
En los dos meses transcurridos desde la guerra, ha quedado claro que el Ejército ruso ha descendido varios puestos desde su posición de segunda potencia militar del mundo. El hundimiento del buque insignia Moskova, hundido por la resistencia ucraniana, es el mejor símbolo del declive ruso en la balanza de poder. En consecuencia, sus aliados, como Irán, no se librarán de este rápido declive.
Rusia, en la medida de lo posible, está haciendo una demostración de fuerza con sus granadas propulsadas por cohetes y sus matanzas de niños y mujeres, como la masacre de Boucha. Pero esto no cambiará el hecho de que se encuentre en una posición inferior en el equilibrio de poder internacional y geopolítico. Y debido a esta degradación, la teocracia iraní ya no puede obligar a Occidente a hacer concesiones con sus ataques con drones a los petroleros, al aeropuerto de Emiratos, etc.
El régimen iraní fue el primer país cuyo presidente, Ebrahim Raisí, llamó a Putin para expresar su apoyo a la agresión rusa. Teherán esperaba que Rusia lograra sus objetivos en los primeros días, algo que se vio frustrado por la resistencia ucraniana. Uno de los acontecimientos en los que la resistencia ucraniana tuvo un fuerte impacto fue en las conversaciones nucleares de Irán con el G5+1.
La mesa alrededor de la cual se sientan las partes del acuerdo nuclear lleva 40 días acumulando polvo. Al parecer, existe una disputa sobre la eliminación del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de la lista de organizaciones terroristas FTO del Departamento de Estado de Estados Unidos.
El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria lleva a cabo la política belicosa del régimen iraní y es el instrumento que permite su influencia en la región. La opinión pública estadounidense, incluido el Congreso, así como los veteranos de la guerra de Irak que se han enfrentado a esta fuerza, se oponen enérgicamente a su eliminación de la lista.
Cuando el presidente Zelenski dijo que no quería salir de Ucrania sino obtener armas y que era un honor morir en suelo ucraniano, asestó un golpe fatal a la política de complacencia. Esta política ha llevado hasta ahora a que en algunos países se cometan delitos sin rendir cuentas, amparándose en la soberanía nacional.
Hasta ahora, ha extraído rescates de los países occidentales por el chantaje y el terrorismo del régimen iraní. Un régimen que ejecutó a más de 30.000 presos políticos en el verano de 1988 a la sombra de esta política, y que colocó en el poder a los autores de esta masacre, como Ebrahim Raisí, que ahora ocupa la presidencia. Bajo el amparo de esta política, Irán ha batido el récord de ejecuciones per cápita, especialmente de mujeres y menores.
El régimen iraní pretende eliminar a los Pasdaran de la lista de terroristas mediante el chantaje y los ataques con misiles o drones. Pero la política de apaciguamiento se ha debilitado.
Hasta ahora, Teherán ha tratado de asegurar su supervivencia reprimiendo en su territorio, luchando por producir una bomba atómica y agitando su política belicosa en el exterior. Alí Jamenei, el Líder Supremo, ha declarado públicamente que, si "no luchamos en Siria, Irak y Líbano, tendremos que luchar en Teherán". Ahora es el momento de que este régimen luche en las calles de su país.
Frente a esta política intervencionista, la población iraní está multiplicando los alzamientos que aspiran al derrocamiento de esta dictadura, mientras que las unidades de resistencia, dirigidas por sus enemigos jurados, los Muyahidines del Pueblo (PMOI), se extienden por todo Irán desafiando a la dictadura en cada ciudad y calle. La unificación de las unidades de resistencia conducirá a la formación de un ejército de la libertad contra la tiranía. Demos la bienvenida a la resistencia, la democracia y la libertad, y a un futuro brillante en Ucrania e Irán.