¿El final? El proceso de paz en Sudán del Sur

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El conflicto

Sudán del Sur es el Estado más joven del mundo. Logró la independencia en el año 2011, después de largos años de conflicto con el vecino del norte. Las esperanzas depositadas en la autodeterminación para poner fin a las hostilidades que azotaban el país fueron altas, pero pronto se diluyeron: a los dos años de obtener la independencia, la guerra civil estalló en el país africano después de que el presidente, Salva Kiir, destituyese a su Gobierno, acusando al vicepresidente, Riek Machar, de planificar un golpe de Estado.

La rivalidad entre ambos líderes pronto se trasladó al terreno étnico, produciéndose cruentos enfrentamientos entre los dinka (etnia a la que pertenece el presidente Kiir, y que representa casi el 36 % de la población sursudanesa)1 y los nuer (grupo étnico del vicepresidente Machar, que supone el 15,6 % de la población)2. Además de ello, Sudán del Sur es un país cuya economía depende del petróleo, por lo que no extrañó a nadie que los mayores combates se produjeran en las regiones con mayores yacimientos petrolíferos.

Los esfuerzos externos para frenar las hostilidades resultaron infructuosos, y los intentos de mediación de la Autoridad Gubernamental para el Desarrollo (IGAD) en África Oriental fracasaron, ya que, además, algunos de sus miembros espolearon los combates, al enviar Uganda tropas para ayudar al presidente Kiir, mientras que el Sudán de Omar al- Bashir dio apoyo a las fuerzas de Machar.

Las presiones externas, intensificadas desde la llamada Troika (formada por Estados Unidos, Noruega y Reino Unido), la Unión Africana, China y la Unión Europea, dieron su fruto en 2015, cuando las fuerzas de Machar y las de Kiir firmaron un acuerdo de paz en Addis Abeba. No obstante, el acuerdo comenzó con obstáculos por parte de los contendientes, ya que, en un esfuerzo por aumentar el poder de los dinka y el control sobre el petróleo, el presidente Kiir firmó un decreto el 24 de diciembre de ese año mediante el cual la división territorial de Sudán del Sur pasaba de 10 a 28 Estados3. El desigual reparto de poder prendió las iras en otros grupos étnicos, como los shilluk, tribu al norte del país, que se levantó en armas contra el Gobierno.

El acuerdo estipulaba que Kiir conservaría la presidencia, mientras que un candidato del SPLA-IO (Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán-En la Oposición, el ejército de Machar) asumiría la vicepresidencia. Inexplicablemente, Kiir ofreció el cargo a su antiguo rival, Machar, por lo que se volvería al gobierno bajo el cual habían comenzado las hostilidades. No obstante, la frágil tregua se rompió en verano de 2016, cuando se reanudaron los combates en Juba, a la vez que Machar escapaba del país, acusando a Kiir de intentar asesinarle4. En diciembre de ese año, la ONU emitió un duro informe5, acusando a ambas partes de cometer graves violaciones a los derechos humanos que abarcaban el reclutamiento de niños soldado, quema de cultivos, secuestros y violaciones.

La situación se agravó todavía más en enero de 2017, cuando el presidente Kiir amplió la división territorial de 28 Estados a 32, mientras que se cumplían las advertencias de la OMS, que un año antes había advertido6, en un informe, sobre el grave riesgo que corría el país de caer en una hambruna. Así, en febrero, el presidente Kiir declaró la hambruna en el país, y para mayo, un informe del IPC (Integrated Food Security Phase Classification) estimaba que el 45,5 % de la población (unos 5,5 millones de personas) sufrían de inseguridad alimentaria7. Las presiones internacionales sobre las partes para alcanzar una solución se intensificaron debido al temor de que la guerra se extendiese y estallase un conflicto regional, por lo que el Consejo de Seguridad decidió decretar el embargo de armas sobre el país8. Además de ello, el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, debido a la delicada situación económica de su país, con encarecimiento de precios, comenzó a realizar esfuerzos para que ambos líderes alcanzasen un entendimiento, al necesitar que el flujo de petróleo sursudanés (del cual su país se beneficia del 50 % de las ganancias) se reanudase9, además de presentarse como un líder conciliador que su país fuese retirado del listado de países patrocinadores del terrorismo y así poder optar a empréstitos internacionales. Con ello, en julio de 2018, se firmaba el alto el fuego en Jartum10, capital de Sudán, bajo la mediación de los presidentes de Sudán y Uganda, culminando el 13 de septiembre de ese año, al firmarse el acuerdo por el que Sudán del Sur ponía punto final de manera formal a su guerra civil11.

