Opinión

Trump y sus talones de Aquiles

photo_camera El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con una careta con su imagen

La expresión “Talón de Aquiles”, es una de las más famosas entre los dichos populares; suele emplearse en diferentes contextos para referirse al punto más vulnerable o débil de un individuo, cosa, organización, proyecto, texto, etcétera. 

Procede de la mitología griega según la narración que escribió Estacio en el siglo I referente al nacimiento de uno de los guerreros más importantes y prácticamente inmortal de Troya, Aquiles «el de los pies ligeros»; hijo del rey Peleo y de Tetis, la diosa griega del mar. La narración dice que, al nacer este, su madre a fin de preservarlo de los peligros y amenazas de la época, trató hacerlo inmortal sumergiéndole en las aguas del río Estigia que, según la misma, transmitían tal propiedad.   

Para la inmersión, obligatoriamente, debía sostenerlo de alguna parte mínima de su cuerpo; y eligió hacerlo del talón derecho por lo que dicho pequeño punto de su cuerpo, al no mojarse, se mantuvo vulnerable al ser la única zona donde podía ser herido tal y como, también según la leyenda, sucedió en la Guerra de Troya, cuando tras matar a Héctor; París, el hermano de este; conociendo la existencia de dicho punto, le lanzó un dardo sobre dicho talón, lo que provocó que muriera desangrado. 

Es una expresión que, con el tiempo, se ha hecho muy popular al confirmarse que todos tenemos nuestro propio Talón de Aquiles. Debilidad, que aunque no sea siempre física, suele ser fatal para muchos -sin necesidad de llegar a causarle la muerte- y que se muestra de muchas formas: física, mental, del carácter, inteligencia, habilidades o cualquier otra capacidad inherente del ser humano.

Cómo suelen ser bastante patentes y llegan hasta atenazar en algunos casos, muchos conocen bien su propia debilidad o debilidades; por ello, hacen lo posible para vencerlas o, al menos, tratar de ocultarlas a los demás. Principalmente, aquellos que se dedican a la vida pública o están muy expuestos a la constante observación de los demás.  

Centrando la atención en Donald Trump; se puede decir que el muchos años “eficaz empresario” y hoy presidente de EEUU, ha demostrado ser un hombre con cierto grado de éxito a pesar de la animadversión y el alto número de detractores que genera dentro y fuera de su casa. El cargo que ocupa le brinda la oportunidad y hasta la obligación de estar involucrado en la mayoría de las situaciones graves del mundo como pieza clave para su solución. Sin embargo, en su caso, no sólo está presente, demasiadas veces ha sido el motor u origen de situaciones complejas, abiertas o cerradas en falso dispuestas a explosionar en cualquier oportunidad.

Por lo que se conoce de su vida anterior; puede que, su forma de actuar y presionar permanentemente a los demás, le haya allanado el camino a proyectarse como un experto y arriesgado hombre de negocios con variable éxito. Pero, trasladar la misma estrategia a la política de altura puede no ser buena idea; supone una especie de ruleta rusa con bastantes riesgos y dificultades para salir airoso y cerrar situaciones comprometidas.  

Tras algo más de dos años como presidente, se puede afirmar que no es difícil quitarle la careta y que tras ella aparecen varios talones de Aquiles. De entre ellos resaltan: su firme creencia y convicción de ser omnipotente, a la par, que inmune a todo ataque, queja o demanda; su poco tacto e incapacidad de Liderazgo para elegir y mantener cohesionado un Equipo apropiado al cargo y mantenerlo contento e ilusionado durante suficiente tiempo; su tendencia a la rápida e intrépida amenaza o al vulgar desprecio y, al mismo tiempo, y no sé qué será peor, su incapacidad o indecisión para ejecutarla o mantenerla tras lanzarla pública y oficialmente.   
En su caso, no puede alegar falta de: medios, capacidades nacionales o asesores bien formados a su disposición para ejercer su cargo con facilidad, sin tanto contratiempo, menos embrollos y constantes rectificaciones tal y como viene ocurriendo desde el minuto uno de su llegada a la Casa Blanca. 

