Opinión

El conflicto en Yemen: una coyuntura favorable

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Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

Las implicaciones del conflicto de Yemen tienen un alcance que transciende la rivalidad religiosa sunita y chiita y contribuye a la materialización de la rivalidad regional entre Arabia Saudí e Irán, así como de los intereses de sus aliados respectivos.

La competencia por el control del terreno clave, que da acceso a las vías de comunicación marítimas y a los recursos hídricos o energéticos, constituye una de las causas que ha provocado continuas tensiones entre las facciones rivales.

El pasado 2 de abril, a propuesta de los hutíes y coincidiendo con el comienzo del ramadán, se declaró un cese de las hostilidades por un periodo de dos meses. Este cese ha ido acompañado de la renuncia al poder por parte del presidente oficialmente reconocido, al-Hadi, con lo que se elimina un obstáculo para el establecimiento de un diálogo entre las partes.

La coyuntura que se presenta constituye una ocasión que no se había producido hasta ahora, por lo que es pertinente lanzar una hoja de ruta con mediación internacional que consiga alcanzar una solución política y duradera al conflicto.

Introducción

A fin de simplificar un conflicto complejo, de manera habitual se cae en la tentación de identificar la guerra civil de Yemen con el choque existente entre el bloque islámico chiita y el sunita. Efectivamente, en él la facción zaidí del chiismo, encabezada por el movimiento hutí con apoyo encubierto desde Irán, se enfrenta a los sectores sunitas y sus aliados saudíes, ahora agrupados en torno al recién creado Consejo Presidencial de Yemen.

Sin embargo, el conflicto en Yemen tiene mayores implicaciones, en las que intervienen las potencias regionales rivales, en lucha por el protagonismo en la zona. La cabeza visible de estos intervinientes se materializa en Irán y Arabia Saudí, que agrupan los intereses de sus aliados, alcanzando a países de Oriente Medio y el norte de África, que comprende naciones tan distantes como Marruecos o Senegal. Además, los apoyos externos proceden de países occidentales como Estados Unidos, el Reino Unido o Francia, que suministran armamento a Arabia Saudí y sus aliados; por otro lado, Rusia y China constituyen el principal apoyo externo de Irán.

Los intereses de las partes enfrentadas en Yemen vienen marcados por la aspiración de controlar determinadas zonas del país, como la región de Marib —donde se encuentran los principales recursos petrolíferos—, las zonas en las que existen mayores recursos de agua o los accesos a las vías de comunicación marítima. Es fundamentalmente la posesión de estas zonas de terreno clave lo que provoca las continuas tensiones entre los rivales que se las disputan, espoleando dinámicas que van mucho más allá del simple enfrentamiento entre chiitas y sunitas.

La declaración de cese de las hostilidades del pasado 2 de abril, a propuesta de los hutíes, y la dimisión del expresidente al-Hadi han abierto una «ventana de oportunidad» única desde que comenzó el conflicto en 2014. Para que la paz llegue finalmente a Yemen, es necesario que se inicie una hoja de ruta que ponga fin a un conflicto considerado la mayor tragedia humanitaria de lo que va de siglo. Se deberán establecer las condiciones necesarias para que, en esta ocasión, el cese de la violencia sea definitivo a través del restablecimiento del diálogo entre las partes y de unos acuerdos que satisfagan de la forma más inclusiva posible sus respectivas reclamaciones.

Antecedentes

Yemen es un país con una significativa importancia geoestratégica, motivada principalmente por su ubicación: sus costas están bañadas por el mar Rojo y el golfo de Adén y ocupa una posición privilegiada en una rivera del estrecho de Bab el-Mandeb, que comunica el océano Índico con el mar Rojo y el canal de Suez. Este estrecho constituye un punto de estrangulamiento de paso obligado para las rutas comerciales marítimas que comunican el Indo-Pacífico, Oriente Medio, Europa y la costa atlántica americana.

