Opinión

Saleh y Haftar, el pulso en el este de dos hombres unidos al destino de Libia

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En diciembre de 2015, en plena fase final de las negociaciones impulsadas por el entonces enviado especial de la ONU a Libia, el español Bernardino León, el artículo 8 del borrador de acuerdo se transformó en un escollo insalvable. 

Ni el entonces presidente del Parlamento libio (HoR) huido a la ciudad oriental de Tobruk, Aguila Saleh, ni el jefe del proclamado Ejército Nacional Libio (LNA), mariscal Jalifa Haftar, estaban dispuestos a aceptar una condición que obligaba a este último a abandonar la jefatura de las Fuerzas Armadas y dejaba el nombramiento en poder del futuro gobierno de unidad. 

Pese a ello, y apremiado por la necesidad de formar una institución que facilitara la intervención extranjera en la lucha contra el Estado Islámico, asentado en la ciudad de Sirte, León forzó un acuerdo con disidentes de la Cámara que facilitó la formación del citado Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) en Trípoli, dividió el país en dos y puso las bases para la guerra civil que ha desangrado Libia en los últimos cinco años.

Un lustro más tarde, Haftar y Saleh son de nuevo claves para el éxito o el fracaso del enésimo esfuerzo de paz impulsado por la ONU, condicionado por la ambivalente y tensa relación que mantienen el polémico político y el controvertido militar.

Distanciados desde hace meses, los elogios que el segundo dio al primero durante un discurso pronunciado este fin de semana han sorprendido en círculos políticos locales e internacionales, y desconcertado a los analistas sobre la incidencia que tendrá en ese proceso de paz y en las negociaciones que mantienen en paralelo Rusia y Turquía, las dos potencias más influyentes en el país.  

"La acción de Haftar refleja un intento de acercarse a Saleh después de meses de silencioso desacuerdo entre ambos que ha tenido gran impacto en la región oriental", explica la periodista tunecina Mona el Makhrouki. 

En opinión de la analista, el cambio en el tono de Haftar también buscaría "neutralizar cualquier acuerdo que incluya excluir el mariscal del liderazgo del ejército, o al menos a cortar sus alas y poner fin a su control absoluto sobre la región oriental". 

PHOTO/AFP - Fayez Sarraj
Amenaza islamista común 

Otros expertos apuntan, sin embargo, a que el acercamiento respondería a un sentimiento común de amenaza que ambos sentirían ante las maniobras de los grupos islamistas tanto en la región oriental, como en Trípoli y la ciudad-estado de Misrata, su principal aliado. 

Criticado con dureza, Saleh ha tratado en los últimos días de evitar el plan que la HoR vuelva a reunirse en la ciudad fronteriza de Ghadames, en el que sería el primer encuentro desde que la Cámara se partiera. 

Medios libios aseguran que aquellos diputados que han promovido la sesión en el este, en su mayoría de tendencia islamista, buscan sustituir a Saleh, quien ha intentado convocar una reunión paralela en la ciudad de Benghasi para la que de momento no ha logrado "quorum". 

Diputados próximos al actual presidente de la Asamblea insisten en que los islamistas comparten la estrategia de sus colegas del oeste, proclives a mantener al controvertido Fayez al Serraj al frente del Consejo presidencial del GNA, escoltado por el actual ministro de Interior, Fathi Bashaga, quien ejercería de primer ministro del nuevo gobierno de transición. 

Un movimiento que reduciría la capacidad de maniobra política de Saleh y dejaría a Haftar debilitado frente al hombre que, apoyado por Turquía, hizo fracasar este verano el asedio que en abril de 2019 el mariscal levantó en Trípoli. 

Frenética actividad diplomática 

Bashaga, originario de Misrata, realizó la semana pasada una gira por varias capitales que culminó con una significativa visita a París, hasta la fecha uno de los principales apoyos de Haftar, junto a Rusia. 

El viaje se produjo apenas unos días después de que la ONU cerrara su segunda ronda de negociaciones sin poder consensuar la composición de ese nuevo gobierno de unidad, en el que el nombre de Bashaga aparecía como candidato a primer ministro. 

Semanas antes, la enviada especial de Naciones Unidas para Libia, Stephanie Williams, había logrado un acuerdo para celebrar elecciones legislativas el 24 de diciembre de 2021. 

El impulsado un pacto en el seno del Comité Militar 5+5 que ha permitido garantizar una frágil tregua, abrir las rutas comerciales y recuperar la producción de petróleo, bloqueada por las milicias afines a Haftar desde febrero pasado. 

Un avance significativo respecto a la situación anterior pero cuyo posible progreso genera dudas ya que no ha sido respaldado aún por los dos gobiernos rivales, ni cuenta con el aval de Rusia y Turquía, que mantienen una negociación paralela al margen de la ONU

Obstáculos a los que se suman ahora las ambiciones y los miedos de Haftar y Saleh, dos hombre que parecen unidos al destino de Libia.