
Durante los debates de la investidura de Pedro Sánchez destacó la virulenta actuación de los diputados de la derecha española contra el PSOE por haber buscado apoyos de los partidos de izquierda y de los independistas catalanes y vascos. Pero silencian que no había otra alternativa ante la negativa del PP y Ciudadanos de facilitarle la investidura mediante la abstención. El espectáculo dado y la bronca durante los debates alcanzó su máxima tensión cuando tocó a Mertxe Aizpuru portavoz de EH Bildu, subir a la tribuna, siendo recibida con sañuda reacción.
El secretario cuarto de la Mesa del Congreso, Adolfo Suárez Illana (hijo del Adolfo Suarez, primer jefe de gobierno de la democracia española), dio de espaldas a la portavoz de EH Bildu en la Cámara Baja, durante toda su intervención. Parlamentarios de PP, Vox y Ciudadanos no cesaron de interrumpir a la portavoz de EH Bildu La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, reiteradamente solicitó orden y en varias ocasiones pidió que se respete el derecho de Aizpurúa a expresarse recordando a sus señorías esos derechos de expresión están recogidos en la Constitución.
El circo montado en el hemiciclo me dejó atónito ante la incoherencia y la contradicción por parte de los partidos de oposición y muy particular el Partido Popular. La imagen transmitida por las televisiones desde el hemiciclo contrastaba con otra imagen de hace solo un mes. La foto de Carmelo Barrio, parlamentario vasco por el PP, viajando en compañía de nada menos que con las mismas figuras pertenecientes a esos partidos objeto de bronca y acusados de intentar romper España.
Se trata de Josu Estarrona de EH Bildu, que solo unos meses antes había sido expulsado del Parlamento vasco por comparar la Guardia Civil con los nazis. El otro sorprendente compañero fue Iñigo Martínez, un comunista de Izquierda Unida, parlamentario vasco por Elkarrekin Podemos y Eva Juez por el partido nacionalista vasco (PNV). Tres ovejas negras, aparentemente, para el PP.
El 1 de diciembre (2019), Carmelo Barrio emprendía éste viaje en compañía de los quienes “pretenden romper España”, con la intención de pasar juntos unos días en el ex Sahara español. Según las mismas palabras del parlamentario vasco del PP el objetivo del viaje es "tomar contacto con los representantes del pueblo saharaui" y sin excluir , sus palabras, una reunión con las autoridades marroquíes "si ellos nos lo piden" afirmo Carmelo Barrio aunque reconoció no haber contactado previamente con ellos.
El viaje de infortunio fue para “tomar contacto con los representantes del pueblo saharaui", incluso reunirse con las autoridades marroquíes. Olvidando el parlamentario vasco del PP, y sus compañeros de viaje que con esa misión de relaciones internacionales que se atribuyen hacen caso omiso a la Constitución española. El tema de relaciones internacionales corresponde y exclusivamente al Gobierno central de España, en aplicación de la Constitución española en su artículo 149.1.3. ª. También en aplicación de este principio de exclusividad constitucional, el mismo Estatuto de Autonomía para el País Vasco excluye de sus competencias esa misión que sus señorías tomaron la libertad de atribuirse a sí mismos usando la figura de parlamentario de una autonomía y abusando de ella.
Es verdad que la Ley 2/2014, de 25 de marzo, sobre la Acción y el Servicio Exterior del Estado español en su artículo 5 admitió a las comunidades autónomas como sujetos de la Acción Exterior del Estado, pero se trata de viajes oficiales, con conocimiento y en coordinación del ministerio de Asuntos Exteriores y bajo su supervisión. La intención de esta Ley, precisamente y sobre todo, es evitar se emprendan acciones de carácter internacional en un sentido inverso de la política exterior de la Nación. Es en definitiva impedir que algunos políticos usando su cargo oficial para “hacer el indio” o en este caso “hacer el saharaui”.
¿Cómo puede entender un marroquí y por supuesto un español, esa bronca en torno a la portavoz de Eh Bildu y al mismo tiempo el PP permite a uno de sus parlamentarios compartir viaje con uno de los quienes pretenden romper España y califica a la Guardia Civil de nazis?. Es una incoherencia que necesita explicaciones. En caso contrario, estaríamos ante un doble juego. Más aún, una doble moral, en el sentido de que lo que no quiero que ocurra en mi casa me tomo la libertad permitiendo que ocurra en la casa del vecino.
Para un marroquí, y por supuesto un español también, se entiende que los representantes de un pueblo son los que salen elegidos en las urnas. Por ello, los verdaderos representantes de los saharauis son aquellos quienes salieron elegidos democráticamente. Pero para el parlamentario del PP en el País Vasco Carmelo Barrio, la idea de la representatividad democrática, al parecer, es similar a la de sus compañeros de ese viaje. Es decir, son representantes del “pueblo saharaui” los militantes del movimiento armado totalitario llamado Polisario que se atribuye la representación de una población, además en exclusiva, sin ningún mandato democrático sino mediante la violencia “revolucionaria” al igual que ETA.
El colmo es olvidar que ese Polisario en su “lucha armada revolucionaria” no supo distinguir entre militares y civiles, ni entre marroquíes y españoles. Sus indiscriminadas acciones fueron llevadas en forma de terrorismo contra la pacífica población civil española ajena al conflicto. Estos actos terroristas situaron al Polisario en el segundo lugar después de ETA en número de atentados contra españoles como en número de víctimas.
En mi opinión, no solo los marroquíes vecinos de España se sienten agraviados y ofendidos por semejantes comportamientos, sino por esa falta de coherencia un amplio sector de españoles también y muy en especial la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo del Polisario, que representa a unas trescientas familias de víctimas, a los que se les debe respeto al igual que los víctimas del terrorismo de ETA. No se puede montar el circo contra Bildú gritándoles asesinos y terroristas y al mismo tiempo “hacer el saharaui”, para apoyar una fracasada causa de una organización político militar terrorista, haciendo de estos compañeros de viaje.