La población yemení mantiene lazos históricos y culturales con las dos potencias que compiten en la región, Arabia Saudí e Irán. Muchos de los habitantes del norte se identifican con la rama del islam chiita-zaidí, surgida en el siglo VIII, o con la duodecimana y se agrupan en torno al movimiento de índole político y religioso hutí, que supone un 30 por ciento de la población total. El movimiento hutí se denomina así en honor a su fundador —el clérigo y activista político zaidí Hussein Badr al-Din al-Houthi—, y también se conoce como «Ansar Alá» (Partidarios de Dios). A pesar de seguir la interpretación del chiismo más cercana al sunismo, los hutíes mantienen lazos con la población del norte de Irán desde finales del siglo IX, donde se instauró un imanato con varios sucesores zaidíes. Esta estrecha relación histórica entre zaidíes e iraníes puede verse reflejada en el proverbio iraní que reza: «Si estás conmigo, aun estando en Yemen estarás aquí, y estando aquí, estarás en Yemen». Más que a una identidad tribal, la estructura social hutí responde a la unidad, que satisface las necesidades de sus miembros1.

Por otro lado, la población sunita, un 70 por ciento, es más cercana a la corriente wahabista de Arabia Saudí. Este sector de la población ocupa las provincias del sur y el este del país y tiene una mayor tendencia a agruparse en torno a la entidad regional que en torno a una estructura tribal.

Las diferencias entre zaidíes y suníes residen más en motivos de descendencia que en los puramente religiosos. Sin embargo, Maktary y Smith2 apuntan que son las afinidades históricas y religiosas las que han motivado que Arabia Saudí se involucre en el conflicto tomando parte por la población sunita, mientras que Irán se ha implicado en él de manera subsidiaria a través de los hutíes.

El origen del conflicto de Yemen3

Una vez desaparecida la influencia del Imperio otomano sobre la zona norte de Yemen al finalizar la Primera Guerra Mundial y tras la culminación del proceso de autodeterminación en 1967, por el que el sur se independizó de Gran Bretaña, dio comienzo un periodo de sucesión de conflictos norte-sur. Tras un periodo monárquico zaidí, que dio paso a un sistema republicano en Yemen del Norte y a la formación de un Estado socialista en el sur, los conflictos continuaron hasta culminar con la unificación del país en 1990.

Durante este turbulento periodo surgieron varios protagonistas, entre los que destaca el expresidente de origen zaidí Alí Abdalá Saleh. A través del empleo de una forma de gobierno a la que Salé en persona se refería como «bailar sobre las cabezas de las serpientes»4, el presidente provocaba una situación de crisis permanente con sus rivales, que le permitió gobernar —primero Yemen del Norte y posteriormente un país unificado— por un periodo de treinta años.

La forma de ejercer el poder de Saleh, asociada a la fragmentación del país y a los efectos derivados de las Primaveras Árabes de 2011, supusieron un motivo más para que los hutíes diesen voz a su malestar ante una constante marginación en favor de otros sectores de la población. Saleh, gracias a la mediación del Consejo de Cooperación del Golfo, se vio forzado a renunciar al poder en favor de su vicepresidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi en 2012.

El presidente al-Hadi hubo de tomar medidas económicas para contener el déficit y atraer la inversión extranjera, incluyendo la retirada de los subsidios al combustible. Como consecuencia, se inició una cadena de protestas fuertemente reprimidas, que provocaron en 2014 un golpe de Estado hutí apoyado por los partidarios de Saleh, que se alió con los hutíes.

La reaparición de al-Hadi en Adén reclamando el poder, la negativa de los rebeldes a dejar la capital y su avance hacia el sur marcaron el comienzo de la intervención de Arabia Saudí y de una coalición de nueve países árabes en marzo de 2015, que supuso el inicio de enfrentamientos generalizados5. En 2017 las diferencias entre el expresidente Saleh y sus aliados del momento, los hutíes, provocaron que este fuera asesinado el mes de diciembre en la capital, Saná.

