreado con sus aplausos y calor colectivo e individual. Y digo esto porque, aunque es muy posible que esos infelices solo busquen un lugar en las nuevas listas, ese mismo rebaño el que ha facilitado con su voto particular como diputado o senador todas y cada una de las más que cuestionables y hasta algunas ilegales, por inconstitucionales, leyes, apaños, decisiones, decretos y tejemanejes llevados a cabo por el endiosado Sánchez durante los últimos tres años y medio. 

Ellos son tan culpables como él; no se despisten señoras y señores, a pesar de que en España la mayor parte de las actuaciones políticas no son perseguibles por la Ley cuando se efectúan en sede parlamentaria o por obediencia debida, estos borregos no sufrirán pena alguna de prisión por sus fechorías y felonías; pero si tuvieran, tan solo un poco de dignidad, no hubieran aparecido en el lugar o por lo menos no aplaudido tan sonora y ostensiblemente.

Se han tragado el lamentable discurso de su líder de “pe a pa”, sin pestañear, sin darse cuenta de que, una vez más y a punto de cumplirse los cinco años de su falsa moción de censura el trilero Sánchez les engañaba por más de un solemne motivo como pueden ser: que la culpa de la derrota la tiene fundamentalmente la deriva de la política, acuerdos, pactos y apaños sanchistas y la mala praxis personal del arrogante, nada creíble o mendaz mentiroso y ególatra presidente; que los pactos con los etarras, tras negarlo hasta veinte veces en público no son gratuitos; que los acuerdos y vergonzosas bajadas de pantalón con los golpistas catalanes retorciendo el código penal a su entera conveniencia, no solo es de cobardes, sino de vulgares felones; que la ruina a la que ha llevado a España con sus gastos superfluos y despilfarros, costará lustros poderla mínimamente enmendar; que los ataques a los miles de víctimas de terrorismo, la Iglesia y las instituciones que son pilares del Estado son patéticas, fuera de tono y más que  vergonzantes; que la pérdida de prestigio nacional con él al mando ha llegado a cotas insospechables y que sus bruscos y copernicanos cambios de opinión a la hora de tomarse en serio o jugar con la Ley, la justicia, la enseñanza, el sexo, la salud y la política internacional no solo dan vergüenza, sino que destrozan la moral y dejan una potente huella para siempre.

Una persona que acaba de legislar prohibir las jornadas de trabajo cuando la temperatura ambiente es muy alta nos pone unas elecciones en España a finales de julio y máxime cuando todos sabemos que la mayoría de los colegios electorales se basan en colegios, institutos de enseñanza y otro tipo de centros socioculturales donde el aire acondicionado brilla por su ausencia y es una de las principales razones por las que permanecen encerrados en época estival y, que, además, son fechas en las que la mitad de los españoles, con mucha o poca capacidad económica trata de disfrutar de unos días de asueto tras un largo y tedioso año en el que ha visto subir sin parar cada uno de los precios de carestía de vida mientras su presidente se dedicaba a viajar a cuerpo de rey, a gastar a manos llenas en dádivas y regalías y a mentirles como un bellaco sin dignidad, compasión ni mesura.

Al pensar en las penurias que pasarán, en tales condiciones, las personas mayores, los aquejados de alguna enfermedad o los incapacitados que precisan de ayuda para sus desplazamientos, nos muestra la perversa intencionalidad de la elección de tal fecha, buscando fundamentalmente la abstención de la mayor parte de ellas y que desistan de sus intenciones de echarle de La Moncloa; porque, al intentar hacerlo, pueden poner en peligro su integridad, la misma vida o les obligue al complejo método del voto por correo; método al que la mayor parte de aquellos nunca han recurrido y lo desconocen por completo.  

En otro orden de cosas, en una cadena de radio de máxima audiencia, ha saltado a la palestra una relevante noticia, que extrañamente no ha recibido el adecuado seguimiento, análisis, crítica y estudio que se merece por el resto de los medios. Según parece, el susodicho individuo, a pesar de prestar su total menosprecio a aquello que, hasta hace cuatro días era super importante para él y para España -como es la presidencia rotatoria de la UE- puede que antes de final de año sea llamado a ocupar la Secretaría General de la OTAN. Hecho del que él debe estar al tanto y con todo tipo de detalles y posibilidades.

Y yo me pregunto si eso es verdad y sucede por desconocimiento real del personaje, fétidos e interesados enchufes o porque la calidad de los mandatarios y de los opositores a cargos de relevancia en la arena internacional están en cotas bajo cero ¿para qué ha montado este Belén, fastidiando a todos si él, aunque saliera elegido de nuevo, se iba a ir a Bruselas en pocos meses? Creo que no es un tema menor y que los votantes lo deberían tener en consideración a la hora de darle algo de credibilidad a lo que habitual y falsamente dice, promete o pregona. 

Sería de risa la segunda edición del paso de un español por dicho cargo; el primero, el señor Javier Solana, también socialista de pro, quien años antes encabezaba las manifestaciones bajo el lema de “OTAN NO, BASES FUERA” y ahora sería el turno de la persona que reiterada y conscientemente, ha venido engañando a la OTAN con alcanzar lo acordado hace años en Gales sobre los gastos de defensa -en relación con el PIB de cada país- y que ha racaneado más que nadie los apoyos políticos y materiales a Ucrania, que, a posteriori, ha tenido que sumarse, aunque con quincalla, a iniciativas de nuestros aliados, lo que le ha valido ser menospreciado por Zelenski en su última y reciente ronda entre mandatarios occidentales.

Mal negocio hará la OTAN si finalmente hace realidad este sueño o rumor creciente, porque se va a llevar una “perla” de mucho cuidado; alguien que, en función de sus antecedentes, malamente defenderá los intereses de la Alianza cuando él mismo, en solo cinco años, internamente ha destruido al PSOE, dividido en dos partes enfrentadas a un país democrático, dejado indefensa España frente a golpes levantiscos e independentistas y, externamente, no lo pudo hacer peor al bajarse los pantalones de forma patente y reiterada ante nuestro mayor enemigo natural, Marruecos y, al mismo tiempo, ha creado otro donde no lo había, Argelia.

Un hombre que habla y presume de juego limpio y que acusa a sus contrincantes de embarrar la arena electoral, pero, no obstante, -con todo desparpajo y sin ningún recato- desde el minuto uno de esta nueva campaña electoral, de forma despótica y dictatorial, insulta gravemente a quien no le vota, se lanza a mentir y escupir procaz y sesgadamente sobre sus adversarios políticos o a ondear a toda vela “trapos sucios” de estos, a pesar de que, como mínimo, acaecieran en circunstancias extrañas, momentos de mucha presión política y mediática -fomentada por ellos mismos- y haber ocurrido en tiempos más que pretéritos, pero él los presenta como hechos habituales, de clara y máxima culpabilidad y de toda actualidad.                        

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