El acuerdo se consumó finalmente, tras dos prórrogas y varios amagos de romperse, el 22 de febrero de 2020, con, de nuevo, el retorno al mismo gobierno bajo el que había estallado el conflicto en 2013, con Machar en la vicepresidencia y Kiir al frente del poder ejecutivo.

No obstante, la pandemia causada por la COVID-19 y sus consecuencias económicas pueden suponer un agravante para la delicada situación en el país. La caída de los precios del petróleo (del cual depende en casi su totalidad la economía sursudanesa) y las graves acusaciones por corrupción, incluyendo el robo de fondos de Naciones Unidas12, suponen un obstáculo para la consolidación de la paz en el país. Por si fuera poco, los choques interétnicos continúan: en agosto, en un intento por desarmar milicias locales para continuar con el proceso de paz, se produjeron enfrentamientos entre militares y milicianos, resultando en casi 300 muertos13.

El nuevo acuerdo

El nuevo acuerdo bajo el cual se ha puesto fin de manera formal a 5 años de guerra civil en el país más joven del mundo pretende salvar los errores del acuerdo fallido de 2015.

El nuevo acuerdo repite múltiples mecanismos y medidas establecidas previamente por el acuerdo que, infructuosamente, trató de poner fin a la guerra en 2015. No obstante, en esta ocasión, el presidente Salva Kiir no ha puesto objeción a ciertas cláusulas del acuerdo, tal y como sí hizo en 2015, lo que supone un paso importante para la consecución de la paz, así como la aceptación del número de Estados que conformarán la República, uno de los puntos de mayor enfrentamiento entre ambos bandos. Este es un paso de vital importancia, puesto que evita que el presidente Kiir altere el número de entidades territoriales a su antojo, lo que otorgaba una mayor primacía de su etnia, la dinka, sobre el resto.

Si bien el porcentaje del Gobierno de Kiir en altos cargos en la presidencia y en el Parlamento ha bajado en este nuevo acuerdo, lo cierto es que su poder en el Consejo de Ministros y en los Gobiernos estatales se ha incrementado. Esto se explica en la fragmentación de la oposición sursudanesa, que en los últimos años ha sufrido no solo reveses en el campo de batalla, sino también varias escisiones: a la deserción de Taban Deng Gai14, segundo de Machar que más tarde se unió a Kiir y ejerció como su vicepresidente, hay que sumar las desavenencias en la SSOA, que ha experimentado continuas divisiones. Con la oposición dividida y debilitada, Kiir ha logrado aumentar su poder en los puestos clave a cambio de reducirlo ligeramente en otros aspectos.

Si realizamos un análisis de ambos acuerdos (el de 2015 y el actual) encontramos que:

Atalayar_IEEE SUDÁN DEL SURPuntos clave para el mantenimiento de la paz

En un país como Sudán del Sur, en el cual la división étnica es tan múltiple y diversa, resulta imperativo que los mecanismos de poder compartido funcionen de manera eficaz. Es evidente que el conflicto tiene un carácter étnico más que político, ya que los principales contendientes en los combates habían sido previamente compañeros de armas en la guerra de independencia contra la República del Sudán, y provienen del antiguo Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA). Para ello, un espejo en el que puede mirarse Sudán del Sur a la hora de organizar la división territorial y asegurar que el conflicto étnico no se reactiva es el que actualmente poseen países que han pasado por complicadas guerras civiles multiétnicas, como, por ejemplo, Bosnia- Herzegovina. La configuración territorial de este país europeo fue establecida en los acuerdos de Dayton que pusieron fin al conflicto en la República balcánica15. Si bien no todos los problemas del país han sido erradicados, sí que es cierto que en Bosnia se ha logrado mantener la paz desde que se pusiera fin a la cruenta guerra que asoló el país entre 1992 y 1995, una de las derivadas de la fragmentación de la antigua Yugoslavia. Todavía con sus errores y con la vigilancia de los actores internacionales, lo cierto es que en Bosnia no ha vuelto a estallar la violencia como lo hizo cuando Yugoslavia se desmembró. Y quizá ese podría ser el espejo en el que debería mirarse Sudán del Sur. Con una estructura de poder compartido, garantizada por la Constitución, la cual asegure un reparto equitativo de las estructuras de poder del Estado, así como la participación de las diversas etnias que conforman la joven nación, se podrá alcanzar la estabilidad necesaria para el país. Si, como en el caso de Bosnia, se asegura un poder de veto para las etnias, se obligará a las distintas partes a consensuar las distintas medidas y acciones de gobierno, favoreciendo el diálogo entre las mismas, y otorgando a las distintas etnias mecanismos de protección sin tener que recurrir a las armas para defender sus intereses. Todo este proceso de paz y de participación multiétnica en las instituciones del Estado, podrá ser verificado por los principales actores internacionales: la IGAD y la UNMISS. Pero, como ha quedado demostrado a lo largo del conflicto, el equilibrio entre las diversas etnias pasa por cómo se gestione un recurso: el petróleo.