Los sucesivos gobiernos desde la reunificación han cometido errores de manera recurrente, manifiestos en su incapacidad para satisfacer las aspiraciones de las diferentes facciones del país. El enfrentamiento actual, que se originó por la marginación económica, la discriminación política y social de algunos sectores de la población y por la corrupción generalizada, se ha convertido en un conflicto de identidades entre los dos sectores principales del país, apoyados por sus aliados regionales.

La contraposición de las posturas de los actores principales gira en torno al reparto del poder, el control de los recursos naturales de la región de Marib, la posesión de los puertos principales que dan acceso al mar o de terreno clave —como el estrecho de Bab el-Mandeb—, la rivalidad religiosa, la amenaza percibida en Arabia Saudí por la intervención iraní en apoyo a los hutíes y la competencia entre estas dos potencias regionales por el papel preponderante en Oriente Medio.

La tregua y la renuncia de al-Hadi: una «pequeña ventana para alcanzar la paz»

El pasado 2 de abril las partes en conflicto anunciaron una tregua coincidiendo con el ramadán. El alto el fuego, de una duración de dos meses, supone una ocasión única para iniciar un proceso que ponga fin a una crisis que tan solo hace unas semanas parecía irresoluble6.

Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, destacó que «un futuro más brillante» parece ahora al alcance de la mano. A consecuencia de la tregua, se están aliviando las condiciones humanitarias y, por citar al enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg7, se están produciendo «signos alentadores», como la reducción de la violencia y del número de víctimas civiles, la ausencia de ataques aéreos confirmados, el mayor flujo de combustible y ayuda humanitaria a través de los puertos de la región de Hodeida o la próxima apertura a vuelos comerciales desde el aeropuerto de Saná, controlado por los hutíes, por primera vez desde 2016.

Lo más destacado para Stark8 es el alivio que la tregua representa para el pueblo yemení, afectado por una guerra que ha matado a más de 370.000 personas y que ha provocado que tres cuartas partes de la población dependan de la ayuda humanitaria para su supervivencia.

Por otro lado, en un momento que no parece casual, ya que coincide con el periodo de alto el fuego, el pasado 7 de abril el presidente al-Hadi destituyó a su vicepresidente y renunció a su cargo en favor de un Consejo Presidencial de Yemen, en un movimiento que facilitará las negociaciones con los hutíes9.

El conocido como Consejo de Liderazgo Presidencial de Yemen (CLP) ha recibido el apoyo tanto de Washington como de Riad y Abu Dabi. Este movimiento busca unificar a los representantes de uno de los bandos enfrentados para sentarse a negociar con los hutíes con el fin de alcanzar una solución política duradera e inclusiva bajo el auspicio de la ONU.

Por parte de Irán, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Saeed Khatibzadeh10, expresó la esperanza de que la medida pueda constituir «un preludio del levantamiento completo del bloqueo y del establecimiento permanente de un alto el fuego para encontrar una solución política a la crisis de Yemen».

Tras el anuncio del comienzo de la tregua el secretario general de la ONU, António Guterres11, afirmó que esta «debe ser el comienzo de un futuro mejor para el pueblo de Yemen» y manifestó que tenía la intención de «apoyar la implementación exitosa de la tregua».

El 2 de junio se logró una ampliación de la tregua de dos meses, lo que supone, en palabras de Grundberg12, «un cambio tangible» en el conflicto.

¿Cómo reconciliar posturas encontradas?

Estudiados los antecedentes que desencadenaron el enfrentamiento y descrita la situación actual, se abre un nuevo abanico de vías que puede tomar el conflicto.

Por un lado, gracias a la unidad de las fuerzas y los poderes políticos de uno de los bandos, junto a la desaparición del escenario del expresidente al-Hadi, cabe la posibilidad de que las partes acuerden mantener el alto el fuego algo más de tiempo y de que las negociaciones concluyan con la creación de dos Estados, de manera análoga a lo ocurrido en la década de los sesenta del pasado siglo.

Sin embargo, el principal obstáculo a esta opción de pacificación reside en la rivalidad entre las dos potencias regionales, Arabia Saudí e Irán, y en la dificultad para normalizar sus relaciones diplomáticas. Además, es factible que la situación se agrave en suelo yemení, debido a la lucha por el control de los recursos y del terreno clave. Como consecuencia, la coyuntura corre el riesgo de deteriorarse de nuevo, con lo que el conflicto se prolongaría en el tiempo con la alternancia de breves periodos de tregua que alivien la situación humanitaria.

