Ejecuciones en la “Saydnaya” de Irán

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No debemos permitir que las ejecuciones de luchadores por la libertad en la «Saydnaya» iraní se lleven a cabo en un silencio ensordecedor
  1. Mohammad Taghavi: testigo clave de las masacres de 1988
  2. Genocidio reconocido por la ONU
  3. Represión familiar: los hermanos de Mohammad Taghavi también en el punto de mira

La caída del dictador sirio y la apertura de las puertas de las cárceles sirias por los defensores de la libertad en ese país han revelado los horribles crímenes cometidos por el régimen sirio, perpetrados ante el silencio y la inacción de la comunidad internacional. No permitamos que un silencio similar permita al dictador iraní seguir masacrando a los defensores de la libertad en Irán.

Con 850 ejecuciones desde principios de año, el Irán de Jamenei ha batido tristemente el récord mundial de ejecuciones per cápita. Esta espantosa cifra no es sólo una estadística: simboliza vidas truncadas, historias borradas, pero también los nombres de héroes que han caído por la libertad y serán recordados para siempre.

Entre los recientemente condenados a muerte hay seis hombres valientes:

  • Mohammad Taghavi, de 58 años, antiguo preso en las décadas de 1980 y 1990 (condenado el 25 de noviembre de 2024),
  • Ali Akbar Daneshvarkar, de 57 años, ingeniero civil,
  • Babak Alipour, 33 años, licenciado en Derecho,
  • Vahid Bani-Amerian, de 32 años, máster en gestión,
  • Pouya Ghobadi, 32 años, ingeniero eléctrico,
  • Abolhassan Montazer, de 65 años, arquitecto que también fue encarcelado en la década de 1980 y padece enfermedades crónicas.

¿Su delito? Activismo en favor de la Organización Muyahidín del Pueblo Iraní (PMOI). Aparte de las acusaciones absurdas e inventadas, su verdadero «delito» es ser miembros de una organización que lucha por la democracia y la libertad frente a una dictadura opresora.

Mohammad Taghavi: testigo clave de las masacres de 1988

Mohammad Taghavi, que ya había sido detenido en 2020 y encarcelado durante tres años por sus vínculos con la PMOI, fue separado de los otros cinco y trasladado a una celda de aislamiento en el siniestro pabellón 209 de la prisión de Evine. Este traslado podría indicar que su ejecución es inminente.

El pabellón 209, controlado por el Ministerio de Inteligencia, tiene fama de ser un lugar donde los detenidos son sometidos a las torturas más brutales y a tratos inhumanos. Mohammad Taghavi es uno de los pocos testigos vivos de la masacre de 1988, durante la cual el régimen asesinó a 30.000 presos políticos, el 90% de ellos afiliados a la PMOI. Este testimonio podría ser un motivo más para que la dictadura iraní intente eliminarlo.

Genocidio reconocido por la ONU

En su último informe condenatorio, el profesor Javaid Rehman, relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Irán desde julio de 2018 hasta julio de 2024, calificó de genocidio dos grandes oleadas de masacres en Irán: la de 1982 y la de 1988. Explica que la República Islámica ejecutó a sus opositores únicamente por sus creencias políticas y religiosas, buscando eliminarlos sistemáticamente.

La masacre de 1988 supuso la ejecución de 30.000 presos políticos, la mayoría miembros de la PMOI, que cumplían condena en cárceles iraníes.

El informe, titulado «Crímenes atroces», destaca también otras graves violaciones, como la persecución de minorías religiosas -en particular los bahaíes-, la violencia y los abusos sexuales contra las mujeres, la ejecución de menores, las ejecuciones arbitrarias y extrajudiciales, y la desaparición forzada de miles de disidentes políticos.

Represión familiar: los hermanos de Mohammad Taghavi también en el punto de mira

Los dos hermanos de Mohammad Taghavi, Mojtaba y Ali Taghavi, también fueron condenados a prisión y exilio por el mero hecho de ser hermanos de Mohammad. Estas sentencias, dictadas por el mismo juez y el mismo tribunal, muestran claramente que el régimen pretende reprimir no sólo a los activistas, sino también a sus familiares.

No debemos permitir que el silencio sirva de escudo a estos crímenes. Al igual que el mundo descubrió las atrocidades cometidas en la prisión siria de Saydnaya tras la caída de Assad, debemos actuar para impedir que se repitan los mismos horrores en las cárceles iraníes. La historia nos juzgará por nuestra capacidad para defender a los defensores de la libertad y poner fin a esta barbarie.