Irán: la muerte de Ebrahim Raisi, un golpe para el régimen gobernante

Una imagen difundida por la presidencia iraní muestra al primer vicepresidente de Irán, Mohammad Mokhber (pantalla frontal), con el asiento del difunto presidente Ebrahim Raisi (retrato) a su lado vacío (detrás), durante una reunión del gabinete en Teherán el 20 de mayo de 2024 – PHOTO/AFP PHOTO/HO/PRESIDENCIA IRANÍ
Una imagen difundida por la presidencia iraní muestra al primer vicepresidente de Irán, Mohammad Mokhber (pantalla frontal), con el asiento del difunto presidente Ebrahim Raisi (retrato) a su lado vacío (detrás), durante una reunión del gabinete en Teherán el 20 de mayo de 2024 – PHOTO/AFP PHOTO/HO/PRESIDENCIA IRANÍ

Aunque el presidente iraní desempeña un papel funcional y el líder supremo, Alí Jamenei, conserva la máxima autoridad, la pérdida de Raisi representa un duro golpe para Jamenei y un posible factor desestabilizador para el régimen. La muerte de Raisi se produce en un momento en que el régimen iraní ya está lidiando con numerosas crisis internas y externas, lo que agrava aún más sus vulnerabilidades. 

Raisi era el instrumento cuidadosamente elegido por Jamenei para reforzar la línea dura del régimen y reprimir la disidencia dentro del país. 

Su belicosa política exterior, especialmente en Oriente Medio, implicaba la injerencia en los asuntos internos de otros países a través de grupos interpuestos. 

La decisión de Jamenei de ascender a Raisi a la presidencia estuvo motivada por su lealtad inquebrantable y su notorio pasado, incluido su papel en la masacre de unos 30.000 presos políticos en 1988. Esta masacre, ordenada por un decreto del entonces líder supremo, Ruhollah Jomeini, exigía la ejecución de cualquier preso leal a la Organización Muyahidín del Pueblo de Irán (PMOI/MEK). La implicación de Raisi en un episodio tan brutal le convirtió en una figura vilipendiada en Irán. 

El riesgo calculado por Jamenei al ascender a Raisi, a pesar de su notorio historial, era crear una estructura de poder monolítica capaz de resistir las presiones internas y externas. Raisi era considerado el candidato ideal para purgar a los disidentes y garantizar la obediencia absoluta a la visión de Jamenei. Al preparar el acceso de Raisi a la presidencia, Jamenei nombró a Raisi jefe del poder judicial, poniendo este órgano bajo su propio control. Además, eliminó gradualmente a todos los posibles rivales, incluidos algunos pilares del régimen dentro de su propia facción. Raisi ha sido muy útil a Jamenei en la consecución de estos dos objetivos, por lo que su ausencia crea grandes problemas a Jamenei. 

El ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, que también pereció en el accidente, era otro actor en la estrategia del régimen en la región. Conocido por sus estrechos vínculos con Qassem Soleimani, el comandante de la Fuerza Qods del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) (muerto en Irak en un ataque de un dron estadounidense en enero de 2020) y sus apoderados, incluido Hezbolá en el Líbano, Amir-Abdollahian desempeñó un papel clave en la política regional de Irán y su apoyo a diversos grupos militantes. Sus esfuerzos diplomáticos se dirigieron a menudo a reforzar estos grupos, cerrando ventas de armas y proporcionando apoyo logístico, al tiempo que presentaba un barniz de diplomacia legítima en la escena internacional. En resumen, ha consolidado el control del CGRI sobre la política exterior del régimen. 

La consecuencia inmediata de este incidente es un agravamiento de las crisis del régimen. Internamente, Irán se enfrenta a grandes retos sociales y económicos, con un descontento generalizado entre la población. El temor del régimen es palpable a que este accidente de helicóptero se convierta en un catalizador de unidades de resistencia, que recuerde a las protestas generalizadas que han estallado en los últimos años. 

El régimen se enfrenta ahora al reto de encontrar sustitutos adecuados capaces de demostrar el mismo nivel de obediencia e implacabilidad que Raisi, al tiempo que gestiona el creciente descontento del pueblo iraní. 

La estrategia de Jamenei de consolidar el poder a través de funcionarios leales e implacables se está desbaratando, lo que hace más vulnerable al régimen.