Políticas migratorias: Immigration Nation
Nuestra anterior incursión en las cuestiones migratorias atinentes a Estados Unidos (You may say I´m a dreamer) se cerraba con una referencia al fallo del Tribunal Supremo de aquel país (hecho público el pasado 18 de junio, ya a las puertas del verano) en el que se rechazaban los argumentos de la Administración Trump sobre la ilegalidad del programa DACA, puesto en marcha por el presidente Obama en junio de 2012, garantizando así su vigencia.
Apenas una semana después, el 25 de junio, el mismo Tribunal dictaminaba que las personas que solicitan asilo en Estados Unidos y ven rechazada su petición, no tienen opción de apelar ante los tribunales federales. El fallo en este caso suponía un respaldo a la política migratoria del presidente Trump, al reforzar el proceso conocido como deportación expedita o agilizada (expedited removal), cuyo fin es facilitar la expulsión de los migrantes que entran sin documentación en Estados Unidos.
También durante el pasado verano entró en vigor el nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC), gestado durante el último año, y cuya firma Estados Unidos condicionó a que el Gobierno mexicano de López Obrador actuara como país de contención de los migrantes centroamericanos en tránsito hacia el vecino del norte. Las consecuencias indirectas de este acuerdo comercial son evidentes en las políticas migratorias: México ha pasado de abrir las puertas a miles de migrantes centroamericanos a principios de 2019 a realizar deportaciones masivas (se calcula que 124.000 migrantes han sido deportados entre mayo de 2019 y mayo de 2020); a reforzar su frontera sur con militares, y a recoger temporalmente a los migrantes devueltos por Estados Unidos mientras esperan la resolución de sus demandas de asilo.
Esta última acción, denominada oficialmente Protocolo de Protección de Migrantes (y conocida coloquialmente como “Quédate en México”), se puso en marcha en enero de 2019 y durante su primer año de vigencia ha afectado a unas 60.000 personas.
Seguramente una buena visión, por cercana y contenida a la vez, de las consecuencias de las políticas migratorias promovidas por el presidente Trump durante su mandato nos la ofrezca ahora mismo la serie documental Immigration Nation, estrenada en la plataforma Netflix los primeros días de agosto. Sus autores, Christina Clusiau y Shaul Schwarz, firmaron en 2017 un contrato con el ICE (Immigration and Customs Enforcement’s), la Policía de inmigración de Estados Unidos, para seguir con sus cámaras el día a día de los agentes.
Al poco de llegar a la presidencia, y con objeto de endurecer su política migratoria, D. Trump reforzó las tareas del ICE, agencia creada en 2003 con la misión de detener a inmigrantes indocumentados que tuvieran antecedentes criminales, ampliando su alcance a la detención de cualquier migrante que no tuviera su documentación en regla.
Immigration Nation es una docuserie caracterizada por su veracidad intencional y por su alta verificabilidad. Los elementos de ficción en ella son los inherentes al uso del lenguaje audiovisual en el que está codificada. Sus seis episodios muestran cómo funciona el ICE en la era Trump.
Los testimonios y las reflexiones de los agentes sobre su labor – sus decisiones, justificaciones, dudas y contradicciones – se yuxtaponen a las historias de los migrantes, historias con nombres y apellidos, que sitúan al espectador ante las complejas condiciones de vida de los migrantes sin permiso de residencia, abocados en la mayoría de los casos a la deportación: así las de los detenidos nada más cruzar la frontera, que ven cómo el arriesgado viaje en el que tantas esperanzas han puesto queda en seguida reducido a nada; o las de aquellos que llevan años trabajando en Estados Unidos, y a quienes la aplicación de las nuevas normas obliga a abandonar el país, sin tener en cuenta la trayectoria desarrollada en él en sus años de residencia, la integración de sus familias o el arraigo de sus hijos, que en muchos casos no han conocido siquiera el país del que proceden sus padres.
Las noticias y los editoriales publicados en los últimos días del verano se orientan en su mayoría, casi irremediablemente, a las elecciones presidenciales de noviembre. Hay cierta expectación por conocer en detalle las propuestas de Joe Biden y Kamala Harris con relación a los países del centro y sur de América. Y entre ellas, las relacionadas con la política migratoria, en la que una victoria demócrata haría pensar en un giro con respecto a los planteamientos extremos de Trump, volviendo a una situación más próxima a la propuesta en su día por el presidente Obama.