(Re)energizar Europa: recuento de Italia

AFP/RYAD KRAMDI - Fotografía de archivo, soldados argelinos hacen guardia en el complejo de gas de Tiguentourine, en In Amenas, a unos 1.600 kilómetros al sureste de la capital
AFP/RYAD KRAMDI - Fotografía de archivo, soldados argelinos hacen guardia en el complejo de gas de Tiguentourine, en In Amenas, a unos 1.600 kilómetros al sureste de la capital

Siguiendo la visión de Enrico Mattei. 

La visita de Giorgia Meloni el pasado enero a Argelia, prolongación natural de Italia en el continente africano, abrió lo que puede ser un nuevo capítulo. La primera ministra italiana rindió homenaje al monumento de Enrico Mattei. En efecto, frente a los impulsos depredadores -nuevos y viejos- hacia África, Meloni eligió a un héroe republicano que construyó un modelo alternativo al neocolonialismo, basado en la cooperación en el gran Mediterráneo. Fue un modelo capaz de alimentar una temporada de paz y estabilidad, en el contexto de la Guerra Fría. 

La estabilidad del abastecimiento energético hizo posible la industrialización de Italia, un país todavía rural y devastado por la guerra perdida (el PIB per cápita había caído por debajo de los niveles anteriores a la unificación), y, por tanto, la extensión de la prosperidad. No sólo eso, desde la perspectiva del mutualismo, la compra de gas a los países ribereños condujo a la estabilización de las clases dirigentes que habían ganado la lucha por la independencia. 

Ese fue el primer paso político para relanzar la acción diplomática italiana, que podía producir muchos efectos positivos, pero hay puntos que aclarar. El contexto ha cambiado profundamente. Tras la Segunda Guerra Mundial, Italia era una potencia regional emergente. Ahora, Italia debe mantener el grado de desarrollo y prosperidad que ha adquirido al tiempo que interrumpe las relaciones comerciales con Rusia, hasta ahora su principal socio (energético).  

En consecuencia, el “Plan Mattei” parte de la implicación y la sinergia de empresas nacionales como ENI, ENEL, Snam y Terna y persigue algunos objetivos: la transformación del país en un centro neurálgico del petróleo y el gas mediante infraestructuras, el abandono total del gas ruso y, por tanto, su sustitución tanto por GNL como por gas natural procedente de África. 

¿Cómo gobernar la era de la escasez? 

Italia está gestionando el abandono progresivo del gas natural ruso: 100% para 2024-2025, al menos 80% para 2023, advierte el consejero delegado de ENI, Claudio Descalzi, que predijo el periodo más complejo en el invierno de 2023-2024. 

Como señalaba el profesor Anis H. Bajrektarevic en su luminoso libro “Comercio Nuclear”: “En un mundo en constante evolución y expansión, hay una búsqueda constante tanto de más energía como de menos dependencia energética externa. Con la industria ligada a los combustibles fósiles marcando una alarmante tendencia de huella ecológica negativa, existe una clara y urgente necesidad de predecir e instruir sobre alternativas”. Y, de hecho, tras la intervención rusa en Ucrania, Europa e Italia tuvieron que cambiar de estrategia aumentando las importaciones de gas natural licuado en más de un 60% en 2022, según explicó la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Debido a ello, el gas natural licuado (GNL) ha alcanzado unas demandas colosales y, por tanto, unos picos de precio elevados, que se mantendrán en los próximos años. También porque el suministro a Europa (debido al boicot de Rusia) seguirá siendo débil, y la demanda fuerte (debido al funcionamiento de los mercados mundiales del sur). 

Para procesar el nuevo GNL, están previstas dos nuevas plantas de regasificación, además de las ya existentes (Panigaglia, Leghorn, Rovigo): una en Piombino, con una capacidad total de procesamiento de 5.000 millones de metros cúbicos al año (equivalente al 7% de las necesidades italianas), construida por Snam -la empresa aspira a convertirse en líder europeo del GNL- y la otra en Rávena (lista en el tercer trimestre de 2024). Sin duda, la estrategia italiana va por buen camino y las dos terminales de GNL aumentarán la flexibilidad energética del país; así, las importaciones de GNL rondarán el 40% en 2026, cuando eran sólo del 20% en 2021. 

Tras el corte de los suministros rusos de gas natural, Italia puede contar mientras tanto con los suministros de Azerbaiyán a través de Turquía gracias al vituperado TAP (con un valor aproximado del 10% anual) y al Transmed, más conocido como “gasoducto Mattei”, que conecta Argelia con Italia a través del cabo Bon en Túnez y tiene una capacidad de unos 32.000 millones de metros cúbicos de gas. 

