Albares, Blinken, De Mistura y los imperativos morales

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Durante esta semana hemos conocido que la subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Wendy Sherman, una de las subalternas más cercanas a Antony Blinken, ha estado de gira por España y Marruecos, así como otros países del Magreb.

Sherman recordó que respaldarían las gestiones del enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, y que colaborará con España en la búsqueda de una solución al conflicto al afirmar que ambos países trabajarán "tan duro como podamos" para lograr un arreglo pacífico a la problemática en cuestión.

Por otra parte, se confirmaba que Marruecos sigue teniendo el respaldo de Estados Unidos en su proposición de resolución del contencioso, a través de una amplia autonomía para el territorio, rechazada por el Polisario en infinidad de ocasiones. De hecho, la enviada de Blinken afirmó que dicho plan para la región es "serio, creíble y realista".

Esta visita no deja de ser una extensión de los últimos movimientos en ese sentido a nivel internacional que, tanto el mencionado Blinken, como el propio enviado especial De Mistura, están realizando en los últimos tiempos, con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, como aliado e interlocutor. 

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Lo que sí se comenzaba a atisbar en el nuevo ministro Albares es un claro distanciamiento con su antecesora González Laya, ya no solo en aptitudes, especialmente tras el dislate y posterior terremoto político que supuso el caso Ghali, sino en los distintos gestos que este ha venido realizando. La cuestión es si estos serán suficientes. Por un lado, Albares manifestó recientemente que España lo que quiere es desbloquear ese conflicto y ofrecer una esperanza a miles de personas que así lo esperan, porque según él, "es necesario políticamente y también es un imperativo moral".

En cuanto a la posición española para facilitar la solución del conflicto y el restablecimiento de las relaciones con Marruecos, Albares también ha recalcado recientemente que "lo que busca es una solución política, mutuamente aceptable y en el marco de la ONU". En la misma línea que las resoluciones del Consejo de Seguridad durante los últimos años.

En ese sentido, también cabría resaltar que unos meses antes, poco después de tomar posesión del cargo, el propio ministro respondió en sede parlamentaria al diputado del PNV Aitor Esteban, acerca del estatus de España alrededor del territorio del Sáhara, negando que España continúe siendo potencia administradora del Sáhara Occidental, y validando de alguna manera pública y tácitamente los Acuerdos de Madrid firmados entre España, Mauritania y Marruecos, sobre la cesión de la Administración de las provincias españolas del Sáhara Occidental a esos dos últimos países. En esa ocasión, Albares dijo que "España no es potencia administradora. Ni en la lista de territorios no autónomos, ni de las Naciones Unidas, ni ninguna resolución dice que España lo es. Lo dejó de ser en el año 1975". Por último, el propio Albares también afirmó recientemente que "España sola no puede resolver el conflicto del Sáhara Occidental, seguiremos el plan que marque Staffan de Mistura".

Por otra parte, la anterior ministra Arancha González Laya, venía aferrándose con terquedad a su postura inicial, al afirmar que la postura de España sobre el problema “ni había cambiado ni iba a cambiar”, agudizando aún más las diferencias con Rabat, con el asunto de la entrada de Ghali en España como telón de fondo, la retirada de la embajadora de Madrid y la posterior crisis migratoria. Esto contrastaba con los recientes posicionamientos de países como Francia y Alemania. 

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Al respecto de Francia, este país ya se había manifestado a finales de 2020 a través de su Ministerio de Exteriores, al afirmar que "el Gobierno de Francia ha abogado por la búsqueda de una solución política justa, duradera, y aceptada por las dos partes en relación con el Sáhara Occidental", insistiendo en que el plan de autonomía marroquí es "una base de discusión seria y creíble" sobre la que trabajar. De hecho, hace poco más de un año, Francia fue el único país europeo que participó en la "Conferencia Ministerial de Apoyo a la Iniciativa de Autonomía bajo la Soberanía de Marruecos"  organizada por Marruecos y Estados Unidos, y donde participaron 40 países representados por miembros de sus respectivos Gobiernos, de los cuales 27 de ellos lo eran a nivel ministerial.

Sobre el caso alemán, la embajadora marroquí en Berlín, llamada a consultas en su momento, acabó regresando a tierras germanas —a diferencia de lo que ocurre con la acreditada en Madrid—. En una nota emitida por el Ministerio de Asuntos Exteriores del nuevo Gobierno federal alemán en la nueva era posterior a Merkel, acogida con agrado en Rabat, se valoraba que la propuesta de autonomía es un aporte importante de Marruecos para resolver la disputa por el Sáhara. También se mencionaba en esa nota que "Alemania apoya al enviado personal del secretario general de la ONU en la búsqueda de una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable sobre la base de la resolución 2602 del Consejo de Seguridad".