Los intentos de lograr la primacía sobre las otras etnias han sido los principales impulsores de la contienda, con los principales pueblos del país disputándose el control efectivo del principal recurso económico del país, el petróleo. Garantizar la correcta administración de los hidrocarburos es vital para el mantenimiento del país, lo que pasa por garantizar un justo y equitativo reparto de los beneficios que entraña el petróleo para las arcas nacionales. Un correcto reparto de las ganancias del petróleo se traduce en el desarrollo del país, el cual es urgente después de varios años de cruenta guerra civil, sin contar con las décadas previas de lucha por la independencia. El desarrollo equitativo de las distintas etnias del país permitirá alejar el riesgo de la reactivación del conflicto, a lo que hay que sumar la ya citada participación compartida en el gobierno del país. Otro de los principales obstáculos a los que se enfrenta Sudán del Sur es la endémica corrupción, sin cuya erradicación es imposible llevar a cabo una buena gobernanza y una buena gestión de los recursos que permita que el país se recupere de la devastación de la guerra y pueda fortalecer la convivencia y el entendimiento.

Otro impedimento para el mantenimiento de la paz son precisamente los dos principales líderes: Riek Machar y Salva Kiir. Además de su más que conocida mutua desconfianza16 y su dilatación indebida de una guerra innecesaria, son líderes políticos que pertenecen a una generación distinta que, si bien condujeron la guerra de independencia y lograron la obtención de la autodeterminación, han liderado también al país al desastre de la guerra civil. Ahora que se ha logrado poner fin a la guerra, sería conveniente un recambio generacional, para asegurar la reconstrucción y que no se vuelven a reactivar las hostilidades17. Hasta el propio Taban Deng Gai, ex segundo de Machar y, tras su deserción, vicepresidente de Kiir, reconoció en una entrevista que sería conveniente dejar el poder a las nuevas generaciones18.

No obstante, no puede haber paz sin justicia. Sudán del Sur no puede caminar hacia la paz si no se asegura que aquellos atropellos y crímenes cometidos durante el conflicto (muy numerosos, ya que a menudo todos los bandos han utilizado el pillaje, la violación y la destrucción de vivienda como arma de guerra, por lo que los civiles han sido constante objetivo militar) queden impunes. La cláusula de rendición de cuentas ha sido bastante complicada en el acuerdo, ya que no motivaba a las partes a cumplir el acuerdo, al estar todas acusadas19. Sin una justicia verificable y efectiva, las heridas del conflicto no pueden cerrarse y es difícil que las distintas etnias del país lleguen en algún momento a entenderse.

Como parte esencial de esta justicia, resulta obvio que otro punto necesario, no solo en este conflicto sino en cualquier conflicto civil, es necesario asegurar el retorno seguro de los refugiados a sus lugares de origen, garantizando la reconstrucción y reparación de aquellos que lo han perdido todo. Según un informe de la IGAD, en 2018, había casi 2 millones y medio de sursudaneses desplazados en los países fronterizos, por lo que resulta urgente la ayuda y preparación para el retorno de este elevado número de exiliados.

Por lo tanto, resulta necesario recalcar los elementos que pueden resultar vitales a la hora de la consolidación de la paz en Sudán del Sur:

  • Estructuras de poder compartidas que garanticen la participación equitativa de las distintas etnias del país;
  • Gestión transparente y equitativa del petróleo, así como el reparto equitativo de sus beneficios;
  • Lucha contra la preocupante corrupción;
  • Relevo generacional entre los altos cargos y líderes;
  • Justicia y reparación del daño causado;
  • Retorno de los refugiados.