ENI y ENEL en África 

ENI y ENEL, dos empresas con participación pública gubernamental, siempre han garantizado la continuidad estratégica en las relaciones con los países africanos y son la clave para dar contenido al “Plan Mattei”.  

ENI está presente en África desde mediados de los años 50 y tiene proyectos en 14 países. Es un actor clave en la diversificación del suministro de gas, sobre todo gracias a su larga relación con la argelina Sonatrach. Desde el primer semestre de 2022, Argelia se ha convertido en el primer proveedor de gas, desbancando a Rusia, y ya en julio de ese año suministró otros 4.000 millones de gas. ENI es la empresa más importante del país: en 2021 produjo unos 20 millones de barriles de petróleo y condensado, así como 1.700 millones de metros cúbicos de gas natural. Prueba del compromiso dinámico de ENI en Argelia es la puesta en marcha en octubre de 2022 de dos nuevos yacimientos en la cuenca Berkine Sur. 

No sólo existe Argelia. Otro país con el que ENI tiene una relación consolidada es Egipto, donde ENI está presente desde 1954 a través de su filial IEOC. En 2022, ENI produjo casi el 60% del gas producido en Egipto. Una infraestructura central es la planta de Damietta (en funcionamiento desde 2005), que, tras reanudar la producción en 2021, alcanzó su cargamento número 500 de GNL, lo que supone aproximadamente 4.000 millones de euros de gas licuado exportado en 2022, en gran parte a Europa. Además, gracias a los acuerdos con Egas, ENI finalizará las campañas de exploración junto con las de nuevas zonas adquiridas, como el delta del Nilo. 

ENI también ha promovido nuevas inversiones y proyectos destinados a diversificar los países de origen del gas. Un caso significativo es “Coral South”, una planta flotante de licuefacción de gas natural con una capacidad de 3,4 millones de toneladas de GNL, alimentada por seis pozos submarinos, en el campo de Rovuma, en Mozambique, de donde saldrán los primeros cargamentos de GNL ya en noviembre de 2022. El proyecto es una fuente de nuevos puestos de trabajo, estimados en unos 800 durante el periodo operativo. 

En África, el compromiso de ENEL, a través de “ENEL Green Power”, se centra en las fuentes de energía renovables. Ya hay plantas activas, como las de Marruecos (tres para una capacidad de 210 MG) o las de Sudáfrica, donde hay tanto energía eólica como solar; en otros países, como Etiopía, ENEL ha presentado proyectos, por ejemplo, la planta fotovoltaica de Metehara. 

Después del “Gran Caos”, la estabilización y el papel italiano 

El mosaico mediterráneo se trastocó irrevocablemente en 2011, el año de las “primaveras árabes” que liquidaron a las clases dirigentes, inspiradas por el nacionalismo árabe, con las que Mattei había construido su política geoenergética. Después de más de diez años, puede comenzar una nueva etapa. El relanzamiento de la acción italiana es un paso positivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta algunos escollos. 

Hay nuevos actores: China, que pretende invertir en Argelia (para producir fosfatos), y la propia Rusia está firmemente implantada en Siria, con sus bases en Tartus y Khmeimim; Turquía -la visión imperial de Erdoğan triunfó en las urnas- es una realidad en el Levante mediterráneo y se ha convertido en un actor cada vez más central en los flujos energéticos, como el TAP. Sin embargo, se está produciendo una reorganización y es necesaria una estabilización. 

En los últimos meses, Siria ha regresado a la Liga Árabe, mientras que Túnez -que destaca por los 110 millones de financiación de Italia- ha emprendido un camino de compleja estabilización con las reformas neopresidenciales de Kaïs Saïed. Asimismo, los recientes acuerdos negociados por China han abierto un nuevo capítulo en las relaciones de Oriente Próximo, con Irán extendiendo firmemente sus limes hasta Líbano. Frente a las dificultades de Francia en África, la cultura de cooperación italiana puede ser una reserva a la que todavía se puede recurrir. 

Anteriormente (en italiano): https://www.centromachiavelli.com/2023/06/07/africa-verso-il-piano-mattei/ 

Lorenzo Somigli. Columnista: energía y geopolítica; publicaciones Gulf News, IACL, leSfide, Transatlantic Policy Quarterly. Reportaje: Líbano y Turquía (2021). En Italia, asistente parlamentario (2021-en curso) y experto en medios de comunicación (cultura, arte).