Armas nucleares, ejecuciones...: en Irán se vive una situación sin precedentes

- El aumento de las amenazas militares
- A diferencia de 2015, la situación ha cambiado
- Postura firme sobre el programa nuclear del régimen
- Activación del mecanismo de snapback
- Crecientes crisis internas frente a la presión exterior
- Por tanto, derrocar el régimen de los mulás ya no es una opción descabellada
En la encrucijada de la amenaza de un ataque israelí, la activación del mecanismo de “snapback” de la ONU y el creciente descontento popular, la República Islámica parece estar más que nunca al borde de un punto de inflexión histórico.
En Irán se está produciendo una situación sin precedentes. Sólo en el segundo mes del calendario iraní (del 21 de abril al 21 de mayo) fueron ejecutadas al menos 158 personas. Esto significa, de media, una ejecución cada 4,5 horas. Esta espantosa cifra no tiene precedentes en décadas. Algunos analistas de Teherán comparan esta oleada de ejecuciones con la masacre de presos políticos del verano de 1988. En aquella época, el líder supremo, el ayatolá Jomeini, tras acordar un alto el fuego con Irak en su guerra de ocho años -que describió como “beber el cáliz del veneno”-, lanzó la masacre de 30.000 presos políticos, en particular miembros de la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán, considerada la columna vertebral de la Resistencia iraní.
Jomeini, que repetía incansablemente su deseo de luchar “hasta la última casa de Teherán”, finalmente tuvo que abandonar su puesto. Incluso hoy, algunos observadores creen que el régimen se encuentra en una situación similar, salvo que esta vez es mucho más débil y se enfrenta a un odio creciente tanto dentro del país como a nivel internacional.
El aumento de las amenazas militares
Paralelamente al estancamiento de las negociaciones, Israel ha amenazado al régimen iraní con un ataque militar debido a su persistente negativa a aceptar el cese total del enriquecimiento de uranio en su suelo. Las preocupaciones de Teherán no se limitan a la posible destrucción de sus instalaciones nucleares; lo que realmente asusta a los dirigentes de la República Islámica es la posibilidad de que un ataque de este tipo desencadene un levantamiento nacional.
Por eso, en cuanto se hicieron públicas estas amenazas, el ministro de Asuntos Exteriores iraní envió una carta a las Naciones Unidas en la que responsabilizaba a Estados Unidos de cualquier consecuencia. Para el régimen, renunciar a su programa nuclear no es sólo una concesión política: tal retroceso podría llevar al colapso del “núcleo duro del poder”, una estructura que durante décadas se ha basado en lemas como “Muerte a América” y “Muerte a Israel”, y que se ha mantenido mediante la represión y las ejecuciones.
A diferencia de 2015, la situación ha cambiado
A diferencia de 2015, cuando la política de apaciguamiento liderada por Europa y Estados Unidos condujo a la firma del acuerdo nuclear (JCPOA), la situación actual ha cambiado profundamente. El régimen ya no puede aprovechar su táctica de amenazar y ganar tiempo.
Ahora se encuentra en un estado de debilidad absoluta.
Postura firme sobre el programa nuclear del régimen
Steve Witkoff, representante de Estados Unidos en las negociaciones, declaró que el enriquecimiento de uranio, incluso hasta el uno por ciento en suelo iraní, era inaceptable.
Esta firme postura fue apoyada por los países europeos, que amenazaron con activar el mecanismo de snapback, una medida que conllevaría el restablecimiento de todas las sanciones de la ONU contra Irán.
En respuesta a esta presión, Alí Jamenei hizo unas declaraciones ambiguas, declarando: “Las negociaciones no tendrán éxito... No sé lo que pasará”. Una declaración interpretada como un signo de creciente confusión en el seno del régimen.
Activación del mecanismo de snapback
El periódico semioficial Farhikhtegan, próximo al Gobierno, informó de la celebración de una tensa reunión en Estambul entre representantes iraníes y la troika europea. En esta reunión, los europeos adoptaron posturas firmes: no sólo reiteraron su amenaza de activar el mecanismo de snapback, sino que también mencionaron la cláusula “Snapback Plus”, que permitiría reintroducir las sanciones sin consenso previo ni coordinación con Washington.
Estas tácticas de presión podrían sumir al régimen en un callejón sin salida sin precedentes, sobre todo si coinciden con revueltas internas. El mecanismo del snapback es un arma extremadamente poderosa que, de desatarse, podría sumir al régimen iraní en una crisis de proporciones inimaginables.
Crecientes crisis internas frente a la presión exterior
Junto a la presión internacional, la República Islámica se enfrenta a multitud de crisis internas. La escasez de agua es tan grave que el nivel de los embalses detrás de ciertas presas ha descendido drásticamente, hasta el punto de que, en algunos casos, el lecho seco del río se ha convertido en un campo de entrenamiento para motos todoterreno.
Los frecuentes cortes de electricidad, incluso en hospitales, escuelas y fábricas, han perturbado gravemente la vida cotidiana de la población. El súbito desplome del valor de la moneda nacional, la galopante inflación de dos dígitos y la pobreza generalizada que afecta a más del 80 % de la población han vaciado de contenido la economía iraní.
En este clima de tensión, aumentan las huelgas. Transportistas, panaderos y trabajadores de diversos sectores han iniciado protestas. El periódico gubernamental “Jahan-e Sanat” ha advertido de que el descontento se está intensificando, afirmando que los cortes de electricidad en las zonas industriales han provocado fuertes tensiones, y que “el olor a revuelta violenta empieza a sentirse” en algunas regiones. Según dos investigadores franceses, autores de un libro recientemente publicado sobre la Guerra de Octubre, “derrocar el régimen de los mulás ya no es una opción descabellada”. Según ellos, dado que el 80 % de la población desea un cambio de régimen, “no haría falta mucho para que estallara una revuelta popular”.
Este conjunto de circunstancias, unido a las crecientes tensiones internacionales, parece marcar un punto de inflexión decisivo en la historia contemporánea de Irán y de la región. Oriente Medio -e Irán en particular- parece encontrarse en el umbral de una gran transformación.
Por tanto, derrocar el régimen de los mulás ya no es una opción descabellada
Hay varias hipótesis sobre la mesa. Según un sondeo reciente, más del 80 % de los iraníes desean un cambio de régimen. Así que no haría falta mucho para que estallara una revuelta popular. Pero también es posible un ataque israelí directo, con o sin apoyo estadounidense. En cualquier caso, la destrucción del programa nuclear iraní y de sus principales refinerías servirá de plataforma de lanzamiento para el derrocamiento del poder en Teherán.
Publicado en La Dépêche du Midi.