Todo apunta, a que su comportamiento se acerca mucho más a una especie de, llamémosle cautela supina, rayana con lo tiránico o dictatorial y muy lejana del armónico Liderazgo. En la que sus constantes vaivenes, gran volatilidad y sucesivos cambios de decisión se deben a una innata desconfianza en la eficiencia de los resultados o, lo que es aún peor, en sí mismo como máximo responsable; lo que supone una gran incapacidad para mantener su postura y decisión. A todo ello hay que añadir su tendencia a no creer firmemente en quien y lo qué se le aconseja, grandes vacilaciones a la hora de tomar decisiones y el miedo patético -siempre disimulado con excusas banales- a sostener el pulso tras adoptarlas.

El acervo popular, creo que erróneamente, sostiene que “rectificar es de sabios”. Pienso que es erróneo, porque se asegura llanamente y sin explicación; no especifica ni considera el grado de oportunidad en el momento de hacerlo, la repetición o asiduidad en dicho proceder y las circunstancias que puedan obligar a ello. 

En realidad, el aforismo no es completo tal y como se conoce, ya que, al parecer de varios autores, forma parte de una expresión más amplia, atribuida al poeta británico del sigo XVIII Alexander Pope -célebre por sus frases lapidarias- según la cual se dice que aseveró "errar es humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios". Expresión muy rimbombante e incompleta ya que, realmente sería cierta, si dicha rectificación se realizase o produjese de forma libre, tras cierto raciocinio y el implícito reconocimiento de dicha equivocación y no siendo forzada por cualquier temor, complejo o circunstancia de presión y nunca, sí se suele realizar habitualmente.  

Sin necesidad de analizar con sumo detalle el comportamiento del individuo en cuestión, se puede decir que ya desde su campaña electoral presidencial, se comprometió con su electorado a muchas cosas que no cumplió. Entre ellas, llevar ante los tribunales a Hillary Clinton por, según él, sus mentiras, escuchas ilegales, confabulaciones e implicaciones con la trama rusa para desacreditarle; cosa que al parecer, fue así; aunque, totalmente al revés. 

Habló y mucho, del levantamiento del famoso muro en la frontera con México y sobre quien iba a costear su construcción. Casi dos años más tarde, hemos visto que el tema aún colea y ni siquiera para él es fácil lograr la bendición legal y material; se dilatará en el tiempo y su coste irá contra los propios presupuestos, siendo el de Defensa el que más va a sufrir las consecuencias de una idea muy manida, empleada anteriormente y usada por Trump como auténtica fanfarronada, sin considerar los perjuicios sociales y humanos que ya ha creado en la región fronteriza; en los países más al sur -los mayores productores de inmigración- y en los propios inmigrantes y familias tal y como hemos visto en televisión.

Sus amenazas y bravatas fueron in crescendo con las anunciadas sanciones a Corea del Norte (CN)  y los dispares comportamientos, reacciones y en los vacuos y cosméticos acuerdos logrados tras sus encuentros con Kim Jong-un. El mundo ha sido testigo de tres fases -con diferente grado de intensidad- de amor-odio entre ellos. Han pasado de declaraciones cuasi de guerra y destrucción total a amores cara la galería, abrazos, aplazamientos de sanciones y otras trilerias que no han servido más que para que el tirano norcoreano saliera reforzado ante su amordazado pueblo por  quedar retratado como una persona capaz de marear la perdiz, seguir con sus programas nucleares y misiles; así como, de atraer la atención internacional y plantarle cara al propio Trump.   

Como daños colaterales a esta sucesión de desencuentros de diverso pelaje y sin resultados palpables, se ha sabido que las condiciones de las veteranas y férreas alianzas en la zona para lidiar con el tema norcoreano entre Corea del Sur, Japón y EEUU, han sufrido cierta alteración y  bajado su intensidad y efectividad. 

Este año, han reducido mucho las potentes maniobras militares bilaterales anuales en los mares circundantes a la península de Corea, lo que ha originado el enfado surcoreano al propiciar una señal de debilidad y cesión hacia el tirano. Cómo daño mucho mayor, por cierto muy poco conocido, citar que este año han dejado de funcionar los potentes intercambios de información e inteligencia entre Corea del Sur y Japón sobre CN.   