Los hutíes no ven como interlocutores válidos a su vecino del norte ni a sus aliados en el seno del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG). Por otro lado, el CLP parece haberse formado como una herramienta de reunificación del sector antihutí, para, en palabras del jefe de su Comisión de Reconciliación, Mohammed al-Gahithi13, lograr «la liberación de las provincias del norte, la derrota de Irán, la protección de la seguridad y el futuro de la región y el respeto a la voluntad del pueblo sin excepción, tanto en el sur como en el norte».

Por este motivo, parece más probable que los miembros del CLP sean percibidos como una amenaza por los hutíes. Con la reciente apertura del puerto de Hodeida y del aeropuerto de Saná para la entrada de ayuda humanitaria, los rebeldes tendrán la oportunidad de reforzar su postura y ganar legitimidad ante su población para, tarde o temprano, volver a enfrentarse a los integrantes del CLP y a Arabia Saudí.

Ninguna de estas dos alternativas es una opción deseable, tanto para los integrantes de la región como para la comunidad internacional. Por ello, en lo que supone la mejor ocasión para emprender la pacificación desde que comenzó el conflicto, es preciso aprovechar la oportunidad que brindan el alto el fuego y la desaparición del obstáculo que suponía al-Hadi lanzando un proceso unido a los tímidos diálogos iniciados por Irán y Arabia Saudí bajo el amparo del primer ministro iraquí14.

El objetivo consiste en acabar con la violencia de forma duradera a través de un proceso gradual de estabilización política y de las medidas necesarias para estabilizar la economía. Estos dos aspectos garantizarán la seguridad de la población en todos los estratos sociales y políticos de Yemen.

Una hoja de ruta para Yemen

Es preciso, pues, resolver el conflicto a través de una hoja de ruta a medio plazo que maximice la satisfacción de las reclamaciones de las partes y que establezca unas instituciones estatales capaces de proporcionar los servicios públicos básicos que precisa el país. Para ello, es necesario que las instituciones gubernamentales sean elegidas y rindan cuentas a los ciudadanos de Yemen, y no se conviertan en un mero instrumento que legitime la postura de una u otra potencia regional.

Se propone establecer las condiciones necesarias para la estabilización del país mediante un proceso de paz que culmine con la división de Yemen en dos autonomías, amparadas por un Gobierno central. Las regiones, una al norte y otra al sur, contarían con sus propios poderes legislativo, ejecutivo y judicial y con control sobre su economía y fuerzas policiales. El Gobierno central sería responsable de la defensa, la política exterior y la administración equitativa de los recursos económicos para las dos regiones.

La manera de alcanzar los objetivos marcados por la hoja de ruta se materializará por separado a través de varias vías, que en conjunto permitirán alcanzar la situación final propuesta.

El establecimiento de unos periodos de implementación similares a los contemplados en el plan de la asociación Friends of South Yemen es adecuado, aunque se requerirían reajustes en el caso de adoptarlo: entre 2022 y 2023 los esfuerzos deberían centrarse en el mantenimiento del alto el fuego, la distribución de ayuda humanitaria y el inicio del desarrollo económico. A partir de ahí, hasta 2025 la propuesta contempla la formación de dos regiones, con las instituciones anteriormente mencionadas. Tras completarse una última etapa entre 2025 y 2030, se celebraría un referéndum para decidir qué modelo estatal adoptar: el de dos Estados independientes o el de un país con dos regiones autónomas15.

La vía diplomática tendría por objetivo establecer las condiciones que faciliten el inicio del diálogo entre las partes para alcanzar la reconciliación nacional.

En primer lugar, es necesario conseguir que los hutíes y los integrantes del CLP formalicen un calendario estable de conversaciones a través de la mediación internacional o al amparo del CCG (a pesar de que Yemen no es un estado miembro), y con el impulso de los enviados especiales de la ONU y de los EE. UU.

