Opinión

¿Será Francia reemplazada por Rusia en Burkina Faso?

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En este año Burkina Faso ha sufrido su segundo golpe de Estado militar y en las calles se han visto ondear banderas rusas y consignas en contra de Francia. La población se siente indignada ante la falta de seguridad en Burkina y muchos de ellos se concentraron frente a la Embajada francesa para tirar piedras y prenderle fuego.

Pero el nuevo golpe de Estado en Burkina Faso se produce no solo por el descontento de la población sino también por la división existente dentro del Ejército. La unidad de élite de las "Cobras" desplegada en la lucha contra los yihadistas han reprochado al teniente coronel Damiba no movilizar a todas las fuerzas sobre el terreno.

Ante la imposibilidad durante estos años de vencer al terrorismo yihadista, el capitán Ibrahim Traoré, nuevo líder de Burkina Faso ha prometido que la lucha contra el terrorismo se llevará a cabo ahora con socios distintos de Francia. ¿Será Rusia uno de los nuevo socios? La intención de la población ya está confirmada por las banderas rusas visibles durante las manifestaciones en Uagadugú.

Hay que recordar que uno de cada diez burkineses se encuentra desplazado y más de 3 millones sufren hambre, a lo que hay que añadir que los ataques terroristas aumentaron en un 76% en la primera mitad de 2022.

Se espera la eficacia de los nuevos drones turcos Bayraktar TB2, recientemente adquiridos por el ejército burkinés que no se han implementado durante el tiempo suficiente para analizar el impacto quizás positivo en la lucha contra el terrorismo.

Mientras Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo paramilitar privado ruso Wagner, anunció el martes que apoyaba al nuevo jefe de la junta de Burkina. Wagner hace años que está presente en Burkina garantizando la seguridad de varias minas y dentro del país habría 200 mercenarios que formaban parte del acuerdo del anterior Presidente Kabore con Rusia en materia de defensa.

Evidentemente si las autoridades burkinesas no pueden luchar solos contra el terrorismo yihadista tendrán como socio a Wagner como lo ha hecho Malí o la República Centroafricana teniendo en cuenta la grave situación de seguridad que se vive en Burkina y muy especialmente en la triple frontera.

Sin embargo, el apoyo del Grupo Wagner tendrá un impacto limitado en ausencia de un enfoque más amplio de toda la sociedad que implique reformas políticas significativas. Si bien el historial colonial de Francia, como el de otras potencias de la región, puede ser criticado, culpar a Francia por los actuales avances yihadistas, que llevaron a Francia a retirarse de Malí bajo la presión de la junta, no será beneficioso y los informes sugieren que el Grupo Wagner será más brutal y menos efectivo operativamente que las fuerzas antiterroristas francesas en caso de que los líderes militares de Burkina Faso soliciten la asistencia de Wagner.

A pesar de las ambiciosas declaraciones de los nuevos líderes en Uagadugú, los yihadistas continúan avanzando a través de grandes franjas de Burkina Faso y Malí y hacia estados litorales de África Occidental como Togo y Benín. Los afiliados de Al-Qaeda y Daesh solo se benefician de todas las disputas militares y políticas internas que envuelven a Burkina Faso y otros países de la región.

Desde una perspectiva más amplia, parece que las diferentes facciones del ejército de Burkina Faso están cada vez más ocupadas compitiendo entre sí y culpando a la otra parte (así como a Francia) por el fracaso de los militares para detener a los yihadistas. Esto distrae la atención no solo de la prioridad de recuperar el control estatal sobre su territorio, sino también de abordar los desafíos críticos de gobernanza y desarrollo. El resultado inmediato del reciente golpe de Estado es un ejército más fracturado y un Burkina Faso más aislado, ambos acontecimientos preocupantes para una región que se encuentra entre las más pobres del mundo.

El problema de la población es que ante la inseguridad existente en el país pide responsabilidad a su propio Estado, pero también contra las fuerzas extranjeras que se supone que deben protegerlos y no lo hacen. Llegan a creer erróneamente que estas fuerzas son, por lo tanto, cómplices de los yihadistas.

Estados Unidos, por su parte, ha advertido a la junta gobernante de Burkina Faso de los riesgos de una alianza con Rusia, cuyo grupo paramilitar Wagner ha mostrado un apoyo abierto a los autores del último golpe en el sentido de que los países donde se desplegó el grupo Wagner están debilitados y son menos seguros, y lo hemos visto en varios casos en África.

Si los líderes golpistas de Burkina Faso se asocian con el grupo Wagner ya saben cuál ha sido su labor en Malí con consecuencias desastrosas para los civiles y para contrarrestar el extremismo violento. Wagner no es una fuerza antiterrorista.

Este es el resultado de meses donde Rusia ha estado explotando a través de las redes sociales y algunos activistas para generar sentimientos antifranceses. Pero hay que recordar que cuanto más dure el conflicto en Ucrania, más vigilantes tendremos que estar en el frente africano. No podemos centrarnos exclusivamente en el flanco este y olvidarnos del flanco sur.

Obviamente hay una saturación de desinformación en las redes sociales por influencias externas y de propaganda rusa donde es de interés para los influyentes prorrusos presentar la rivalidad entre Francia y Rusia como la principal división que desencadena el golpe. No debemos caer en esta trampa. Esto está en línea con la narrativa de una Rusia liberadora y anticolonial.

Es demasiado pronto para saber si Burkina Faso se asociara con Wagner y sus mercenarios. Para su vecino Malí, en cambio, ya es demasiado tarde: la llegada de Wagner en 2021 ha desencadenado una explosión de abusos cometidos por el ejército contra civiles, y con ello ha aumentado las capacidades de reclutamiento de grupos yihadistas.