La participación de las distintas comunidades en el poder del país es vital y necesaria. Sin embargo, los desafíos para la paz a los que se enfrenta la República de Sudán del Sur siguen muy presentes, más agravados si cabe como consecuencia de la pandemia causada por la COVID-19 y la consiguiente crisis económica. Con un país destrozado por la guerra, una economía en ruinas y miles de desplazados, los pasos a dar para la consecución de una paz duradera, sólida y verificable deben ser más cautelosos para evitar una reactivación de un conflicto que, por desgracia, ha ocupado la mayor parte de la historia de la joven nación.

José Ignacio Contreras Valcárcel /Facultad Derecho y Ciencias Políticas /Universidad de Granada

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS A PIE DE PÁGINA
  1. “World Directory of Minorities and Indigenous Peoples: South Sudan”, Minority Rights Group International, 2018. Disponible en: https://minorityrights.org/country/south-sudan/
  2. Ibid.
  3. “South Sudan president creates 28 new states”, 25 diciembre 2015, Al Jazeera. Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2015/12/south-sudan-president-creates-28-states- 151225101750723.html
  4. SHABAN, Alfa, RAHMAN, Abdur. “Machar flees South Sudan after botched assassination attempt”, Africa News, 1, 2016.
  5. “The State of Human Rights in the Protracted Conflict in South Sudan”, UNMISS ONU, 4 de diciembre de 2015. Disponible en: https://www.ohchr.org/Documents/Countries/SS/UNMISS_HRD4December2015.pdf
  6.  “El Niño and health SOUTH SUDAN overview-January 2016”, OMS, enero de 2016. Disponible en: https://www.who.int/hac/crises/el- nino/who_el_nino_and_health_global_report_south_sudan_21jan2016.pdf
  7. “May 2017-Communication Summary”, Integrated Food Security Phase Classification, mayo 2017. Disponible en: http://www.ipcinfo.org/fileadmin/user_upload/ipcinfo/docs/IPC_South_Sudan_AcuteFI_May2017_June- July2017.pdf
  8. Resolution 2428 (2018), Consejo de Seguridad, 13 de julio de 2018. Disponible en: http://unscr.com/en/resolutions/doc/2428
  9. AHMED, Adam. “Why is Omar al-Bashir mediating South Sudan peace talks?”, Al Jazeera, 5 julio de 2018. Disponible en: https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/omar-al-bashir-mediating-south-sudan-peace- talks-180705134746432.html
  10. KHALID, Abdelaziz. “South Sudan rivals sign peace agreement in Khartoum”, Reuters, 27 junio de 2018. Disponible en: https://www.reuters.com/article/us-southsudan-unrest/south-sudan-rivals-sign-peace- agreement-in-khartoum-idUSKBN1JN1I9
  11. IGAD. “Revitalised agreement on the resolution of the conflict in the Republic of South Sudan (R- ARCSS)”, IGAD, 12 septiembre de 2018. Disponible en: https://www.dropbox.com/s/6dn3477q3f5472d/R- ARCSS.2018-i.pdf?dl=0
  12. “South Sudan senior officials steal $36 million: UN”, Sudan Tribune, 2020. Disponible en: https://sudantribune.com/spip.php?article69860
  13. “Hundreds killed in inter-communal clashes in South Sudan”, Al Jazeera, 2020. Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2020/5/20/hundreds-killed-in-inter-communal-clashes-in-south-sudan
  14. MABIOR P., Mach. “Learning from the Past: The Way Out of South Sudan’s Crisis”, South Sudan Peace Agreement and Peace Making, 2019, The Zambakari Advisory: special issue.
  15. GARANG, Abui John. “Ways of Sustaining Durable Peace and Reconciliation After Conflict”, South Sudan Peace Agreement and Peace Making, 2019, The Zambakari Advisory: special issue.
  16. GARANG, Abui John. Ways of Sustaining Durable Peace, op. cit.
  17. DÍEZ ALCALDE, Jesús. Sudán del sur, ¿insuperables obstáculos y desafíos para la paz? Documento de Opinión IEEE 24/2016. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2016/DIEEEO24- 2016_SudanSur_Desafios_Obstaculos_JDA.pdf
  18. “President Kiir apologises for the December 2013 war”, Sudan Tribune, 2016. Disponible en: https://sudantribune.com/spip.php?article57630
  19. KIIR, Salva & MACHAR, Riek. “South Sudan needs truth, not trials”, The New York Times, 2016. Disponible en: https://www.nytimes.com/2016/06/08/opinion/south-sudan-needs-truth-not-trials.html

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