En segundo lugar, es preciso que se normalicen las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí, y que ambos se comprometan a buscar soluciones por esta vía. En ese sentido, la apertura recíproca de delegaciones diplomáticas en Teherán y Riad16 o la asistencia de iraníes a las peregrinaciones a La Meca parecen un primer paso posible.

Asimismo, es preciso que la negociación se realice de tal manera que no se produzcan injerencias extranjeras y se dé voz a todos los sectores de la sociedad civil yemení, incluyendo a las mujeres.

Una manera de facilitar el inicio de las conversaciones es apoyarlas en el patronazgo de países de la región que generen cierta confianza, como Omán o Turquía, capaces de asumir un papel más activo para que Irán y Arabia Saudí se sienten a conversar, por lo que podrían jugar el mismo papel en lo que respecta a los grupos enfrentados en Yemen.

En el ámbito de la información es preciso dotar al país de las infraestructuras necesarias y de una adecuada libertad de prensa, que facilite el apoyo a las iniciativas desarrolladas a través del resto de las vías de acción. Los medios de comunicación jugarán un papel más relevante del que a priori pueda parecer por su capacidad de influenciar el ámbito cognitivo promoviendo la información neutral, las normas no militarizadas para la gobernanza y la seguridad17 y una campaña de información que presente la opción de la pacificación como la mejor para los yemeníes.

En relación con las acciones que se deben desarrollar en el empleo del instrumento de poder coactivo se ha de alcanzar una situación de seguridad estable. Será necesario comenzar con la prolongación indefinida del cese de las hostilidades, ya que existe un amplio consenso en torno a la idea de que no se alcanzará una solución al conflicto por la vía de las armas.

Una vez estabilizada la situación, será necesaria una liberación de prisioneros, con la posibilidad de amnistiar a aquellos que no hayan cometidos crímenes de lesa humanidad, para así contribuir al proceso de reconciliación nacional.

Será preciso dotar a las dos regiones autónomas con los medios necesarios para garantizar la seguridad pública, mientras que la jefatura de las Fuerzas Armadas recaerá en el Gobierno central. Las prioridades de seguridad interna consistirán en acabar con la presencia en el país de grupos terroristas —como Al Qaeda en la península de Arabia (AQPA) o el Dáesh—, así como en luchar contra el tráfico ilegal de personas y la piratería marítima.

En relación con la economía, Yemen tiene todo lo necesario para conseguir ser un país próspero: una población joven, recursos naturales, un gran potencial para el desarrollo del turismo y una ubicación geográfica envidiable.

El país deberá dotarse de la base económica que permita suministrar los servicios que necesita la población. En un primer periodo tendrá una gran dependencia de las partidas de ayuda humanitaria que reciba. Con ellas podrá desarrollarse como un Estado capaz de garantizar la alimentación, la vivienda, la educación, la sanidad y la seguridad de sus ciudadanos.

Será crítico establecer herramientas que fiscalicen la distribución de las ayudas externas y prevengan la corrupción interna en el país, siendo especialmente relevante la supervisión del empleo de los fondos por parte del Banco Central de Yemen.

Los obstáculos en el camino

Un primer obstáculo detectado es el rechazo hutí a cualquier acuerdo que no satisfaga sus demandas de cese de bombardeos, levantamiento del bloqueo y salida de tropas extranjeras, o su negativa a asistir a las conversaciones iniciadas en Riad18 con el CLP y el CCG. Esta situación se puede solventar simplemente con la celebración de las conversaciones en un país neutral, como Omán o Turquía, de manera análoga a lo sucedido con las conversaciones entre Teherán y Riad.

La posible suspensión de las conversaciones constituye otro obstáculo. Como ejemplo, el pasado mes de marzo se suspendieron por la ejecución en Arabia Saudí de ochenta y una personas, entre las que se incluían siete activistas yemeníes, en un solo día. Para Irán, las ejecuciones, las mayores de la historia reciente en el reino, constituyeron una violación de derechos humanos básicos que intensifica las tensiones19. La posible solución a estos obstáculos residirá en la capacidad de los diplomáticos de las organizaciones que mediarán en el proceso para garantizar que las partes continúen con el diálogo.

