Un cuarto de siglo de reformas y modernización en Marruecos

El Rey Mohamed VI preside, en el Palacio Real de Rabat, la ceremonia de presentación de un modelo del primer constructor marroquí de automóviles y del prototipo de un vehículo propulsado por hidrógeno desarrollado por una empresa marroquí - PHOTO/MAP
El Rey Mohammed VI preside, en el Palacio Real de Rabat, la ceremonia de presentación de un modelo del primer constructor marroquí de automóviles y del prototipo de un vehículo propulsado por hidrógeno desarrollado por una empresa marroquí - PHOTO/MAP
Desde la subida al trono de Su Majestad el Rey Mohamed VI en 1999, Marruecos ha experimentado una notable transformación. El país ha pasado de ser una economía regional de renta media, con puntos fuertes y débiles, a una nación con buenos resultados a escala regional, continental e internacional. Hoy, con una economía diversificada y dinámica y un Producto Interior Bruto cercano a los 160.000 millones de dólares, Marruecos va camino de incorporarse al grupo de países emergentes en los próximos diez años

Las claves de la metamorfosis económica

¿Cuáles son los factores del rápido crecimiento de la economía marroquí, que ha multiplicado por más de tres el producto interior, ha aumentado significativamente la clase media, ha reducido la pobreza a su nivel más bajo y ha dado a las empresas marroquíes competitividad internacional, sobre todo en los "negocios globales para Marruecos"?

Un liderazgo fuerte e ilustrado

El cambio requiere un liderazgo fuerte, cualidad que encarna el rey Mohamed VI. Bajo su liderazgo, Marruecos ha corregido distorsiones y aplicado políticas públicas audaces. El rey ha adoptado visiones claras para el futuro, promoviendo la democratización y la modernización política, políticas económicas sectoriales e iniciativas sociales para combatir la pobreza y empoderar a los grupos marginados. 

El liderazgo de Mohamed VI también se caracteriza por la sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno, el establecimiento de sistemas de control y rendición de cuentas, la toma de decisiones, la delegación de responsabilidades, el aprendizaje continuo y el aprovechamiento de las lecciones aprendidas. Estas prácticas se convirtieron en esenciales para las políticas públicas bajo su reinado. 

Un enfoque audaz e intrépido

Marruecos también ha dado muestras de audacia a la hora de abordar cuestiones delicadas como la reconciliación con el pasado y la reforma del código de familia en lo relativo a los derechos de la mujer, respetando al mismo tiempo el principio de diligencia debida en materia religiosa. El país ha afrontado con valentía las turbulencias de la Primavera Árabe, proponiendo reformas constitucionales en respuesta a las reivindicaciones del movimiento del 20 de febrero. 

Afrontar retos y crisis

Los últimos veinticinco años no han estado exentos de desafíos. El rey Mohammed VI siempre ha abogado por la transparencia, en particular reconociendo cuando las políticas no alcanzan los objetivos deseados. En 2017, abogó por un nuevo modelo de desarrollo para lograr la justicia social y espacial. La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto la fragilidad del sistema social, lo que llevó al Rey a introducir un sistema integrado de cobertura social. 

Inversión en tiempos de crisis

Otro factor clave en la transformación de Marruecos es lo que podría denominarse el "enfoque anticíclico": invertir en tiempos de crisis. Tras la crisis financiera de 2008, Marruecos intensificó sus inversiones, preparándose para el futuro. La gestión de las consecuencias de la pandemia del COVID-19 también fue objeto de inversiones estratégicas, como la universalización de la cobertura de la seguridad social, lo que subraya la importancia de la seguridad sanitaria para una sociedad activa y productiva. 

Hacia un futuro próspero

Posicionarse para un futuro mejor es esencial. El liderazgo de Mohamed VI ha permitido definir una visión clara, a partir de la cual se elaboran y aplican las estrategias y planes de acción del Gobierno, con presupuestos e indicadores de resultados bien definidos. Esta gestión basada en los resultados sustenta el éxito de la experiencia marroquí. El objetivo final es entrar en el club de los países emergentes y garantizar una vida digna a todos los ciudadanos, en una sociedad libre y democrática, con una economía basada en el conocimiento, la cultura, la sostenibilidad de los recursos y unas relaciones regionales e internacionales que favorezcan la convivencia, la paz y la cooperación entre los pueblos.