Migraciones: flanco este y flanco sur

refugiados de ucrania y de áfrica llegan a europa

Se ha dicho que el periodismo es, de algún modo, historia, una historia sincrónica, que cuenta (y da cuenta de) los eventos que coinciden en el tiempo, en un momento preciso del devenir, y por ello una historia necesariamente provisional y parcial. 

La lectura de lo publicado en un periodo de tiempo delimitado nos ofrece, así, una fotografía, una imagen estática capaz de detener el flujo de los aconteceres, separándolos idealmente de sus causas y efectos. Las líneas que siguen pretenden, a partir de estas ideas, referir lo publicado sobre asuntos migratorios en el primer semestre del año, contemplar una fotografía reciente de las migraciones a partir de los sucesos que fueron objeto de noticias y comentarios en los medios españoles en esos meses.

La imagen nos ofrece, por un lado, rostros claros que vienen del este de Europa. Son los de los refugiados ucranianos que huyen de su país debido a la invasión rusa. Según datos de ACNUR, desde el comienzo de la ofensiva militar rusa, el pasado 24 de febrero, más de 14 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares, bien para refugiarse en países vecinos (refugiados), bien para desplazarse a otras zonas más seguras de Ucrania (desplazados internos). Además de unos 7 millones de desplazados internos (y otros tantos de refugiados), ACNUR calcula que otros 15 millones de personas podrían necesitar protección y auxilio dentro del país: se trata de ciudadanos que han quedado atrapados en zonas próximas a los frentes de combate, de difícil acceso para la ayuda humanitaria. 

La acogida dispensada en España (y en los diferentes países europeos) a los refugiados ucranianos, por lo general solidaria y generosa, contrasta con, por ejemplo, el trato que recibieron en las mismas fechas (primeros días de marzo) las más de 850 personas procedentes del sur del Sáhara que entraron a nuestro territorio saltando la valla que separa Melilla de la provincia marroquí de Nador. Aunque algún partido político, de manera desafortunada, ha empleado el adjetivo “auténticos” para referirse solo a los refugiados ucranianos, la mayor parte de estos subsaharianos, procedentes de Mali y Sudán, lo eran también: refugiados “verdaderos” que huían de conflictos armados y situaciones de violencia extrema, solo que en su caso tenían que cruzar ilegalmente las fronteras para poder pedir asilo. 

Esa misma valla de Melilla fue el escenario, el 24 de junio, de una situación extremadamente trágica: un intento de entrada irregular de unas 1.500 personas, saldado con la muerte de, al menos, 23 migrantes (cifra que las ONG elevan a más de 30). Las primeras palabras del presidente Sánchez en referencia a este suceso (defendiendo la actuación de la Gendarmería marroquí y responsabilizando de la tragedia a las mafias que trafican con seres humanos), si bien muy matizadas posteriormente en sucesivas declaraciones, desencadenaron un duro enfrentamiento entre el PSOE y sus principales aliados parlamentarios. Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, evitó pronunciarse de manera crítica sobre los hechos, trasladando su solidaridad al Gobierno de Sánchez y sus condolencias a los familiares de las víctimas. 

Hay que ver los graves sucesos ocurridos en Melilla el 24 de junio en el contexto de la normalización de las relaciones entre España y Marruecos el pasado mes de abril (tras el giro de posición del presidente del Gobierno sobre el Sáhara Occidental). Asimismo, precedieron en días a la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid (que tuvo lugar el 29 y 30 de junio). 

Junto a estos sucesos del flanco este y del flanco sur, que ejemplifican bien las contradicciones de la Unión Europea en sus políticas migratorias, y que merecieron la mayor atención informativa, la “imagen migratoria” del periodo descrito se completa con el relato de otros eventos estrechamente conectados a ellos: el mencionado cambio de posición del Gobierno español en relación con el Sáhara Occidental generó un enfrentamiento diplomático con Argelia, cuya colaboración en materia de inmigración es casi tan importante para nuestro país como la de Rabat. Este distanciamiento, entre otras consecuencias, podría repercutir en el incremento de la ruta migratoria por mar desde ese Argelia a Baleares y la costa del Levante peninsular. 

La aludida cumbre de la OTAN situó al uso de la inmigración irregular como arma de presión entre las “amenazas híbridas”, al lado del chantaje energético o los ciberataques. En este mismo ámbito, al abordar la seguridad del flanco sur, la inmigración irregular se ha asociado (de nuevo e ¿inevitablemente?) al terrorismo.  

En resumen, el periodo analizado, enmarcado temporalmente entre la invasión rusa y la cumbre de la OTAN, muestra una reconceptualización de los flujos migratorios, que de alguna forma se “contagian” (también lingüísticamente) del contexto bélico que vive Europa. Los acontecimientos más significativos en materia migratoria acaecidos en el primer semestre del año han puesto de relieve las incoherencias de las políticas migratorias europeas, al tiempo que han señalado la amenaza que la manipulación interesada de los flujos migratorios puede implicar para las fronteras europeas (no solo para el flanco sur, el más relevante geográficamente para España, sino también para el flanco este: recordemos por ejemplo la instrumentalización que Bielorrusia ha hecho de los migrantes procedentes de Oriente Medio en su frontera con Polonia).  

Luis Guerra, doctor en Filología, es investigador asociado del proyecto INMIGRA3-CM, financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo

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