En su inagotable camino hacia el follón, Trump se empeñó con el tema de “enmierdar” los muchos Mercados y acuerdos comerciales en los que EEUU participa con sus vecinos de sus cuatro costados; los aranceles e impuestos que gravan los productos de uno y otro lado y los límites al equilibrio entre importación y exportación. 
De la mayoría de todos los descalabros por él propiciados, aún no se sabe quién sale ganando, si EEUU o alguno del exterior. Ha creado una maraña de amenazas, cambios de posturas y decisiones finales así cómo dilaciones en la adopción de medidas que, en definitiva, es tal la fuerte confusión que todos sufrimos las consecuencias. Temas, que se traducen en cambios en la predicción y en la valoración de los mercados con fuertes subidas o bajadas de las Bolsas, que afectan mucho a su rentabilidad y cotización.   

No contento con disparar hacia todos sus flancos, centró algo más el tiro en China y su gran emporio de exportación que resalta por la gran diferencia en su balanza comercial, contagiando al mismo tiempo a Europa y a sus productos de calidad y gran exportación cómo los buenos vinos, muchos productos agrícolas y los vehículos fiables o de lujo que influyen en su cartera de importación. Medidas todas ellas, que han sido acompañadas con variaciones y dilaciones en su aplicación o el anuncio de medidas compensatorias por ambos lados, que agravan mucho la situación. 

Con tanto cambio de opinión, variación en las medidas a aplicar y aplazamientos en su ejecución, nadie puede hacerse una idea real de la situación económica a corto y medio plazo al no saber qué va a pasar con temas que aparecen a diario o desaparecen del dietario con un simple cambio de ideario, producto siempre, de su extravagante forma para la negociación. Problemas que no son nimios, porque como todos sabemos, no hay nada más peligroso y dañino para una empresa o para la marcha y el futuro de un país e incluso del mundo entero, que estar sumido en la indefinición política y económica. 

También habló del Cambio Climático y decididamente mostró que él no  cree en que todo ese tejemaneje y alarmismo sea cierto; por lo que, por su parte, no va a hacer nada al respecto. Según su más que interesado criterio y a pesar de que lo ve en su propia casa, es mentira que el mundo se caliente y que por ello sufrimos grandes y graves inundaciones o incendios; que el cambio climático ha provocado: la muerte o desaparición de millones de pájaros, el deshielo de grandes masas de hielo polares, la consiguiente subida del nivel de las aguas del mar, el calentamiento continuo de estas y los tornados, huracanes y grandes borrascas asociadas que, aunque ahora les llamemos DANAs, son peores que las que antes entraban en acción.

Lo peor del caso, es que todo apunta a que su modo de pensar, no es por llevar simplemente la contraria al mundo civilizado, sino consecuencia del gran miedo a una revolución interna debido a la necesaria drástica reducción en la producción energética propia sobre la que descansa un alto porcentaje de su economía nacional; por ello, sigue apostando en incrementar el consumo del petróleo y del carbón ahora que de hecho, por diversos factores, ha aumentado su propia extracción.  

Le dan igual las cumbres y acuerdos alcanzados en Kioto, Paris o a los que se deriven de la que se ha celebrado estos días en la ONU para parar la polución; los desprecia todos y hasta trata de ningunearlos con temas nimios o de su propia invención. No hace caso a nada, se ríe de las “agoreras previsiones”, evita aplicar los necesarios cambios en su industria y hábitos y busca el apoyo de otros grandes productores de polución, entre los que destacan China y la India, los tres países con mayor cantidad de contaminación.   

Al poco de tomar su cetro, se celebró la última Cumbre de la OTAN de julio del 2018 en Bruselas; apareció cual elefante en cacharrería, despreciando y amenazando a diestro y siniestro con el tema de la responsabilidad compartida y los gastos en defensa de cada nación. España en el culo de Sánchez, recibió un varapalo y el intrépido mandatario español tuvo que recular y, en menos de 24 horas, cantar su primera gran rectificación.

