Aportaciones para la Conferencia sobre el Futuro de Europa

Conferencia sobre el Futuro de Europa

Mi modesta aportación respecto a la Conferencia sobre el Futuro de Europa solamente puede estar relacionada con mi área de conocimiento, así que no me voy a meter en temas sobre los que puedo tener una opinión, pero sobre los que no soy un experto.

China

Hay muchas cosas que se podrían hacer y no se están haciendo, especialmente en el ámbito político y jurídico, aunque no sé si esos ámbitos son los que aborda la Conferencia. Pero lo cierto es que China, con su sistema y valores autoritarios, está cada vez más involucrada en la sociedad europea. Y no sólo en el ámbito económico y empresarial, que por supuesto, sino también en los medios de comunicación, en las universidades y en instituciones del conocimiento, en el mundo político, en la cultura y en todos los ámbitos.

Hay una doble combinación de factores que es letal. Por un lado, los ingentes recursos financieros de China, con los que compra empresas y tecnología, establece vínculos estables con universidades y ‘think tanks’ a través de proyectos de colaboración conjuntos financiados por China, llega a acuerdos con grupos mediáticos, invita a China a las élites europeas (diplomáticas, académicas, periodísticas, empresariales, políticas…) para captarlas como aliados, o pone en marcha programas de becas. 

Lo anterior no es sólo poder blando, porque todas esas actividades y actuaciones, percibidas en Europa como acciones de la sociedad civil o como equivalentes a las que realizan los países democráticos, llevan incorporada toda la nocividad que emana del sistema autoritario chino. A través de esta estrategia, que China implementa a nivel global, el gigante asiático está penetrando más o menos silenciosamente en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Y con ello condiciona voluntades, promociona sus valores autoritarios y aspira (y logra) modular los discursos y la toma de decisiones.

Todo ello ocurre, y he aquí el segundo factor, en medio de un desconocimiento enorme acerca de lo que es China: su historia, su sistema político, su capitalismo de Estado, la naturaleza y el modus operandi del Partido Comunista chino. Sin una mejor comprensión de lo que China es, de sus objetivos y de los riesgos de echarse en sus brazos, China seguirá aprovechando que nuestro desconocimiento es la primera asimetría que juega en su favor. 

Las consecuencias son políticas y económicas, desde luego, desde la falta de reciprocidad (¡China aprovecha la apertura de nuestro sistema para invertir en sectores que en China están restringidos para la inversión extranjera!) y el robo de tecnología y propiedad intelectual, hasta el silencio europeo en cuanto a los derechos humanos en China o la falta de transparencia de sus operaciones o de las empresas estatales que invierten en Europa. Un organismo que someta a escrutinio a los jugadores chinos, o una alianza política, real, para sumar fuerzas con una sola voz frente a Pekín, se me antojan actuaciones obligadas. Hablo de blindarnos, empezando por reducir la dependencia de las cadenas de suministro chinas, porque lo que pasó con la COVID y el material sanitario debería ser un aviso de lo que está por venir.

Pero, además de lo político y económico, el impacto de la potencia que viene, con la que –recordémoslo– no compartimos valores democráticos, puede filtrarse al resto de la sociedad: a los medios, a la universidad y al mundo del conocimiento, a la cultura. Es por ello por lo que considero imperativo que la UE ponga en marcha programas para difundir un mayor y mejor conocimiento de China, de sus oportunidades y riesgos. No podremos evitar en el futuro tener una relación estrecha con China, pero sí está en nuestra mano poner las bases para que esa relación no sea asimétrica.

Partido Comunista China

Desinformación

En mi opinión, y en parte por culpa de países como China, uno de los riesgos del futuro en Europa y, en general, en el mundo occidental, es la desinformación. Rusia nos ha enseñado cómo su uso provoca divisiones, violencia y caos en nuestras sociedades. Y, con las nuevas tecnologías, esto va a ir a más, y es muy preocupante, porque cuando la verdad deja de importar, entonces la manipulación de la sociedad y los efectos que ello provoca se convierte en algo muy preocupante.

Tengo muy claro el diagnóstico, en el sentido de la desinformación es un cáncer y hay que ponerle coto. Pero no tengo tan claro cuál es el remedio. Quizá convertir la profesión periodística en una profesión con altos requisitos, como los médicos o los arquitectos. O quizá hay que legislar para obligar al ‘fact-checking’ a las empresas mediáticas y a las plataformas tecnológicas, pese a que soy consciente de que jurídicamente es problemático. 

Mientras, lo que seguro se puede hacer es concienciar: a través de campañas, de bombardear a la opinión pública con estudios y conocimiento, de equipos de trabajo o agencias creadas ‘ad hoc’ para combatir la lacra de la mentira. No tenemos que ir muy lejos para encontrar ejemplos del daño que hacen las mentiras: Cataluña. Y siempre pensamos que desde el Estado se debió impulsar una “contra-narrativa” para neutralizar las mentiras. Poner recursos para combatir y ser más fuertes que ellos, éste podría ser un camino.

Independentismo Cataluña

Cataluña

Nada que no se haya abordado ya, pero yo sólo añadiría que quizá debería crearse algún organismo o agencia dentro de la EU que, específica y claramente, tenga como objetivo principal combatir los nacionalismos, de tan mal recuerdo en Europa. O sea, que sea un objetivo institucional combatir el nacionalismo.  

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