La milenaria coexistencia judeo-musulmana en Marruecos

La coexistencia milenaria judío-musulmana en Marruecos

“No hay judíos en mi país, solo súbditos”, es la célebre frase que enunció el difunto rey Muhammad V (abuelo de Mohamed VI) en 1940 denegando los mandatos nazis de la Francia de Vichy. Después de la caída de Francia en manos de la ocupación nazi en 1940, el Gobierno pro-nazi de Vichy promulgó leyes similares a las leyes de la Alemania nazi con respecto a los judíos y su envío a campos de exterminio en Alemania y Polonia. Entonces la comunidad judía marroquí se cifraba en más de 250.000 judíos; o sea más del 10% del total de la población marroquí, y era la mayor comunidad judía en un país árabe. 

Las persecuciones que sufrieron los judíos en los reinos católicos de la Península Ibérica culminaron con su expulsión en el año 1492, lo que llevó a un gran número de ellos a emigrar a Marruecos. La presencia de esta comunidad en Marruecos se data de mucho antes; estuvo durante siglos antes del Islam. Por lo tanto, la historia de las poblaciones judías en territorio marroquí se remonta a más de dos mil años atrás.

Hoy en día, aunque esta comunidad residente en Marruecos se ha reducido a unas 3.000 personas (la más grande del norte de África), miles de judíos de origen marroquí vienen cada año para encontrar la tierra de sus antepasados, celebrar fiestas religiosas o hacer peregrinaciones.

La conservación del patrimonio judío en Marruecos responde a una clara voluntad política de la monarquía alauí. Por eso, Marruecos ha puesto en marcha en los últimos años un programa destinado a restaurar los sitios históricos judíos del país.

El pasado 15 de enero de 2020, su majestad el rey Mohamed VI inauguró el museo “Bayt Dakira” (Casa de la Memoria), un espacio único en su género construido en la ciudad Essaouira, en el sur de Marruecos. “Bayt Dakira” es un museo que expone el legado histórico judío en dicha ciudad cuya medina (centro histórico) está catalogada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2001. Este nuevo museo atestigua las relaciones excepcionales mantenidas en esta ciudad ente los musulmanes y los judíos.

No es el único museo judío existente en Marruecos. En 1997 abrió sus puertas el Museo del Judaísmo Marroquí en la ciudad de Casablanca, siendo entonces el único en su género en el mundo árabe. En Fez, la capital espiritual, se está construyendo un museo dedicado a la memoria judía. 

La buena convivencia judeo-musulmana en Marruecos es una realidad demostrada, y una de las claves de su éxito es la libertad de culto en Marruecos. Según Albert Sasson, miembro del Consejo Económico, Social, y Medioambiental de Marruecos, y miembro residente de la Academia Hassan II de Ciencias y Técnicas, de los 176 artículos de la constitución marroquí, un tercio está dedicado a las libertades y los derechos humanos. Aunque el Islam es la religión del Estado marroquí, su majestad, el rey Mohamed VI, es el Comendador de los Creyentes y no solo de los Musulmanes. 

Sasson añade que Marruecos es un país donde los distintos pueblos han convivido y conviven, en el cual los judíos han sido parte sustancial del mismo, y donde hoy la cultura sefardí están aún muy viva.