Su amenaza a la Organización no es plástica ni de mera apariencia, su potencial abandono se incrementa día a día y ya se perfilan una serie de acuerdos bilaterales con el Reino Unido una vez se haga oficial y efectivo su Brexit y salida de la Unión.  

El tema no es nimio ni banal; algunos de entre los recién llegados a la política, los llamados “paracaidistas”, expertos en falacias como Macron y Sánchez, quieren pensar y hacernos creer que Europa ya no necesita a la OTAN y que en breve sabrá y podrá defenderse por sí misma sin necesidad de aguantar los gritos y amenazas del Tío Sam.

Imberbes, poco versados o mal aconsejados; no se dan cuanta que están dando rienda suelta a sus delirios de grandeza y al mismo tiempo, proporcionan excusas para que Trump, abandone la Alianza, arrastre al Reino Unido y se dedique a meter sus narices donde realmente a él le interesa ahora desplegar; Asía-Pacifico, el Ártico y la Guerra Espacial. Necesita medios, recursos y personal para ello y con lo que se ahorre en este ruinoso negocio de la OTAN le servirá para abarcar parte del nuevo despliegue costoso sin par.    

Es ampliamente conocida y patética su obsesión con Europa; a pesar de ser descendiente y nieto de europeos, nos considera engreídos, poco responsables, aprovechados y bastante holgazanes; su odio y ojeriza, no solo se manifiesta en el tema de la OTAN; para él y sin haber sido invitado, el Brexit es un tema primordial por el daño que nos pueda propiciar.  Al ser proclive a facilitarlo, son notorias sus intenciones y declaraciones para animar a los británicos a seguir adelante y así hacernos un roto en la economía, el Euro, la cohesión y bajar nuestros humos, arrogancia y desprecio frente al cateto y palurdo norteamericano, cosa que Trump, lleva muy mal.  

Por aquello de auto reforzar su ego; apoya a todo aquel que él cree le favorece aunque dicha causa no sea justa, esté fuera de límites o levante ampollas entre propios y extraños. Son muchos los ejemplos de ello, pero solo resaltar dos: los amigos de las armas y sus fabricantes e Israel y toda su vecindad. 

Aunque los magnicidios con armas cortas y largas sean cada vez mayores y más impactantes entre jóvenes estudiantes norteamericanos y que el efecto más notorio para este nuevo curso sea una mochila antibalas con la que los niños deben apechugar; no deja de apoyar la fabricación, fácil venta y uso de estas por las fuertes sumas que recibe de aquellos, fuertemente implicados en el apoyo de su campaña electoral. 

Con respecto a Israel y a su maltrecho gobierno, no para de reconocer, antes que nadie, hechos notorios que no todos siguen o aplauden como la capitalidad de Jerusalén, el traslado de su Embajada a dicha ciudad y la nacionalidad hebrea de los Altos del Golán; tierras polémicas arrebatadas a Siria en la guerra árabe-israelí de 1967. Decisiones todas ellas, que pueden desencadenar, cada una por separado, "una nueva oleada de tensiones" en Oriente Medio y en Turquía de rebote, con cuyo emir Erdogan, por cierto, las cosas van muy mal por aquello de la compra a los rusos de los misiles antiaéreos S-400. 

EEUU y la Unión Soviética primero, y Rusia después, fueron y son los mayores poseedores y fabricantes de armas y cabezas nucleares; así como de sus vectores de proyección. También y en función de tales, son los que más han impulsado Acuerdos y Tratados bilaterales o abiertos al mundo exterior para limitar su posesión, amenaza, uso, ensayo y transferencia de tecnologías relacionadas al resto del mundo. 

Contrariamente a lo que se piensa, han sido los rusos los principales impulsores de la mayoría de ellos, su continuidad y puesta al día; sin embargo, los norteamericanos, casi siempre, han ido a remolque de aquellos y, sin embargo, son los primeros en estar dispuestos a su abandono, cese o finalización cuando les interesa, no le gustan las consecuencias intrínsecas o si les impiden introducir algo nuevo en seguridad y defensa. 

