Tiempos de moderación

Aunque algunos medios se han encargado de escenificar el último tropezón de Joe Biden, lo cierto es que el acuerdo alcanzado entre los sectores moderados de los dos grandes partidos en el Congreso de Estados Unidos, para reajustar el techo de la deuda y evitar una caída de la economía, ha sido en parte un éxito del presidente demócrata. Que las bolsas han reconocido con una subida y que confirma la tendencia alcista de las posturas equilibradas y centradas de republicanos y demócratas en la opinión pública. En el Capitolio, la ola del populismo se redujo a una suave marea opositora, que volvió a poner de manifiesto la intención de los trumpistas y de los ultra progresistas demócratas de continuar con su principal objetivo político: debilitar las instituciones liberales para que la agitación no cese, aunque la mayoría social esté harta de gastar energía y perder dinero en pugnas ideológicas, falsarias e insustanciales.
La coincidencia del acuerdo en Washington con las elecciones municipales y autonómicas en España, donde el rechazo a las posiciones de confrontación que ha representado el Gobierno de coalición hace pensar que, la ola reaccionaria global a la que se ha referido el presidente Sánchez es, por el contrario, una tendencia al entendimiento entre sectores moderados, que quiere poner fin al populismo infecto que ha intoxicado la política durante largo tiempo. El trumpismo y la izquierda demócrata han quedado en minoría, lo cual ha sido celebrado por la economía y por el sentido común.
El mensaje ha resultado lo suficientemente claro como para que los candidatos republicanos a las presidenciales del 2024 entiendan que la primera potencia del mundo, referencia de las democracias a nivel global, no puede estar representada por líderes deconstructivos y demagogos. Por el contrario, Nikki Haley, exgobernadora republicana de Carolina del Sur, liberal moderada y con experiencia internacional; Chris Christie, exgobernador de New Jersey y anti trumpista declarado; Mike Pence, representante del sector conservador tradicional del republicanismo, que ultima su candidatura; o el propio gobernador de Florida, Ron De Santis, que no reniega de Donald Trump, pero al mismo tiempo se aleja del expresidente para construir su espacio político propio, tienen ahora en su mano la posibilidad de suceder a un presidente Biden, cuya edad está causándole un déficit de credibilidad.
El cambio de liderazgos en el Partido Republicano, que incluye al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, pieza clave en el cambio de orientación hacia la moderación en la política de Washington, abre la puerta del debate electoral a las propuestas renovadas y centradas del sector liberal – conservador en Estados Unidos. De confirmarse la tendencia, Joe Biden se encontraría en la posición que representó Jimmy Carter en el final de la década de los 70, que sirvió como acicate para que el centro derecha norteamericano recuperara la energía y el liderazgo de la mano de Ronald Reagan.
La ola reaccionaria que se construye en el argumentario de la izquierda en España de cara a las próximas elecciones, puede convertirse en el último error de cálculo del socialismo democrático si no ha entendido que, en los últimos tiempos, el enemigo de la sociedad no es la derecha moderada sino el populismo radicalizado que ha controlado el relato político durante una década y ha terminado empobreciendo y desgastando a la sociedad. Biden supo entenderlo en su campaña de 2020. Ahora las bolsas le aplauden.