Conclusiones

Yemen es un país de gran relevancia en la región de Oriente Medio, principalmente por su ubicación en la zona de paso entre Oriente y Occidente considerada más importante. Los lazos históricos y religiosos de sus dos principales grupos de población determinan los apoyos que ambos bandos han recibido en el desarrollo del conflicto, así como el posicionamiento del que parten las principales potencias regionales en su posible solución.

Los antecedentes históricos de la guerra civil enraízan en el mal gobierno ejercido por el expresidente Saleh y por su sucesor al-Hadi, que no fueron capaces de gobernar de manera inclusiva y marginaron a los sectores rivales de la población, que se sentían discriminados. Si es preciso marcar un origen, este se encuentra en el golpe de Estado hutí de 2014, que surgió como respuesta a los efectos de las Primaveras Árabes y a los sucesivos fracasos de los gobiernos. Los éxitos iniciales y los ataques sobre territorio saudita de los rebeldes hutíes provocaron la intervención de Arabia Saudí en el conflicto, que se convirtió en una guerra subsidiaria con implicaciones más allá de la región a partir de 2015.

La tregua iniciada el pasado 2 de abril ha supuesto un alivio para la población civil. Combinada con la renuncia del expresidente al-Hadi, supone la mejor oportunidad de pacificar Yemen hasta el momento.

A pesar de que es previsible que surjan obstáculos aparentemente insalvables, estos se podrían superar conforme se implementa la hoja de ruta con la mediación de organizaciones internacionales como el Consejo del Golfo y las Naciones Unidas, o con la implicación de países como Omán o Turquía.

El plan deberá incluir acciones diplomáticas que contribuyan a un mantenimiento indefinido del alto el fuego y a la elaboración de un calendario de ejecución. La reciente apertura del puerto de Hodeida y del aeropuerto de la capital permitirá que el flujo de ayuda humanitaria se mantenga.

Con la llegada de ayuda humanitaria y el apoyo económico externo se sentarán las bases para mejorar la situación económica del país. Una vez alcanzados estos dos objetivos, se podrá implementar un plan para dividir el país en dos regiones autónomas amparadas por un único Gobierno central, que retendrá las competencias de defensa y de relaciones exteriores. Una vez estabilizado el territorio, se dará a los ciudadanos de las regiones la oportunidad de decidir el modelo de país que quieren mediante un referéndum.

Tras algo más de siete años de conflicto, ha quedado claro que su solución no pasa por la vía militar: es necesario encontrar posturas comunes que beneficien a todas las partes; la ocasión que se presenta puede no volver a reproducirse en demasiado tiempo.

Juan Díaz Rodríguez*
Capitán de Corbeta de la Armada

Referencias:

1 KHALAJI, Mehdi. «Yemen’s Zaidis: A Window for Iranian Influence». The Washington Institute for Near East Policy, 2 de febrero de 2015. Disponible en: https://www.washingtoninstitute.org/policy-analysis/yemens-zaidis-window- iranian-influence [consulta: 30/4/2022].

2 MAKTARY, Shoqy y SMITH, Katie. Pathways for peace & stability in Yemen. Search for Common Ground, 2017. Disponible en: https://www.sfcg.org/wp-content/uploads/2017/07/Yemen-Peace-Analysis_FINAL.pdf [consulta: 28/4/2022].

3  CASTRO TORRES, José Ignacio. «Yemen: un conflicto de opciones difíciles y soluciones imposibles» (Documento de    Análisis,    44).    IEEE,    2022.    Disponible    en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2022/DIEEEA44_2022_JOSCAS_Yemen.pd f y/o enlace bie3 [consulta: 21/6/2022].

4 JOHNSEN, Gregory D. «Foreign Actors in Yemen: The History, the Politics and the Future». Sana’a Center for Strategic Studies, 31 de enero de 2021. Disponible en: https://sanaacenter.org/publications/main-publications/13042 [consulta: 2/2/2022].

