Irán: séptimo día de huelga de los trabajadores de los sectores del petróleo, el gas, la petroquímica, la siderurgia, las centrales eléctricas y las minas de cobre

El jueves 27 de abril, la huelga de los trabajadores del petróleo, el gas, la petroquímica, el acero, las centrales eléctricas y las minas de cobre se extendió a 109 fábricas y empresas de 38 ciudades de 13 provincias de Irán. Al guardar silencio sobre el movimiento e ignorarlo abiertamente, las autoridades y los medios de comunicación oficiales intentan obligar a los oprimidos trabajadores, que se ven obligados a cubrir sus necesidades diarias, a romper la huelga.

Los huelguistas exigen, entre otras cosas, un aumento salarial del 79%, veinte días de trabajo y diez de descanso debido a su agotador trabajo, la eliminación de los intermediarios depredadores y la mejora de las condiciones de descanso y de vida.

Durante muchos años, Jamenei ha confiado la fuente de ingresos más importante del país, las industrias del petróleo, el gas y la petroquímica, a instituciones afiliadas a él y a la Guardia Revolucionaria. Trabajan con obreros contratados por empresas intermediarias que tienen que operar en las zonas más remotas, con los salarios más bajos y en las condiciones más inhumanas. Algunas de estas zonas se encuentran entre los lugares más calurosos del mundo, y los campos de descanso de los trabajadores carecen de aire acondicionado, instalaciones de refrigeración, agua y un saneamiento adecuado. Los trabajadores describen sus condiciones como esclavitud moderna, y explican que antes podían comprar carne una vez cada varios meses, pero ahora ni siquiera pueden permitirse comprar huevos.

En vísperas del Primero de Mayo, el periódico oficial Tousee escribía el 24 de abril: “El derecho de los trabajadores a participar en la determinación de su futuro es casi inexistente, lo que demuestra que la voz de los trabajadores no se escucha en el ámbito de la fábrica, ni en el ámbito nacional, y sus demandas no son atendidas ( ...) hasta que el Gobierno vuelva al poder, hasta que el Gobierno vuelva a su papel neutral, continuará la opresión salarial de la clase obrera y su falta de derechos (...) En las negociaciones salariales de 2022, el Gobierno fue más agresivo que los empresarios y ya habían acordado el aumento salarial. El trabajo continuó de tal manera que se aprobó un aumento salarial del 27% sin el consentimiento real de los representantes de los trabajadores y el hecho es que el Gobierno insistió en esta pequeña cantidad más que los empresarios”.

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