El abismo griego y europeo

Por Javier Fernández Arribas
Enésima prueba de fuego griega para una Europa que construyó antes el techo monetario que los cimientos económicos y fiscales. Una prueba que causa enorme preocupación en toda Europa, empezando por los mercados que sufrieron fuertes caídas tras conocer el fracaso de la elección del nuevo presidente de Grecia. La consecuencia automática ha sido la convocatoria de elecciones anticipadas para el 25 de enero con las encuestas dando por seguro ganador al grupo Syriza, de extrema izquierda y enemigo público número uno del rescate griego por parte de la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Los malos presagios para la estabilidad europea se agolpan en cada equina de una Unión Europea en manos de unos mercaderes mediocres y egoístas que, en época de excedentes de liquidez y previsiones de plusvalías exorbitantes, crearon el Euro. Esta iniciativa enmarcada en el proceso de construcción de la Unión Europea tenia sentido si los dirigentes políticos hubieran tenido la categoría de enfrentar tres medidas imprescindibles: coordinación de las economías de los países, armonización fiscal y un Banco Central con competencias. Todo eso conllevaba una gran capacidad de negociación política y de mayor cesión de soberanía, algo que exigía un nivel político ausente por capacitación y por voluntad. La ola de las vacas extraordinariamente obesas endeudó a los países del sur de Europa muy por encima de sus posibilidades y sin posibilidad de enjugar los déficits. Lo demás es tristemente conocido: rescate, recortes en sanidad y educación, paro, bajada de las pensiones y de los salarios y el enorme desencanto y malestar de los ciudadanos con los partidos tradicionales que han tenido que gestionar una crisis que ni supieron ni quisieron evitar. La alternativa para el 28% de los votantes griegos, según las encuestas, radica en las promesas populistas y poco viables del izquierdista Alexis Tsipras, líder del grupo Syriza, muy parecido al grupo Podemos español de Pablo Iglesias, pero con más experiencia política. Incluso hay quien dice en Bruselas que las reuniones, en privado, que ha mantenido Tsipras con responsables comunitarios no han resultado tan agobiantes como se presumen en público. Las cuentas griegas son las que son, aunque en muchas ocasiones la hayan falseado sus gobiernos, y ahora las consecuencias políticas pueden deparar muchos sobresaltos. Esperemos que España y Europa mantengan la estabilidad.