Trump, como no podía ser menos, y por aquello de buscarse líos con alguien que a veces aparece y presenta como su mayor amigo y otras como el peor contrario, Putin; ha puesto también su granito de arena en este punto. Así el pasado 2 de agosto, Washington formalizó su salida del Tratado INF, que prohibía estacionar misiles balísticos y de crucero con alcances de entre 500 y 1.500 kilómetros en Europa y que fue firmado durante la guerra fría. Decisión, nada limpia ni clara, que aviva el temor y el peligro hacia una nueva carrera armamentística.   

Otro de los países con los que Trump sueña y tiene pesadillas muy a menudo, es Irán tanto como país, por haber osado en 1979 ocupar su Embajada y retener a varios cientos de ciudadanos durante más de 400 días, como por su oculto y engañoso programa nuclear. En mayo de 2018, y en cumplimiento de una promesa electoral, abandonó el nefasto y engañoso Acuerdo sobre el Programa Nuclear iraní que fue gestado durante muchos meses de tiras y aflojas en las cloacas de la Administración Obama y Teherán, que vio la luz el 14 de julio de 2015. 

Desde entonces, ha impuesto una maraña de penalizaciones, restricciones y limitaciones sobre: el movimiento de ciertas personas; el comercio libre de muchos productos y repuestos, en especial el petróleo; el rescate del dinero depositado en entidades bancarias; la importación de potentes armas y misiles y al empleo del dólar en sus, de por sí, muy limitadas transacciones. Todo ello, sin duda, ha provocado repulsas por parte de los países occidentales de la UE, Rusia y China quienes permanecen ávidos de explotar libremente el gran mercado y las posibilidades iraníes y, también, del propio Irán; un país sumido en una grave crisis social y económica por el efecto nocivo de tales restricciones. 

Tan grave ha sido el tema, que el famoso estrecho de Ormuz y el paso por el mismo de los muchos petroleros que transportan el petróleo desde Oriente Medio se ha convertido en un auténtico avispero en ebullición con garantías de expansión a países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Situación que ha ocasionado inseguridad y fuertes cambios en el precio del crudo con el consiguiente revuelo internacional.

Como derivada fundamental de todo este maremágnum aparecen varias iniciativas de dialogo aunque sin muchas esperanzas y también, dramáticos cruces de amenazas entre Trump y Rohani (Primer Ministro iraní). Amenazas, graves y próximas al encuentro bélico con las derivadas consecuencias que ello traería para el mundo y al mercado del petróleo. 

En uno de estos encontronazos, Trump hizo efectiva una orden de ataque selectivo sobre instalaciones militares y, minutos más tarde, en plena ejecución, se vio obligado a anular. En cualquier caso, si en este punto también sigue el ejemplo dado con sus amenazas a Corea del Norte, todo quedará, de nuevo, en agua de borrajas y ya serán varias las veces que amaga y no da o, retira el golpe justo antes de alcanzar el rival. 

De sus famosas escuchas, conversaciones, amistades peligrosas, tejemanejes y chapuzas con Rusia y Ucrania se han conocido muchas de ellas; pero últimamente ha saltado a la prensa una importante filtración. Un tema de presión sobre Ucrania que, finalmente, no creo le llegue a costar el cargo, aunque, sin duda, dejará huella en su prestigio y le será muy difícil salir bien parado. Aunque, quien sabe; a lo mejor, cual superviviente, puede que salga mejorado.

En definitiva, un hombre lleno de complejos, traumas, miedos y sobresaltos; presumido, engreído y al mismo tiempo avergonzado. Alguien que quiere estar siempre arropado y vencer todos sus complejos con insultos, amagos, mentiras y retos que le hacen más peligroso dado el puesto que ocupa. Un hombre al que los despidos y ceses a su lado se cuentan por decenas, lo que supone difícil llevar una vida pública normal, máxime para ser un buen presidente de EEUU por el ejemplo que debiera dar; y me imagino que también hasta en su vida privada, baste observar los indisimulados desplantes en público de su tercera esposa, Melania.