5 EGEL, Daniel et al. Building an Enduring Peace in Yemen: Lessons from Five Years of RAND Research. RAND Corporation, 2021. Disponible en: https://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/research_reports/RRA700/RRA733- 1/RAND_RRA733-1.pdf [consulta: 30/4/2022].

6 CSNU. «Truce Offers Chance to Steer Yemen in “New Direction”, Special Representative Tells Security Council, Cautions Parties against Backslide into Conflict». UNSC 9017th Meeting, Nueva York, 2022. Disponible en: https://www.un.org/press/en/2022/sc14862.doc.htm [consulta: 30/4/2022].

7 UN NEWS. «Yemen: “Light at the end of the tunnel” as first nationwide truce in six years continues». 14 de abril de 2022. Disponible en: https://news.un.org/en/story/2022/04/1116282 [consulta: 29/4/2022].

8 STARK, Alexandra. «Can the Riyadh Reshuffle Bring Peace to Yemen?», War on the Rocks. 29 de abril de 2022. Disponible    en:    https://warontherocks.com/2022/04/can-the-riyadh-reshuffle-bring-peace-to- yemen/? s=2cnvhtklxfavb16p2wfc [consulta: 29/4/2022].

9 GHOBARI, Mohamed y TOLBA, Ahmed. «Yemen president cedes powers to council as Saudi Arabia pushes to end war». Reuters, 8 de abril de 2022. Disponible en: https://www.reuters.com/world/middle-east/yemen-president- relieves-deputy-his-post-2022-04-07/ [consulta: 29/4/2022].

10 ISLAMIC REPUBLIC NEWS AGENCY. «Iran welcomes UN-initiated ceasefire in Yemen». 2 de abril de 2022. Disponible en: https://en.irna.ir/news/84702691/Iran-welcomes-UN-initiated-ceasefire-in-Yemen [consulta: 1/5/2022].

11 UN NEWS. «UN welcomes announcement of two-month truce in Yemen». 1 de abril de 2022. Disponible en: https://news.un.org/en/story/2022/04/1115392 [consulta: 1/5/2022].

12 NOTIMUNDO. «Yemen: la tregua renovada es un “cambio tangible” en el conflicto, dice enviado de la ONU», Noticias del Mundo en Español. 18 de junio de 2022. Disponible en: https://noticiasdelmundo.news/yemen-la-tregua-renovada- es-un-cambio-tangible-en-el-conflicto-dice-enviado-de-la-onu/ [consulta: 20/6/2022].

13 HABTOR, Abdulhadi. «Head of Yemen Reconciliation Commission to Asharq Al-Awsat: We Are Keen on Peace, Stability»,    Asharq    Al-Awsat.    26    de    abril    de    2022.    Disponible    en: https://english.aawsat.com/home/article/3612821/head-yemen-reconciliation-commission-asharq-al-awsat-we-are- keen-peace [consulta: 1/5/2022].

14 MEHDI, Syed Zafar. «Tehran, Riyadh make fresh move to bury hatchet, restore ties», AA. 27 de abril de 2022. Disponible en: https://www.aa.com.tr/en/middle-east/tehran-riyadh-make-fresh-move-to-bury-hatchet-restore- ties/2574243 [consulta: 1/5/2022].

15 DURAN, Nihan. «A Road Map to End Yemen’s War: An Interview with Abdul Galil Shaif», Politics Today. 17 de mayo de 2021. Disponible en: https://politicstoday.org/a-road-map-to-end-yemens-war-interview-with-abdul-galil-shaif/ [consulta: 2/5/2022].

18 REUTERS. «Yemen Houthis welcome talks with Saudi-led coalition, but in a neutral country». 16 de marzo de 2022. Disponible en: https://www.reuters.com/world/middle-east/yemen-houthis-welcome-talks-with-saudi-led-coalition- neutral-country-statement-2022-03-16/ [consulta: 2/5/2022].

19 MEHDI, Syed Zafar. Op. cit.