En el caso de ambos países se enunciaron palabras similares a las pronunciadas por el ministro Albares, solución política justa, duradera, y aceptada por las partes en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas. La pregunta es ¿vendrán estas palabras acompañadas por hechos o gestos desde España de mayor calado? De momento parece que no. Contradicciones de la política, lo único cierto a estas alturas es que Rabat continúa sin embajador en Madrid y que Albares no ha conseguido ser recibido en Marruecos. Y esto tiene que ver con dar un paso más adelante, un paso en el que además de lo anteriormente expuesto, se dé carta de naturaleza a la propuesta marroquí de una amplia autonomía regional para el Sáhara como base para cualquier ulterior acuerdo o negociación, algún tipo de declaración oficial en el que se reconozca a la región del Sáhara como un territorio autónomo adscrito al Reino de Marruecos, un gesto que ayude a desenquistar este viaje a ninguna parte que va camino del medio siglo. Llegados a este punto, y mientras esto no ocurra, no parece que las relaciones entre ambos países puedan ir a mejor, al menos en el corto plazo.

Prueba de ello fueron las palabras del propio Mohamed VI en su discurso de noviembre para conmemorar la Marcha Verde, cuando recordó que "estamos en nuestro derecho de esperar de nuestros socios posturas más atrevidas y claras con relación a la cuestión de la integridad territorial del Reino". 

Sobre la reciente andadura de Staffan De Mistura como enviado especial de la ONU, y su primera visita oficial a la región (España, Marruecos, Mauritania, Argelia y los campamentos de Tinduf), pese a la aparente buena voluntad, estos encuentros de momento solo han servido realmente para que los contendientes fijen aún más sus posturas, de difícil conciliación. De hecho, Marruecos se reafirmó en "el compromiso de Marruecos con la reanudación del proceso político llevado a cabo bajo la égida exclusiva de la ONU, para alcanzar una solución política sobre la base de la Iniciativa marroquí de Autonomía, en el marco del proceso de las mesas redondas, en presencia de los cuatro participantes".

Una cuestión, esta de las mesas redondas, que rechazan taxativamente desde el Polisario y Argelia, complicando la implementación de la Resolución del Consejo de Seguridad No. 2602, de 29 de octubre de 2021, en la que el Consejo renovó su llamamiento a todas las partes para continuar su participación "con ese mismo formato de mesas redondas, con realismo y espíritu de avenencia, para asegurar un resultado satisfactorio, a fin de alcanzar una solución política, realista, práctica y duradera". 

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Así pues, y habiendo dejado clara su postura Marruecos, se pone de manifiesto que al rechazar Argelia y el Polisario el formato de mesas redondas, estos complican y obstruyen sobremanera la tarea del nuevo enviado especial de la ONU ya desde sus inicios, tratando de imponer nuevas condiciones sobre la resolución del Consejo, cambiando el formato de las negociaciones de la ONU al querer circunscribirlas solo a encuentros entre Marruecos y el Polisario. De lo que no nos cabe duda es de que a De Mistura, esta primera visita o toma de contacto a la región, le habrá servido para identificar en futuras ocasiones a aquellos actores que sistemáticamente se dedican a obstruir las propuestas y decisiones que llegan desde Naciones Unidas, incluso las que llegan desde las propias resoluciones como la mencionada 2602, tal y como acabamos de detallar.

No en vano, en su visita a los campamentos de Tinduf, tanto Brahim Ghali como Sidi Mohamed Omar se mantuvieron inflexibles en ese sentido al afirmar que estarían dispuestos a "iniciar negociaciones directas con Marruecos sobre la base del derecho a la independencia", pero advirtiendo que "no habrá ningún alto el fuego si Marruecos insiste en seguir ocupando el territorio saharaui. Nuestra postura es muy clara, independientemente de la agenda del enviado especial, seguiremos mientras no haya un plan de paz que incluya el referéndum de autodeterminación". Por otro lado, no estaría de más un acercamiento a las distintas realidades que conforman la población saharaui, los cuales esperamos se produzcan en próximas visitas. Entre ellas las conformadas por el Movimiento Saharaui Por la Paz, que recoge el sentir y hartazgo de muchos saharauis con el liderazgo político del Polisario y su política de "empate infinito", tal y como el propio MSP ha llegado a llegado a definir en algunas ocasiones.

Por último, termino haciendo un inciso final en referencia a la visita a los campamentos de Tinduf por parte de Staffan de Mistura, recordando un hecho abominable perpetrado por el Polisario durante la misma, y que ya habíamos denunciado en ocasiones anteriores. Me refiero a la participación de "niños soldado" en algunos de los actos realizados durante la visita del mandatario de la ONU. Sabíamos que el Polisario era capaz de algo así, como ha demostrado asiduamente, pero no que llegase al culmen del descaro y la bajeza de consumarlo nada menos que delante del nuevo enviado especial de Naciones Unidas para el Sáhara. Es algo a lo que en España estábamos hasta cierto punto acostumbrados, debido a la manipulación política de los niños que participan en verano en el programa "Vacaciones en Paz", utilizándolos en manifestaciones, concentraciones o actividades de propaganda en favor de su movimiento, delante de toda suerte de políticos locales que miran hacia otra parte ante semejantes actitudes. Pero esto es otro nivel de obscenidad, uno que alcanza cotas inimaginables, unas cotas en las que se vulnera el derecho internacional humanitario, que prohíbe categóricamente reclutarlos, alistarlos y que participen directamente en las hostilidades conforme al Protocolo Facultativo a la Convención de los Derechos del Niño. Unos derechos que deben ser intocables y de máximo respeto, especialmente tratándose de menores.
 

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